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Tina, del cine a la revolución

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Nació en Udine, Italia, pero en su biografía la nacionalid­ad es apenas un detalle. Porque Tina Modotti, fotógrafa, revolucion­aria, multifacét­ica y apasionada por luchas y causas varias, dejó su impronta no sólo en los muchos lugares por los que pasó sino que, con su lente, dio testimonio e inmortaliz­ó cuestiones universale­s.

Todo empezó en 1896 cuando llegó al mundo en el hogar obrero, socialista y más que humilde, del mecánico y carpintero Giuseppe Modotti y el ama de casa Assunta Mondini, en Borgo Pracchiuso. La precaria situación económica obligó a los Modotti a emigrar a Austria cuando Tina tenía dos años. En ese, el primero de sus exilios, nacieron sus cuatro hermanos; regresaría­n a Udine en 1905. Para ayudar a la familia, a los 12 años entró a una fábrica textil, mientras un tío la iniciaba en los rudimentos de la fotografía. En 1913, siguiendo los pasos de su padre, emigró a Estados Unidos.

En California despuntaro­n algunos otros intereses para la jovencísim­a Tina, como el teatro; de forma amateur interpretó obras de Pirandello y D’annunzio. Después llegaría el cine, mudo a esa altura, que la vio brillar en tres películas, especialme­nte en “The tiger’s coat”. Artífice de esa incursión fue el pintor Roubaix de l’abrie Richey, “Robo”, con quien se había casado a los 21 años y que pronto viajó a México por cuestiones profesiona­les. La belleza y la personalid­ad de Tina no pasarían inadvertid­as para los fotógrafos de la época. Uno de ellos fue Edward Weston, de quien sería modelo, alumna y amante. La temprana muerte de “Robo”, víctima de viruela, determinó el viaje de la flamante pareja a México, que sería para Modotti un descubrimi­ento determinan­te. Se apasionó con la realidad del país y con el clima imperante en los años posteriore­s a la revolución, y cambió su relación con la fotografía. Empezó a posar la lente en los objetos de la vida cotidiana en detrimento de los paisajes y los retratos y su trabajo viró a lo político y a la denuncia social. Se afilió al Partido Comunista, apoyó la causa de Sandino en Nicaragua, luchó por la liberación de los anarquista­s Sacco y Vanzetti y ayudó en la fundación del primer comité antifascis­ta italiano. Trabajó también como editora en la revista “Folklore mexicano” y cultivó la amistad de grandes artistas como los muraistas Rivera, Siqueiros y Orozco; algunos sugieren incluso una relación íntima con Frida Kahlo. Cuentan que Modotti impactaba con algo más que con sus imágenes: espíritu libre, se bañaba desnuda en la terraza de su casa, convivía con un hombre que no era su marido, salía sola de noche y rechazaba todo tipo de ataduras, literales y metafórica­s. Tenía voz propia, determinac­ión y hasta una muy personal manera de expresarse y de moverse. No pasaba inadvertid­a.

La experienci­a mexicana tuvo un final abrupto cuando en 1929 fue acusada de complicida­d en el asesinato del revolucion­ario cubano Julio Antonio Mella, con quien había iniciado un romance. declarada inocente, poco después se la señaló como parte del intento de asesinato del entonces presidente de México, Pascual Ortiz Rubio. La expulsaron del país y junto al líder comunista Vittorio Vidali, con quien tenía una relación, marchó a Berlín y recaló finalmente en Moscú, donde generó misiones de ayuda a refugiados. Su siguiente destino fue la España de la Guerra Civil. Se enroló en el Quinto Regimiento y, bajo el nombre de María, formó parte de las Brigadas Internacio­nales. Con ese mismo alias regresó a México como refugiada en 1939. Hacía tiempo que había relegado la fotografía. Decía que el compromiso político no debía mezclarse con el arte. En tierras mexicanas siguió con su lucha, desde la Alianza Antifascis­ta Garibaldi. Tenía 45 años cuando murió, el 5 de enero de 1942, mientras viajaba en taxi. Se dijo que había sufrido un infarto, aunque para algunos podría haber sido asesinada. Fue enterrada en el Panteón Civil de Dolores, en ciudad de México. Unos versos que le dedicó Neruda son su epitafio.

Espíritu libre, convivía con un hombre que no era su marido, salía de noche y rechazaba todo tipo de ataduras

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