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Un paseo por el mundo de los quesos

Cada uno tiene una caracterís­tica especial. Los secretos de los que más se consumen en la Argentina.

- Gimena Pepe Arias gparias @clarin.com

Realmente existe uno para cada paladar y circunstan­cia. Fresco y blando, suavemente consistent­e o duro. Todo es cuestión de gustos, porqu el abanico quesero es muy, pero muy amplio

en nuestro país. En Europa es un producto mucho más consumido y presente en las dietas familiares que entre nosotros, porque allá experiment­an al máximo las posibilida­des de degustar esta hechura, maravillos­o derivado de la leche: desayunos, entremeses, pieza básica de platos principale­s, aperitivos o postres, costumbre ésta muy difundida entre los franceses. Sin embargo, Argentina, pese a su fama de carnívora, ranquea alto entre los adictos a este manjar que, pese a su proceso de elevada industrial­ización y tecnología de vanguardia, conserva una dosis de talento artesanal en su elaboració­n, fuente de su encanto a la hora de elegirlo. “Estamos en el quinto puesto a nivel mundial en consumo de queso per cápita”, afirma con una orgullosa sonrisa Adrián Valenti, maestro afinador (y apasionado) de quesos y propietari­o de Salumería Ragni, quien también reconoce que “pese a eso no somos grandes conocedore­s de la materia, como sí lo son en Suiza o Francia”.

La tarea de un “afinador” es intervenir entre la producción y el cliente en cuanto al cuidado, diseño y fórmulas de queso, ya que éste es materia viva, donde siempre influye el tiempo, la humedad y la temperatur­a con la cual se madura.

Para adentrarno­s en el extenso mundo del queso, Valenti propone comenzar por las clasificac­iones. La más popular es reconocerl­os por su contenido de humedad, es decir los cremosos, semiblando­s, semiduros y duros. Por su contenido de grasa, se desprenden los descremado­s, semigrasos, grasos y extra grasos. También se los puede dividir teniendo en cuenta su corteza, su cuajada, su añejamient­o o maduración o por la leche de la cual están hechos: si bien existen múltiples opciones, se destacan las de vaca, oveja, cabra y búfala. Cada queso tiene su caracterís­tica particular que depende del tiempo de maduración del mismo. Por supuesto, existe un tiempo exacto donde mejor se aprecian sus cualidades. Por ejemplo, uno cremoso estará óptimo para consumir a los 20 a 25 días de elaborado; los semiduros y semiblando­s tardan entre 30 y 35 días mientras que los duros requieren más tiempo.

Secretitos

A veces, no me diga que no, sucede que entre las mandarinas, la manteca y el pote de dulce de leche a medio consumir quedó oculto en el fondo de la heladera un pedazo de queso, como perdido en la oferta alimentici­a de la casa. Entonces, nos preguntamo­s: ¿se podrá comer todavía? Valenti recomienda observarlo y olerlo. “No se pone malo. Se transforma en un producto más duro, más picante, más ácido, pero no por eso deja de ser comestible. Simplement­e, no está en su máximo esplendor”, asegura.

En nuestro país, los comemos -sobre todo- en picadas, pizzas y con las pastas, aunque allá, en la bota italiana, suelen concederno­s ese “pecado” de mesa lejana. Desde Salumería Ragni comentan que históricam­ente el mayor consumo en nuestras tierras lo encabezaba­n los cremosos, el semiduro (tipo Mar del Plata) cáscara colorada y los duros de cáscara negra. Pero, los tiempos cambian, hoy los más pedidos son la burrata, el brie, el gruyere, el provolone y el queso azul, que antes llamábamos roquefort. Estos son los más destacados, pero anímense a probar todas las variedades, de diferentes leches y diversos orígenes y ¡hagan su propio top five!

Burrata

“Es el más vendido en este momento, ya que está de moda, y está presente en muchas cartas de restaurant­es”, comenta Valenti y explica el método para elaborar al queso fetiche del momento: la burrata es una mozzarella recién hecha con el corazón de stracciate­lla, que es otro queso hilado de mozzarella con crema. Entonces, adentro de la polpetta queda encerrado el relleno líquido. Se cierra como si fuera un pañuelito y se hace un nudo. Se produce en el día, pero bien conservada en su líquido, envasada y en atmósfera controlada (heladera) dura hasta 25 días. Tradiciona­lmente nació como un queso para comer fresco, pero gracias a los avances tecnológic­os hoy se lo puede conservar.

Cómo comerla: Partirla en cuatro, rociarla con oliva y agregarle pimienta. Con tomate queda genial, incluso, en Italia, se come mucho con pesto. Desde la Salumería sugieren un plato estrella: a una fuente con pasta al dente y salsa, colocarle encima una burrata y hornear. La bomba de crema estallará y la mozzarella se colará por los recovecos entre la salsa y la pasta. Un espectácul­o.

Gruyere

Este es un queso suizo, de la zona de Gruyere, justamente. En su origen es de una pasta cerrada y con un pequeño ojo desgarrado, corteza muy olorosa y es muy pastoso, informa Valenti. El ojo grande y brilloso (ese agujero tan caracterís­tico de este queso) lo da un ácido que se genera en forma natural, el ácido propiónico. “Cuando se elabora en su origen es una cuajada fresca prensada, sin ojos, ni aromas diferentes. Con el tiempo aparecerán los rasgos distintivo­s de cada uno. En su momento el origen fue caracterís­tico de la zona donde se creó, con particular­idades que en ese momento nadie sabía bien por qué salía. Esas eran singularid­ades propias de la zona”, explica el maestro quesero de Ragni, y agrega: “Después, con el desarrollo de la industria, se fue haciendo la receta, se fue creando la fórmula y se fue difundiend­o en otros países, con diversidad de resultado final, claro. En Argentina salió distinto que en Suiza. Acá tiene un ojo más grande que en Europa. Tiene gusto dulzón picante”. Desde la elaboració­n se consume a los noventa días, aunque depende de las hormas, que pesan entre 40 a 60 kilos.

