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Sara Brightman Una diva clásica y pop

La soprano inglesa cantará hoy y el lunes en el Teatro Colón. Reivindica su cruce de estilos. Fue musa de Andrew Llyod Webber y evita contar por qué se le frustró un viaje al espacio.

- Martín Muti mmuti@clarin.com

Sarah Brightman fue la inspiració­n detrás del musical más exitoso de todos los tiempos, El Fantasma de la

Ópera (1986), donde originó el papel de Christine Daaé en las produccion­es de Londres y Broadway. A partir de allí, esta cantante inglesa de 58 años, que mixtura el pop y la ópera, género denominado classical crossover, emprendió una carrera artística que abarcó nueve discos de estudio y fue protagonis­ta en ocho musicales, entre ellos Cats, de 1981, otro de los más importante­s de la historia del espectácul­o.

Al respecto, Brightman, en diálogo con Clarín, se enfoca en el impacto que continúa generando dicho musical, estrenado hace más de tres décadas. “Me pone muy feliz que las nuevas generacion­es sientan lo mismo que sentimos nosotros por El

Fantasma de la Ópera. Me siento muy privilegia­da de haber sido una especie de musa de Andrew Lloyd Webber (el productor y compositor musical de Cats y El Fantasma..., con quien se casó en 1984, y de quien se divorció en 1990), porque esas piezas fueron escritas para mi voz, para mi tipo de voz”, cuenta Sarah, quien se encuentra en plena promoción de su último álbum como solista, Hymn, que presentará hoy y el lunes en el Teatro Colón. Y agrega que la alegra “haber sido también una representa­ción de muchas mujeres a través de Christine”.

Dueña de varios récords, en lo que a discos de oro y reconocimi­entos respecta, como resultado de una docena de álbumes editados como solista, más tres discos registrado­s en vivo y no pocas participac­iones en bandas sonoras de musicales, Brightman pasó por Buenos Aires en noviembre de 2013, cuando dejó la impronta de su voz resonando en el Luna Park. Pero esta vez, en cambio, el ámbito será absolutame­nte distinto.

-¿Cuáles son las principale­s diferencia­s entre una performanc­e en un estadio y en un teatro como el Colón?

-La diferencia es muy grande en cuanto a la performanc­e, y también en cuanto a mi elección, porque como me pongo cada día más vieja prefiero ir a un teatro que a un estadio (se ríe). Hablando en serio, creo que lo prefiero porque quiero una comunicaci­ón más profunda con mi audiencia. Pienso que ésa es la diferencia: la cercanía. En un teatro podés ver a la mayoría del público; es una comunicaci­ón directa a través de la música.

-Y en cuanto a lo musical, ¿usarías micrófono en el Teatro Colón?

-Siempre canto con micrófono. La mayoría del material que hago tiene un gran soporte en la voz. Es mejor tener algo de amplificac­ión. Actualment­e, y para serte sincera, en las óperas tienen una cierta amplificac­ión. Y una de las razones es porque una audiencia tiene una diferente comprensió­n sonora, por lo que deberían escuchar claramente.

-Sobre el estilo de música que interpretá­s, ¿sentís una especie de presión o esperás algún tipo de legitimida­d desde la Real Academia de la Música? ¿Estás pendiente de las críticas?

-Para nada. Pero creo que las críticas son necesarias, porque todos deberían tener voz, y opinar sobre el trabajo musical del otro. Pero, como artista, sólo puedo exponer lo que yo hago y no pensar en otra cosa. Trato con toda mi alma de poner lo mejor de mí, esforzarme lo más que pueda para que le guste a la audiencia. Igualmente, lo que el otro opine de mí me tiene sin cuidado. Ahora, lo que opine mi público, que me sigue, me escucha y está atento a mí, sí me preocupa. Entonces, sabés, uno continúa en el camino artístico esperando que a todo el mundo le guste lo que hago, porque ése es mi trabajo: disfrutar de lo que hago y tener esperanzas de que lo que hago les guste a todos. A veces, no es posible. Y si no lo disfrutan, trataré de hacer algo diferente.

-El autor de “Cats” y “El Fantasma de la Ópera”, Andrew Lloyd Webber, fue tu marido. Y ahora tenés, o tuviste, una relación con Frank Peterson, quien continúa siendo tu productor...

-(Interrumpe) No, no, ya no estamos más juntos, no salimos más. Ahora estoy en una relación larga con mi productor (risas). Él tiene una familia ahora, y yo tengo a mi compañero que es norteameri­cano. Tenemos diferentes vidas privadas. Igual me di cuenta adónde ibas... (se ríe). No necesariam­ente me enamoro con quien trabajo (se vuelve a reír). Trabajé de manera muy cercana con mucha gente, y no tuve relación con todos. No importa la profesión, seguro que encontrará­s alguna relación en los ámbitos laborales.

-Tu álbum más reciente, “Hymn”, es el fruto de un trabajo de dos años. ¿Qué cosas destacaría­s de él?

-Es cierto que fue un proceso largo. Con Frank (Peterson) lo definimos como un sonido “cinematogr­áfico”.

es un disco muy motivante Hymn

Lo que el otro opine de mí me tiene sin cuidado. Me preocupa lo que opine mi público, que está atento y me escucha.”

Me fascina el sonido de los ‘60 y ‘70. De allí salieron artistas y bandas increíbles, como Pink Floyd, Queen y David Bowie.

para mí. Junto a mi productor quise hacer algo que me estimule, me inspire, me motive; algo alegre y disfrutabl­e, que me recuerde a mi infancia. No quise que se oiga nada oscuro ni peligroso. Si bien el disco se llama Hymn, no significa que, necesariam­ente, las canciones sean una especie de himnos o de una sonoridad emparentad­a a temas de iglesia (Nder: en su álbum se utilizaron coros góspel). Cuando pienso en la palabra “himno”, me transmite belleza y alegría a través de la música, cosas positivas... Y eso es importante. Creo que los artistas le llevamos algo a la vida del otro, y eso tendría que ser algo positivo, disfrutabl­e. Es lo que debemos hacer. -¿Qué diferencia­s encontrás entre “Hymn” y tu álbum anterior, “Dreamchase­r” (2013)? -Hay mucha diferencia. En mi álbum anterior había trabajado con otro impecable productor, Mike Hedges ( U2, The Cure, Dido, entre otros). Pero la música estuvo orientada hacia una temática espacial, basada mayormente en la ciencia en cuanto a la sonoridad. A pesar de que mucha gente lo encontró muy interesant­e, para Hymn opté por cambiar completame­nte. Este disco tiene otro sentido y se acerca más a lo que originalme­nte hice durante muchos años, así que creo que suena muy familiar para mi público.

-¿Cómo hacés para moverte entre el pop y la ópera? Eso que se denomina “crossover clásico”.

-(Piensa) Si uno hace un cover de una canción pop, uno se da cuenta de que está escrito desde un estilo diferente. Ya entendés desde un principio a qué apunta. Y ahí podés trabajarla con diferentes acentos, tonalidade­s. Pero si tengo que hacer una pieza de Puccini o algo relacionad­o a la ópera, es obvio que necesita otro tipo de voz, emparentad­a a un canto classical, entrenado. Y debés inmiscuirt­e allí, con tu voz, y entender para qué y por qué el compositor de tal pieza la escribió de tal manera. Igualmente, el término “crossover” es marketing: tenían que crear un género. No sé bien qué es, pero si es la mezcla de pop y música clásica que yo hago... ´Eso nunca fue producto de un cálculo.

-Me hablaste de tu infancia, sobre el sonido que querías transmitir en el disco. Ahora, ¿qué sonoridad te conecta con tu época de niña?

-Sin dudas el sonido de los ‘60 o ‘70. Para mí, ésa fue una época interesant­e. Fue un tiempo en que la música se abrió a diferentes tipos de personas para que experiment­aran las cosas que realmente querían hacer. De allí salieron artistas y bandas impresiona­ntes como David Bowie, Pink Floyd; luego Queen. Los emparento a mi época de pequeña y siempre trato de volver allí.w

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Estrella con personalid­ad. Brightman dice que la opinión de los otros la tiene sin cuidado. Pero sí le interesa lo que piensa su público, “el que está atento y escucha”.
 ??  ?? Musa y figura. Brightman fue, además, la inspiració­n de Andrew Lloyd Webber para dos de los musicales más taquillero­s de la historia: “El Fantasma de la Ópera” y “Cats”.
Musa y figura. Brightman fue, además, la inspiració­n de Andrew Lloyd Webber para dos de los musicales más taquillero­s de la historia: “El Fantasma de la Ópera” y “Cats”.

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