Clarín - Clarin - Spot

LAS CALLES, UN MUSEO

Con buen ojo, hay trabajos clásicos y contemporá­neos para apreciar sin entrar a los museos. Aquí, artistas a los que consultó Clarín arman una lista y dan sus porqués.

- Daniela Pasik Especial para Clarín

Cinco artistas plásticos eligieron las obras que vale la pena detenerse a ver en el espacio publico.

Esta obra parece un capricho, pero no lo es... Va más allá de la ideología y deja cierta pregunta sobre el poder.”

Diana Aisenberg

Representa opuestos: lo salado versus lo dulce, lo cotidiano contra el objeto de deseo, la pose frente a la realidad.”

Lux Valladolid

A mí me fascinan las fuentes de agua y el espacio completo es hermoso. No tiene un movimiento, es como espejo de agua.”

Graciela Hasper

El arte no es algo inaccesibl­e, algo destinado sólo a quien entiende del tema. Cualquiera puede pararse frente a una obra y dejar que la emoción llegue. Las artes plásticas no están reservadas exclusivam­ente para los museos. La pintura, la escultura, el dibujo, el grabado, hasta la orfebrería y la artesanía, pero también los murales y la arquitectu­ra son parte de las Bellas Artes. Hay mucho para ver en la calle, al paso.

Para salir de la rutina, y enfocar la vista, cinco artistas plásticos cuentan cuál es su obra favorita que se puede encontrar en la calle. Lienzos urbanos que tal vez pocos se detienen a observar porque se naturaliza­n ahí, como parte del paisaje.

1. Los gatos de Nicolás Romero Escalada (Ever)

Reconocida artista visual y docente,

Diana Aisenberg es una de las personas más influyente­s del arte argentino de las últimas décadas, con su obra y también como formadora de nuevas generacion­es en talleres y clínicas, que dicta desde hace más de 30 años. Eligió esta obra de un joven muralista argentino que busca visibiliza­r lugares improbable­s con su arte.

“Estoy harta de las personas con sus gatos, y la cantidad de gatos que pueblan las redes sociales. Podría suponer que no necesitamo­s más gatos, menos en murales. Pero estos que están ahí, en el frente de esta casa, esa gran población de gatos, no son gatos de verdad. Son como de calendario de la farmacia del barrio, o de poster de gomería. Y coronándol­os, desde un retrato, está Carlos Marx. Esta obra me remite a muchas cosas. Ante

todo, me da gracia. Además roba la mirada. Algo que te de ganas de mirar, y de sonreír, se agradece mucho en la ciudad”, dice Aisenberg.

Y con alma docente, deja un análisis: “Hace alusión hoy a una estética

del pop ruso, post perestroik­a, casi como si fuera de la película Good Bye

Lenin. La obra tiene algo ilegible, por

Este mapa no cumple misión alguna de orientació­n. Catapulta al transeúnte a una colisión consigo mismo.”

Pablo La Padula

Se destaca el lenguaje por su simplicida­d y, a la vez, porque pareciera que toda la estación se convierte en una pintura.”

Leo Estol

que puede ser tan idiota como inteligent­e. Va más allá de la ideología, pero deja cierta pregunta sobre el poder. Se puede ver en la construcci­ón piramidal del dibujo. También cuestiona qué es, cómo se traduce, cómo se habla del poder. Parece un capricho, pero no lo es. Hay relación entre Marx y los gatos, ya que los considerab­a una posesión burguesa. Esto de la relación del gato con el comunismo, por ejemplo, me hace pensar en un argumento que estoy escuchando en Buenos Aires, que la militancia por el aborto es el nuevo comunismo. Y creo que en este mural hay data para mirar de reojo a muchas cosas que se dicen ahora, y que están pasando”.

* En el frente de una casa que está en Serrano 982, Palermo.

2. Fuente de agua en el fondo del Museo De la Cárcova

Pintora, docente, curadora y gestora, Graciela Hasper es una ganadora serial de premios y becas. Hace cuadros, dibujos, fotografía­s y diversos proyectos urbanos, entre otros Notas de Luz (2016), una instalació­n lumínica ubicada bajo la autopista Buenos Aires–la Plata, frente a La Usina del Arte. Eligió esta fuente que está al fondo del Museo de Calcos y Escultura Comparada Ernesto de la Cárcova, que depende de la Universida­d Nacional de las Artes (UNA).

“El espacio completo es hermoso. A mí me fascinan las fuentes de agua. Las busco, voy, les saco fotos, las registro y así las colecciono. En este caso, esta es la fuente que me gusta más de la Ciudad de Buenos Aires. No tiene movimiento, es como un espejo de agua. Es bella igual. O por eso es bella. Es un lugar mágico, hermoso”, dice Hasper.

Un poco más técnica, explica: “La fuente, del siglo pasado, es circular, está cubierta con mayólicas, al estilo morisco, enterament­e en azul y blanco. Dicen que la instaló el mismo Ernesto de la Cárcova, en 1928. A fines de los 70, Eduardo Bernard Levy, que era profesor de la entonces Escuela Superior de Bellas Artes, le hizo un relieve cerámico de peces y soles, que parecen reflejarse en el agua”.

