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Paloma Ker, la revelación del año

Tiene 23 años, estuvo a punto de desistir de presentars­e a un casting y hoy se luce en la serie de Space como la primera esposa del boxeador.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Con austeridad de gestos, de palabras y de maquillaje, y con dosis justa de intensidad, Paloma Ker nos propone un viaje del amor al odio y de la pobreza al ascenso social. Un paseo desde el rancho, el batón y el frizz hasta la casita de cemento, las pelucas importadas y el refinado juego de cuchillos de cocina con que Pelusa apunta a los testículos de Carlos Monzón: “Te voy a cortar los huevos”.

Pelusa Monzón, primera esposa del campeón, la mujer que sufrió su violencia y contraatac­ó “a escopetazo limpio”, es un personaje que brilla en la serie Monzón, de Space. Detrás de la recreación está Paloma, apenas 23 años y el temple perfecto para afrontar el rol de la santafesin­a que se reconcilió con Susana Giménez y hoy dedica su vida a Dios.

En la ficción la vemos presenciar el suicidio de su hermano, dejarse abrazar por los tentáculos de Carlos, recibir su amor enfermizo. Bravo debut. Lo interesant­e es verla contar algo para lo que aún no se inventó una palabra justa: el pasaje a la desilusión en una relación, cómo se llama eso que pasa cuando un vínculo se resquebraj­a. Una zona de desencanto y hasta de iluminació­n: ver al otro tal cuál es y no tal cual lo necesitamo­s.

Nacida en Caballito, criada entre Belgrano y Palermo, a Paloma el apellido Monzón le sonaba lejano. Es que cuando ella llegó al mundo (el 22 de enero de 1996), ya se había cumplido un año del accidente mortal en el que el Renault 19 gris de Carlos mordió la banquina en el paraje Los Cerrillos de la Ruta Provincial 1, al noreste de Santa Rosa de Calchines. “Apenas sabía que había sido boxeador y había sido novio de Susana”, explica tímida.

Tres días para preparar un personaje inabarcabl­e. Su representa­nte la llamó con el aviso de casting, Paloma se acobardó y estuvo a punto de desistir. Fiel a su generación, su primer impulso fue googlear. Fue entonces que una frase de Pelusa como visitante de la cárcel de Batán, con las milanesas a cuestas y la Biblia, resonó en la cabeza de Paloma. “Yo por él atravieso paredes”. Es que “Doña Pelu” era (y es) más compleja que lo que la serie refleja. Capaz de ser ex esposa y esperarlo rejas afuera con esperanza, capaz de declarar horas después del asesinato de Alicia Muñiz: “Bajé 20 kilos con un tratamient­o médico de ocho meses porque el Negro dice que yo parecía una chanchita”.

“Dentro de su fortaleza está su fragilidad. Ella era medio madre de él, la que conocía sus puntos débiles y lo levantaba cuando se caía, pero también la que lo bajaba cuando él se creía eso de ser campeón”, analiza Paloma, que para el gran rol bajó tres kilos, prestó su cabeza a las extensione­s y cambió la postura corporal, con los hombros más caídos y un andar más relajado. También intentó captar la cadencia del discurso y la sonoridad santafesin­a. “Era la mujer que le recordaba los orígenes comunes, la que lo amó incondicio­nalmente y entendía la violencia como natural, porque así se relacionab­an también en

su familia su padre y hermanos”.

Paloma creció en un departamen­to con patio, con el ruido de los animales del zoológico porteño de fondo. Extroverti­da de niña, fue en un cumpleaños de su hermana, vestida de Floricient­a, cuando la autora televisiva Marcela Citterio descubrió su don y gestionó la primera participac­ión en pantalla, en La

panadería de los Felipe, en 2005. Enseguida llegó un rol infantil en la telenovela Se dice

amor y, más tarde, aparicione­s en Los ex, Consentido­s, Simona.

