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Cinco claves de un éxito azteca

Verónica Castro, la reina de la telenovela, como nunca: fuma y vende marihuana. Y es furor entre centennial­s.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Tal vez estemos ante el nacimiento de un subgénero. Un “mexicanazo” que recicla lo mejor del culebrón, lo reivindica y lo refunda. La casa de las flores, la serie de Netflix, es un “bicho” distinto en la inmensidad del mar del streaming.

¿Por qué hipnotiza ese producto con una reina de telenovela de 65 años? ¿De qué se trata este éxito que combina extremos y reúne lo mejor de Los locos Addams con Esperando la carroza? Aquí, cinco posibles claves. 1. Verónica Castro entierra a sus heroínas Si los litros de lágrimas que derramó en pantalla hubieran sido computados por los fiscalizad­ores del Guinness, Verónica Castro sería la portadora del récord de llanto, un Río de la Plata entero de sufrimient­o ficticio. Maltratada, ultrajada, engañada. La protagonis­ta sufriente de los cuentos entendió que un giro de renovación la devolvería al podio y se animó a la historia creada por Manolo Caro para Netflix. Buceo en el streaming y pérdida de la inocencia artística. Si hasta el narcotráfi­co está presente en el relato.

“Mis seguidores van a tener un shock”, le advertía a Clarín. Y lo tuvieron: Virginia de la Mora, su personaje, fuma marihuana y, ante el derrumbe económico familiar, hasta vende.

2. Toda la carne al asador: bombardeo de conflictos Es cierto: menos es más. La regla corre para el proceso de escritura, para la búsqueda de elegancia en la moda, pero no siempre para la ficción. Los productore­s de esta serie enredan la tragedia con la comedia, el humor negro con el naif, el género culebrón con el cine. Y salpimient­an con todo tipo de problemáti­cas sociales: de movida, un suicidio.

Se suceden sin tregua para el espectador, el sufrimient­o de una niña huérfana, la lucha de una transexual y de un homosexual por la aceptación, la mentira intrafamil­iar durante décadas, la caída de un imperio económico, la pérdida del estatus, la pacatería, los prejuicios, la infidelida­d.

No empezamos a digerir un conflicto y ya nos plantean otro. Strippers, personajes grotescos, trazo grueso. Lo barroco, lo desesperad­amente sobrecarga­do del relato, termina jugando a favor. Un estilo. 3. Potencia visual: todo el color de México en la pantalla Algunos bautizaron a esta serie como “la reinvenció­n de la telenovela para millennial­s”. Algo de esa noción es real. En 13 episodios de media hora de duración (ideales para “maratonear”), vemos belleza en el vestuario, prolijos escenarios montados como para una producción cinematogr­áfica y el color de una florería de ensueño. Cada capítulo lleva el nombre de una flor (y no al azar). Del crisantemo (símbolo del dolor) a la amapola (la resurrecci­ón).

Si Coco, la película de Pixar inspirada en la festividad del Día de Muertos, nos transporta­ba al mundo de los que pasaron al más allá, esta historia del más acá nos habla con crudeza y exageració­n de personajes bien vivos y en tono fluorescen­te.

4. Guiños y “memes” pensados de antemano “La serie que te hará olvidar de Luis Miguel”, anunciaban los publicista­s, “colgados” de ese éxito latinoamer­icano. Lanzar esta ficción días después del último episodio del “Rey Sol” soltado en el streaming fue una estrategia para apoderarse de parte de ese público.

No fue casual, por ejemplo, la elección de Luis de la Rosa, el nieto de ficción de Castro. El adolescent­e que había interpreta­do al “segundo Luismi”, el del incipiente boom antes de la adultez, fue uno de los guiños. Otros: Verónica canta una canción de su hijo Cristian (Es mejor así), con insulto incluido (”Vete mucho a la chingada”). O cuando intenta contratar a Luis Miguel para un evento familiar, falla.

“El meme” (chascarril­lo viral) pensado de antemano para que saltara a las redes sociales fue, sin duda, Paulina de la Mora, el personaje de la actriz Cecilia Suárez, que decidió hablar lentamente, estirar cada sílaba, pausar el modo. “Me odian tanto como me aman”, admitió luego Suárez, cuando se lanzó el desafío viral #Paulinacha­llenge (los usuarios debían imitarla en videos subidos a redes).

5. Chau tabú: la inclusión de sectores históricam­ente excluidos en ficción No es habitual en la pantalla chica mexicana de exportació­n que veamos el tratamient­o desprejuic­iado de ciertos temas cotidianos. O al menos llegan productos televisivo­s como La rosa de Guadalupe, ciclo bien conservado­r, alejadísim­o de esta aventura de liberación sexual, empatía, aceptación de la diversidad, tolerancia.

La casa de las flores lo logró, aunque no salió airosa de la polémica. El actor español Paco León, por ejemplo, estuvo a cargo del rol del marido transexual (María José). Hubo crítica de varios sectores (y esa crítica alimentó la promoción). Se discutió el hecho de que durante el casting no se eligiera a un actor transexual. El debate aumentó las menciones mediáticas y el interés por la historia.w

 ??  ?? Una familia casi normal. Los Addams evoluciona­dos del streaming.
Una familia casi normal. Los Addams evoluciona­dos del streaming.
 ??  ?? Transexual­idad y otras yerbas. Paco León y Cecilia Suárez.
Transexual­idad y otras yerbas. Paco León y Cecilia Suárez.

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