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Andrea Frigerio La actriz a la que no le importa el género

Se luce en cine y teatro y escribió un libro. Dice que el feminismo no la seduce, porque cree que pone a las mujeres en situación de debilidad.

- Sandra Commisso scommisso@clarin.com

Se planta ante el feminismo, porque dice que pone a la mujer en situación de debilidad. Un presente con cine, teatro y libro propio.

Una editora de moda de 80 años y una señora tilinga que se hace rejuveneci­miento vaginal. Esos son los personajes que Andrea Frigerio interpreta en Cuerpos perfectos, en el Multitabar­is. El ronroneo del público después de cada función es: “Qué bien la Frigerio, me sorprendió”.

-Hace muchos años que trabajás como actriz pero ¿creés que aún hay prejuicios porque fuiste modelo?

-Lo que más leo y escucho es eso de la sorpresa. Puede ser por prejuicios pero para mí es un elogio porque quiere decir que di más de lo que esperaban. No lo vivo con el estigma de la modelo devenida actriz; me encanta sorprender. Probableme­nte la gran bisagra sucedió con el cine. Frigerio apareció en películas como El ciudadano ilustre y Mi obra maestra, en las que compuso interesant­es personajes dramáticos. Ahora espera el estreno de otros dos filmes: el 25, Rojo y Solo

el amor. Y acaba de publicar un libro, Belleza emocional.

-¿Sos de las personas que saben reinventar­se?

-Siempre di pasos muy cortos y seguros. Cuando no me siento capacitada para algo digo que no. En este oficio, los no son más importante­s que los sí. Tomo riesgos, pero sabiendo mi potencial.

-¿Sentís que ahora te ganaste un lugar como buena actriz?

-Cuando hice mi primer sketch con Guillermo Francella, en Poné a Francella, le dije:“probemos, si no sale, chau”. Y sigo haciendo lo mismo. Cada vez que me llaman para un personaje, aclaro: “¿estás seguro que querés que sea yo?”. Somos como colores de un cuadro y el director es el pintor y si no está convencido, no lo tiene que poner. Por eso no lo tomo como algo personal. Trato de ser honesta con lo que hago. Si no siento que estoy haciendo algo que de verdad quiero hacer, no me lo perdono.

-Es ir probándose a uno mismo lentamente.

-Lentísimo, porque yo soy lenta. En mi casa hago todo así, como lento, me baño lento, no soy multitaski­ng, hago muchas cosas pero de a una. Mi hija me imita todo el tiempo. Me pasa que, cuanto más vertiginos­o se pone algo, más lenta me pongo yo. Vivimos en la época del yo y el ya y a mí no me gusta para nada eso.

-¿Qué personajes te interesa interpreta­r?

-Muy variados. Me gusta mucho componer, ir armándolos. Los voy construyen­do en capas. Primero pienso en su voz, en la postura. Después le voy buscando las cuestiones más internas. Por ejemplo, los dos de

Cuerpos perfectos, están en la antípodas una de la otra. Helen, la editora es una mujer que existe y tuvo una vida tremenda, una estratega. Es la inventora de Cosmopolit­an que empezó siendo una revista más de arte y después siguió dándoles consejos a las mujeres. En cambio, Carola hace todo para complacer a su marido. Ella es de esas personas, principalm­ente mujeres, que están muy pendientes de la mirada ajena. Yo alguna vez lo estuve y por suerte en ese sentido evolucioné. Y aprendí a habitar y disfrutar más del propio cuerpo.

-Es interesant­e que digas eso vos, que alguna vez formaste parte de un mundo donde la imagen es todo.

-Yo empecé a los 21 como modelo, después que nació mi hijo Tomás, porque necesitaba laburar. Estudiaba Biología y mi marido de entonces estudiaba Arquitectu­ra. Entré muy bien en ese mundo del modelaje, pero no tenía nada que ver conmigo. Soy hija de una maestra rural y un ingeniero civil, de clase media. Para ellos siempre fue extraño que yo hiciera eso. De hecho, mi papá nunca lo entendió.

-Pero te adaptaste y aprovechas­te la oportunida­d.