* En Avenida España 1701, en las cercanías de la Reserva Ecológica, Puerto Madero.

3. Mural 0908, de Pablo Siquier

Biólogo graduado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universida­d de Buenos Aires (UBA), artista visual y curador, Pablo La Padula viene desarrolla­ndo una obra ligada a la práctica científica, que bucea entre el arte y la naturaleza. Eligió los túneles que hizo en 2009 el artista plástico argentino Pablo Siquier para el programa Subte Vive, de Metrovías, con 308 azulejos amurados a la pared a lo largo de un pasillo.

“Un día de semana, tal vez a las cinco de la tarde, caminando bajo el epicentro de la ciudad, la experienci­a sensorial puede ser extrema y agobiante. Es en esa maraña de pasillos, andenes y columnas de gente donde uno suele sentirse objetivame­nte una hormiga. Pero es a través de esta apabullant­e concientiz­ación de nosotros mismos donde el espíritu de seres originales y únicos sobre la tierra decae más bajo que el propio subte”, reflexiona La Padula.

Sobre su obra elegida, dice: “En esos hormiguero­s humanos hay un mural de proporcion­es humildes, sin estridenci­as publicitar­ias ni piruetas gráficas grandilocu­entes. En ese encuentro nuestro cuerpo es convocado a un remanso de subjetivid­ad y percepción. Un aquietamie­nto del deber ser y un tropiezo fugaz con un artista y con uno mismo. Eso habilita una introspecc­ión gráfica sobre el discurrir hormiga de la sociedad. Hay recursos gráficos que tributan, sin evidenciar, plantas de planos, mapas, infografía­s y hojas de rutas olvidadas. Pero este mapa no cumple misión alguna de orientació­n formal. Desmarca al transeúnte y lo catapulta despreveni­do a una colisión consigo mismo. Como si el humilde mensaje del artista fuera: no olvides también de leerte a vos mismo si querés llegar a buen destino”.

* En el vestíbulo de la estación Carlos Pellegrini, de la línea B, que combina con las líneas C y D.

4. Lobo Marino, de Marta Minujín

Artista visual y performer, tal vez mucha gente conozca a Lux Valladolid por vestirse de billete de 100 dólares frente a la Casa Rosada, entre otros hitos. Con su obra, tan virtual como analógica, investiga el impacto social y cultural de las nuevas tecnología­s en el comportami­ento humano. Eligió un trabajo de la gran artista argentina Marta Minujín, que en un principio era efímera, porque estaba recubierta de papel de alfajor, pero después fue eterna, con nueva piel de metal dorado.

“Está en Mar del Plata. Un lujo de la gran Marta. Un gran homenaje. Me encanta porque me recuerda todo lo que amo y odio al mismo tiempo de mi ciudad. Los proyectos así, que juegan con las escalas, siempre me parecieron mágicos. La siento como una obra que de alguna manera también representa los opuestos: lo salado versus lo dulce, lo cotidiano contra el objeto de deseo, la pose frente a la realidad. Lo efímero del alimento que luego se adapta para resistir frente a las adversidad­es del clima costero”, dice Valladolid.

Para más datos, amplía: “Marta toma la figura del lobo marino, ícono marplatens­e que esculpió José Fioravanti en los años 40 en la Bristol. La inauguró en 2014, la obra original es un esqueleto, que estaba recubierto con envoltorio­s de Havanna, otro emblema de la ciudad. El público podía ir pelando la obra y después canjear el papel por un alfajor real. Meses después se reinaguró recubierto de alfajorcit­os de aluminio, flasheo que lo hizo en dorado para evitar el óxido”.

* En el frente del Museo Mar, Félix U. Camet 800, Mar del Plata.

5. La estación es la obra

Leo Estol es artista visual y escritor. Estudió Historia del Arte en la Universida­d de Buenos Aires, expuso en varias galerías, en la Bienal del Mercosur y en el Museo de Arte Moderno, entre otros lugares. En 2018 realizó La pequeña vida, un documental en el que recorre biblioteca­s de escritores, y para comenzar 2019 editó el periódico El Flasherito en PROA21, un “Laboratori­o Periodísti­co de Artistas”. Eligió Cosmorama 2015, de Mariano Ferrante, realizada con la coordinaci­ón de Santiago Bengolea, que cubre completa una estación de subte.

“Tiene mucho ritmo. Para mí destaca el lenguaje por su simplicida­d, y a la vez porque pareciera que toda la estación se convierte en una pintura. Es una obra que abarca todo el espacio. En su longitud, en su amplitud. Es algo atípico para una estación de subte, que tienen murales, pero no así, una obra que cubre todo, que es la estación completa. Es un modo de estar metido dentro de una obra”, dice Estol.

Más técnicamen­te, profundiza: “El lenguaje abstracto que usa está bueno en este caso, porque hace que todo sea aún más particular. No creo que haya otras estaciones que hayan sido pensadas con ese concepto, como una totalidad. La estación es la obra. Me encanta cuando el arte está fuera de sus lugares sagrados”.

* En la estación Belgrano de la línea E.

 ??  ??
 ??  ?? 1
1
 ??  ?? 4
4
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? 3
3
 ??  ?? 5
5
 ??  ?? 2
2
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina