El imaginario del cine en una divertida fábula
El actor Héctor Díaz debuta como autor con esta comedia llena de guiños y buenas actuaciones.
Amor de película De: Héctor Díaz. Con: Gerardo Chendo, Rubén de la Torre, Javier Niklison, María Inés Sancerni y Luli Torn. Sala: Espacio Callejón (Humahuaca 3759) Jueves a las 21. Teatralidad en su estado más puro, del más original. En esa línea se enmarca Amor de película, escrita y dirigida por Héctor Díaz, que se presenta en el Espacio Callejón. Díaz es un actor de larga trayectoria (ahora protagoniza junto a Juan Minujín, Jorgelina Aruzzi y Valeria Lois, La verdad, una de las más vistas en la cartelera porteña) y con Amor...se prueba por primera vez como dramaturgo.
La obra es parte del proyecto Teatro Líquido, al que lo convocó el director Javier Daulte junto con Paula y María Marull y Silvia Gómez Giusto. En ese contexto pensado para compartir un espacio de dramaturgia entre colegas y amigos es que surgió Amor de película.
Los personajes recuerdan un poco a los de las comedias de los años ‘40 y ‘50 de Hollywood, pero con ingredientes muy actuales, y un enfoque super original. Hay un productor de cine bastante chanta que quiere salvarse con algún éxito que lo devuelva a sus grandes épocas. También está su secretaria, metida, criticona y con la que, además, tiene un romance secreto. A ellos se les ocurre convocar a una youtuber que está triunfando en las redes, y juntarla con un guionista en decadencia, pero con oficio con la remota idea de que juntos pueden escribir algo que la pegue. Y los salve a todos.
A ese cuarteto se suma un funcionario un poco oscuro y creído que puede conseguirles cómo concretar el proyecto y de paso, sumarse puntos para su carrera burocrática.
En ese delirante rejunte se van sucediendo
las escenas en las que el duo que intenta darle forma a una historia no cuaja ni por casualidad. Son el agua y el aceite. Sin embargo, una sutil atracción entre ellos empieza a sumar una cuota de romanticismo e intriga al combo.
Díaz demuestra que, además de un actor de enormes matices, también resulta un dramaturgo y director con recursos suficientes como para plantar bandera con contundencia fuera del escenario.
El humor funciona en las dosis justas apelando a mecanismos archiconocidos, pero que nunca fallan: escenas “gemelas”, repeticiones mecánicas y malosentendidos verbales que parecen un homenaje a viejos cómicos como Laurel & Hardy o los hermanos Marx, con lo mejor de esas fuentes. Y para hacer rendidor ese material con el que Díaz se anima a jugar, cuenta con un grupo de grandes actores y actrices que saben arriesgarse y darle profundidad hasta al último detalle a sus criaturas.
Gerardo Chendo, Rubén de la Torre, Luli Torn, Javier Niklison y María Inés Sancerni (siempre excelente, haga comedia o drama) construyen estereotipos creíbles y queribles. Y en el trasfondo, estos personajes transitan el desamor, los desencuentros y las dificultades para relacionarse, los fantasmas que cada uno arrastra y que devienen en frustraciones, aquí resueltas hacia la comedia en un constante juego de espejos, dobles y alter egos.
La iluminación de Sebastián Francia y la escenografía de José Escobar, Julieta Kompel y Alicia Leloutre suman con lo que hace falta para redondear la propuesta que sale del molde y acierta.w