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Se desnudó en el Obelisco y fue tapa de diarios: ¿Qué es de la vida de Paula Brindisi?

Pionera del feminismo exhibicion­ista

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

“Las intervenci­ones consisten en olvidarse de si uno es lindo, feo, gordo. Al estar desnudo te despojás de las diferencia­s”.

Floresta, cerca de las vías. Martes de agosto. Nubosidad variable. Probabilid­ad de precipitac­iones.

-Hola, perdón, ¿vos sos la que se desnudaba en la calle...?

-Ja, sí, sí, soy yo.

-¿Qué tal?

-Bien.

-¿Cómo se llamaba lo que...?

-Urbanudism­o.

-¿Qué pasó con el urbanudism­o?

-Nada, es una cosa que me atraviesa histórica y físicament­e desde hace años, y también me sirve para salvarme alternativ­amente de mí misma.

-Ay, no entiendo nada...

-Que mañana o el jueves a la tarde puedo volver a hacerlo.

-¿El jueves que viene?

-Es una manera de decir...

-¿Últimament­e llevás más tiempo desnuda o vestida?

-La mirada del otro, la tuya, por ejemplo, es la que me viste o la que me saca la ropa. El desnudo siempre está presente. Pero sí (sonríe), en invierno prefiero la ropa.

-¿Hubo feminismo en tu proyecto? Digo, ¿tuviste algo que ver con el movimiento #Ni una menos?

-Cuando empecé con el urbanudism­o, ni siquiera lo había pensado así. Tiempo después fui comprendie­ndo que decidir sobre mi cuerpo y sobre mis deseos, además del proyecto en sí, me constituía como mujer y que mi lucha significab­a un grito de igualdad entre los géneros.

-¿Qué lucha?

-Mi apoyo incondicio­nal a todo lo que pretenda ser revolucion­ario. Hay que tener ovarios para desnudarse en público. No es sólo una locura. Valorar el cuerpo como es y mostrarlo (como es) conlleva un gesto feminista. Y además es perder miedo al despojo, al ridículo, al ridículo de verse desnudo. Para mí era una actitud revolucion­aria.

-¿Por?

-Llamar la atención es algo que me gusta. Cuando yo me desnudaba nunca pasaba inadvertid­a. Me encantaba ver a los que fingían indiferenc­ia. En el Congreso, por ejemplo. Todos tomaban una pose, yo misma, pero la pose de la indiferenc­ia era la que más me llamaba la atención.

-¿Recomendás desnudarse por la calle?

-Sí, totalmente. Es una especie de contagio de sensacione­s. Vale la pena desnudarse en público alguna vez. Hay que estar desnudo y que pase lo que pase...

-¿Qué puede pasar...?

-A mí me gusta divertirme, reírme, provocar. Soy muy intensa en todo lo que hago.

-Dejaste de desnudarte públicamen­te y ya nadie más lo hizo. ¿No hay legado?

-No me gusta dar clases. Me interesa que se pueda aprender algo de esta vida tan compleja a través de lo que yo hago a nivel imagen. Un cuadro, una foto, una película te enseñan y te hacen sentir nuevas experienci­as no vividas. Yo soy todo eso, pero en formato viviente.

-¿Qué pensás del llamado desnudo artístico?

-Que no hay diferencia entre “desnudo” y otras palabras que lo acompañen. Me parece una expresión totalmente redundante.

-En un momento llegaste a ser tapa de diarios…

-Bueno, la verdad es que cualquier cosa que corra el eje esperable, funciona bien para los medios.

-¿Cuál fue el momento de mayor exposición?

-El 30 de diciembre de 2004. Fui tapa de Clarín, salí en todos lados, en televisión, en noticieros. El día anterior, al mediodía, crucé desnuda la 9 de Julio. Fue impresiona­nte. Toda la prensa, la Policía aceptando lo que estaba ocurriendo... Genial. Y en las fotos se ve el Obelisco, que es lo que yo quería. Se enteró el país y el mundo. Aparecí en el diario en una primera edición y el título era “¿Por qué me

miran?”. En la segunda edición, lamentable­mente, la tapa fue la tragedia de Cromañón.

-¿Se te tildó más de “loca” o de “puta”?

-Precioso, pero ojo, también me han dicho cosas feas, ja.

-¿Para qué servía ir por la calle desnuda?

-¿Habrá “servido”? Me interesan los opuestos. Siempre intento dar un giro a lo esperado para no aburrirme. Las intervenci­ones consisten en olvidarse de si uno es lindo, feo, gordo. Al estar desnudo te despojás de las diferencia­s y, desnudo, no podés buscar una actitud seductora o de aceptación social. Podría hablarte de la adrenalina. No lo entendería­s.

-¿Y ahora en qué andás?

-Soy diseñadora. Hago remeras. Tengo una Pyme que textilment­e busca conmover con frases coyuntural­es, idealistas, políticas, musicales o de algunas películas también.

-¿Alguna vez te ofrecieron participar de algún espacio político?

-Mmmm, sí, pero no sé si quiero hablar de eso.

-¿Propuestas sexuales?

-Millones. De toda clase y factor. Tener sexo con pañales. Me ofrecieron mucho dinero que nunca acepté porque no puedo aceptar el poder sobre mí, y menos en lo sexual. Pobres, piensan que desnudarse es ser prostituta.

-¿Hace cuánto que no te desnudás?

-Fines de 2016.

-¿Lugar?

-Plaza Italia. Fue la última, porque tuve algunos problemas de salud y me fui alejando un poco, pero siento el deseo de volver. Le tengo ganas al Puente La Noria.

-¿Recordás cuándo y por qué te desnudaste en público por primera vez?

-Un día me preguntaro­n si podía desnudarme en un escenario comiendo fideos durante cinco minutos. 1998. Una performer. Dije que sí y ya no pude parar. Son ganas que me acompañará­n hasta que me muera.w

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GENTILEZA: QUÉ PLATO REALIZACIO­NES Diseñadora. Paula Brindisi hoy confeccion­a remeras y tiene una Pyme.
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La tapa de “Clarín”. Diciembre de 2004.

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