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AUTÉNTICO TESORO

“Las cajas de Aída, el catálogo” se llama el homenaje a Aída Bortnik: 73 cajas rotuladas con toda su obra.

- Federico Ladrón de Guevara flguevara@clarin.com

Las cajas de Aída. El catálogo. Así se llama el homenaje que, organizado por la plataforma Impulso cultural, se le hará hoy a las 17, en la sala Casacubert­a del Teatro San Martín, a Aída Bortnik, fallecida en 2013. Es que ella, una de las grandes figuras de la cultura nacional, tenía una costumbre del orden de las manías: guardaba todos sus papeles de trabajo en cajas de cartón. El catálogo de ese material, como el guión original de la película La tregua, será presentado al público. Un catálogo que a la vez es un libro. Un tesoro.

Como periodista, Bortnik se destacó en diarios y revistas como La Opinión, Primera Plana, Siete Días, Humor, Panorama y Semanario.

Dramaturga de primera línea, también es autora de obras como Soldados y soldaditos, Tres por Chéjov, Papá querido, Dale nomás y Domesticad­os.

Y como guionista alcanzó reconocimi­ento internacio­nal en 1986, cuando La historia oficial, de Luis Puenzo, ganó el Oscar al mejor filme hablado en idioma extranjero y el guión fue candidato). Así, Aída fue la primera escritora latinoamer­icana que se convirtió en miembro permanente de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood.

Bortnik, que tuvo que exiliarse en España durante la última dictadura, también fue cofundador­a en 1982 de Teatro Abierto, donde participó con la obra Papá querido. Inquieta, y con gran experienci­a, fue asesora de la Universida­d del Cine de Buenos Aires y del Festival de Sundance, que se desarrolla en Park City (EE.UU.).

Otros de los guiones que escribió para el cine son los de Una mujer, de Juan José Stagnaro, Crecer de golpe, de Sergio Renán, La isla, de Alejandro Doria, Gringo viejo, de Luis Puenzo, Pobre mariposa, de Raúl de la Torre, y Tango feroz, Caballos salvajes y Cenizas del Paraíso, de Marcelo Piñeyro.

La periodista Patricia Molina es una de las curadoras del catálogo. Trabajó “durante dos años” junto a tres mujeres no menos admiradora­s de la obra de Bortnik: Gabriela Fantl (directora de casting), Silvana Di Francesco (productora de cine) y Teresa Téramo (Licenciada en letras).

“Antes de morir, y con autorizaci­ón de su familia, Aída les dejó a sus discípulos, el director de cine Juan José Campanella y el guionista Fernando Castets, 73 cajas de cartón rotuladas, con material de los proyectos que se habían concretado a lo largo de su carrera y los que no. Un legado muy valioso”, le explica Molina a Clarín, con entusiasmo.

Y agrega: “Nosotras, a través de un concurso de mecenazgo, abrimos cada caja y enumeramos qué dejó, hasta el papelito más ínfimo. Y con eso armamos este catálogo/libro, que está dividido en tres partes: los inicios del trabajo de Aída, sus años en el exilio y sus últimos años. Además de papeles, fotos, afiches, hay cintas de audio, como las de los casetes de las entrevista­s que Aída grabó con las Abuelas de Plaza de Mayo. También en el libro se explica en qué contexto se hizo cada proyecto, con anécdotas de Aída, con testimonio­s de otras personas... ”.

-¿El libro se va a vender?

-No, se va a repartir en las escuelas.

-¿Y dónde quedaron las cajas?

-Por ahora siguen en la casa de Fernando Castets. En octubre tenemos pensado hacer una muestra en el Museo del Cine, ahí se van a poder ver.

-De todo el material que encontrast­e, ¿qué fue lo que más te sorprendió?

-Como soy periodista, puedo decir que me llama la atención cada papelito... Recuperar un archivo es recuperar memoria. Sí, es muy fuerte. Pero la obra de Aída atraviesa la historia, son 50 años de carrera. Entre las cajas, por ejemplo, hay una carta de intención de por qué había que escribir La historia oficial. Cuando lo leés, se te caen las lágrimas. También están los cuentos que escribía para la revista Humor en los años ‘80. Tienen una vigencia increíble. Y hay un espectácul­o que Aída armó en 1975, un café concert con Susana Rinaldi... ¡Los textos son súper feministas! Hoy todo el mundo habla de feminismo, pero en aquella época, no.

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Rotuladas. Así están las 73 cajas que tenía Bortnik.

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