-Sí, pero siempre sentí que estaba de paso. Lo tomé con mucha responsabi­lidad pero me aburría. Sí rescato varias personas que todavía hoy son amigas mías. Pero me inventaba personajes para no aburrirme. Después la vida me fue llevando a esto y me fui descubrien­do a mí misma a medida que se presentaba­n las oportunida­des.

- En la obra de teatro se aborda la problemáti­ca de las presiones sobre el cuerpo femenino y estamos en un momento de reivindica­ción de muchas cuestiones de género. ¿Cómo lo vivís vos?

-Yo vengo de familia de mujeres muy fuertes. Mi abuela Paulette, que era francesa, tenía un gran carácter y me bajaba línea en cuestiones estéticas. Me decía: ‘menos es más, nunca te vistas como se visten en la tele’. Ella se dejó las canas y las llevaba con orgullo. A los 95 años se había puesto a estudiar alemán, por ejemplo. Mi otra abuela Luisa, era más dulce pero se bancó muchas también. Y mi mamá, se iba todos los días desde Belgrano a Del Viso a dedo, porque daba clases en una escuela rural. Yo soy la mayor de cuatro hermanas. Todo esto armó un mundo femenino muy rico en mi entorno, y me encanta eso. Nunca sentí la diferencia entre hombres y mujeres en mi ámbito. Voy por la vida así, no pido permiso por ser mujer. Para mí, el género es un detalle. Lo tengo claro desde la Biología y no me condiciona para nada. En ese sentido, el feminismo no me seduce mucho, porque siento que nos pone en situación de debilidad. Yo voy por lo que quiero, siempre lo hice así.

-Pero no sentís que hay un machismo histórico que ha perjudicad­o a muchas mujeres en ambientes más hostiles?

-Sí, tal vez por eso ahora el péndulo está del otro lado. Creo que hasta que logremos equilibrar y dejemos de hablar de géneros y hablemos de mentes y corazones. Para mí, lo más importante de las personas son los sentimient­os y las pensamient­os. El resto no me mueve la aguja.

- ¿Dónde quedó la bióloga?

-La biología sigue siendo un interés importante. En mi libro hablo mucho de cuestiones químicas porque nos movemos mucho por eso, es la naturaleza que nos impulsa a hacer determinad­as cosas. Tenemos una orquesta química en el cuerpo que cuando se desajusta, nos enfermamos. Y también la despliego en mi compañía de perfumes, en los blends que armo. Es mi lado B que nadie conoce.

Andrea Frigerio no le teme a la edad. Tiene 57 años, dos hijos y tres nietos. “Uno es tan viejo como viejo se siente. Mi mejor amiga soy yo, la paso genial con amigos y familia pero conmigo misma la paso bomba, no me siento sola nunca”. Su pareja desde hace 27 años con Lucas Bochino es otro ejemplo de que no hay fórmulas “Me encanta estar con él, nos bancamos mutuamente. Yo no estoy con nadie que no quiere estar, nunca lo hice y a esta altura de la vida, menos”.

-¿Nunca tuviste que ceder ante la necesidad?

-Tuve trabajos en los que me sentía atrapada. Pero nunca más. Tengo internamen­te, desde chica, una curva de la vida dibujada que es muy diferente a la de muchas personas. La mayoría crece, crece hasta un punto y después se va apagando. Tal vez por no arriesgars­e a correrse de su propio invernader­o, por no jugársela En mi caso es una escalera, siempre hay para crecer en algún sentido. Yo no me quedo con las ganas de nada.

Yo soy lenta. En mi casa como lento, me baño lento. No soy multitaski­ng, hago muchas cosas, pero de a una”.

No pido permiso por ser mujer. Para mí, el género es un detalle. Yo voy por lo que quiero, siempre lo hice así”.

En el modelaje, sentía que estaba de paso. Lo tomé con mucha responsabi­lidad, pero me aburría. Me inventaba personajes”.

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“Cuerpos perfectos”. Es la obra que representa en el Multitabar­ís, en la que hace de dos mujeres muy distintas.
 ?? MARTÍN BONETTO ?? En las antípodas. En “Cuerpos perfectos” tiene dos personajes muy disímiles. Una editora de revista y una mujer sumisa con su marido.
MARTÍN BONETTO En las antípodas. En “Cuerpos perfectos” tiene dos personajes muy disímiles. Una editora de revista y una mujer sumisa con su marido.
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