Cómo comerlo: Es el indicado para encabezar las picadas. Queda muy bien con jamón crudo, alcauciles, morrones, aceitunas… Es ideal para gratinar pastas e infaltable en los chipa.

Queso azul

Este es uno de los productos más vendidos por Santa Rosa. Orlando Luciani, maestro quesero de la firma, aclara que el penicilliu­m que posee este que

so no se inyecta, sino que se agrega a la leche durante el proceso de elaboració­n. Como en todos los ejemplares, hay que darles las condicione­s de temperatur­a y humedad correctas para que se desarrolle bien. “El queso azul es una generalida­d que incluye a todos los quesos que contengan a este hongo penicilliu­m. Hace muchos años lo llamábamos roquefort, pero sólo se puede llamar así al producto elaborado en esa zona de Francia”, explica Luciani. Cuando está recién elaborado no es azul, es blanco ya que todavía no desarrolló el hongo. Este surgirá con el clima que se genera en las cámaras, que busca recrear el ambiente de las cavernas naturales en la región de Roquefort. El auténtico se elaboracon leche de oveja cruda, mientras que los azules locales se fabrican con leche de vaca pasteuriza­da. Un mito para desterrar, comenta Martín Pérez, responsabl­e de la Escuela de Queso de Santa Rosa, es que a veces se ve como unas inyeccione­s a los costados del queso. Esto no quiere decir que el penicilliu­m fue incorporad­o de esa manera, sino que éstas permiten que el queso pueda respirar. Cuando el hongo comienza a desarrolla­rse ya no se detiene por lo cual este queso tiene una vida útil: a los 45 días está equilibrad­o. Bien conservado dura 200 días.

Cómo comerlo: Con bruschetta­s, en salsas para pescados o carnes rojas.s. Los higos frescos resaltan su sabor.

Brie

En Francia es el “rey” de los quesos, y los paladares argentinos lo han adoptado. “Los franceses mismos consideran que hacemos un buen brie. Adaptado al gusto argentino, claro. El original es muy diferente. Ellos lo fabrican con leche cruda y acá no está permitido. El mejor del mundo es el brie de Maeaux, que es muy fuerte”, cuenta Adrián Valenti. En nuestra tierra se vende el artesanal, hecho con fermentos franceses, pero de gusto más delicado que el europeo. Los que gusten de estos quesos conocen que tiene una particular­idad: el gusto a amoníaco. “Es desagradab­le si predomina mucho, pero hasta un cierto nivel es propio de la caracterís­tica del queso. Acá no gusta sin nada de amoníaco”, asegura. Para consumirlo, desde su elaboració­n, está óptimo entre 30 y 45 días. Así como un bife se puede pedir jugoso, a punto, pasado de punto o cocido, con este queso sucede lo mismo. En Salumería Ragni lo venden en diferentes estados: nuevo, a punto, cremoso y súper pasado. Este último es muy intenso y oloroso. Es usual que se lo confunda con el camembert, pero son dos piezas diferentes. En el caso del camembert la altura es la misma que el radio, mientras que el brie se elabora en grandes piezas. Ambos son quesos franceses de corteza enmohecida.

Cómo comerlo: Solo es una delicia. Marida con frutos rojos, pimienta, miel, jalea, e incluso con manteca.

Provolone

El picantito de la tabla de quesos. Para rallar grueso o para deleitar al cuerpo junto con una buena copa de vino. Para celebrar los 100 años en el mercado, Santa Rosa lanzó una edición especial, Centenario, con una doble maduración. Los quesos tradiciona­les tienen 12 meses de maduración mínima, pero para festejar el primer siglo de la firma lanzaron uno con 20 meses. Este queso es similar a la versión nacional del parmessano reggiano, tiene un proceso de elaboració­n sparecido a los quesos duros. “Hay una diferencia en materia grasa y las cepas selecciona­das. Una vez listo va a la cámara de maduración, a temperatur­a y humedad

controlada, donde el trabajo de las bacterias lácticas o el ácido láctico que se incorporan inicialmen­te, es generar una serie de enzimas que después, en el proceso de afinado, llegan a dar esa textura, ese sabor y esa cualidad que el proceso termina con un queso reggianito espectacul­ar”, comenta Orlando Luciani, de Santa Rosa. Cómo comerlo: Solo, de a trozos cortados a mano para poder apreciar su textura. Es el indicado para gratinar verduras o pastas. Se puede cortar con el pelapapas para formar escamas y acompañar ensaladas.

 ??  ?? Queso azul. Es tan amado como odiado por su intenso olor y sabor inigualabl­e. Es uno de los quesos más vendidos, según cifras de la empresa especializ­ada Santa Rosa.
Queso azul. Es tan amado como odiado por su intenso olor y sabor inigualabl­e. Es uno de los quesos más vendidos, según cifras de la empresa especializ­ada Santa Rosa.
 ??  ?? Gruyere. Agujeros por doquier y de sabor picantón.
Gruyere. Agujeros por doquier y de sabor picantón.
 ??  ?? Brie. Cremoso y de sabor sumamente delicado.
Brie. Cremoso y de sabor sumamente delicado.
 ??  ?? Provolone. La doble maduración le sienta bien.
Provolone. La doble maduración le sienta bien.
 ??  ?? Burrata. Mozzarella con corazón de crema.
Burrata. Mozzarella con corazón de crema.

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