En su pasaje de la niñez a la adolescenc­ia pasó por la escuela de Reina Reech, estudió teatro con las hermanas Marull y Nora Moseinco y desde hace una década se forma con Mónica Bruni. No piensa hacer pausas: textos de Salinger, Chéjov, Tennessee Williams, Jorge Luis Borges, Horacio Quiroga, profundida­d y buceo. “Tengo la teoría de que si dejás de estudiar, te desaceitás”, se ríe.

Ex jugadora infantil de tenis en el club Harrods, amante de la equitación, en ese corto período entre la llegada de mayoría de edad y el presente, fue cadeta en una empresa de organizaci­ón de eventos, trabajó en una biblioteca porteña y fue dueña de una confitería/”wafflería” en Belgrano. Admira a Meryl Streep, tiene como libro de relectura frecuente El guardián entre el centeno (Salinger) y vuelve siempre a poner Play a Un lugar

llamado Notting Hill. Piensa en iniciar en breve una carrera humanístic­a (”Filosofía o Historia del arte”).

-No pudiste hablar con Pelusa. ¿Qué le dirías si pudieras entrevista­rte con ella?

-Que la quiero. Que imagino que debe haber sido duro. Que estoy segura de que él la amaba mucho. Él era una bestia, pero aún así la amaba. Es una forma que no está bien y no es sana, amor mal desarrolla­do y mal expresado. Estuve hablando con Agustín Monzón, el nieto, y me dijo que iba a interceder para ver si podemos juntarnos con Pelusa.

-Formás parte de una generación donde la visibiliza­ción y la denuncia de la violencia los hace más consciente­s de lo que no debe ser.

-Sí, formo parte de una generación que ve las cosas desde otra perspectiv­a. Cuando yo iba a bailar, detestaba esa forma de encarar primitiva, agresiva. Las cosas están cambiando.

-¿En qué porcentaje podríamos decir que tu personaje está inspirado en la realidad?

-En un 85%. Se relacionab­an a los golpes, pero para no correr riesgos no se muestra esa parte de ella.

-¿Qué te pasa cuando te mirás en televisión?

-Todavía no entiendo mucho. No me puedo mirar, me da pudor. Soy perfeccion­ista y al principio de cada capítulo me genera angustia, pero en las repeticion­es ya me acepto.

-¿Cuál es el personaje que más te impacta de esta historia?

-El de Amílcar Brusa. Él apadrinánd­olo. Como maestro y discípulo. Siempre cuidándolo. Hay un lindo triángulo ahí, entre Pelusa, Carlos, Brusa: él lo educa y hasta le da las monedas para que la llame a Pelusa. Y Pelusa le pide a Amílcar que le dé más peleas para que él no se descarrile en el tiempo libre.

Él lechero, ella mucama. Carlos y Mercedes Beatriz García (Pelusa) se cruzaron en un barrio santafesin­o cuando él (19) cargaba los frascos y ella (15) limpiaba casas. El hogar era un ring. Besos y puños con la misma intensidad. Separacion­es, regresos, nuevas rupturas y una unión eterna más allá de lo matrimonia­l.

Cómo superar un rodaje tan complejo y tan rico en matices argumental­es. Ker sabe que una trama así puede no volver a suceder en su carrera. Imaginarse a Paloma en los escenarios diez años después de la catapulta de Space y de su sólida respuesta a la cámara, no es difícil. Pero ella prefiere evitar el Fast Forward: “Este fue un producto parecido al cine. No sé si va a volver a repetirse algo así. Yo no me sueño muy lejos, sólo aspiro a estar presente siempre en el día a día, tener el coraje de decir que no cuando algo no me entusiasma”.

 ?? ANDRES DELÍA ?? Tres días. Eso tardó Ker en investigar sobre el personaje y prepararse para la primera prueba de cámara para ser Pelusa.
ANDRES DELÍA Tres días. Eso tardó Ker en investigar sobre el personaje y prepararse para la primera prueba de cámara para ser Pelusa.

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