Daniel Tarrab, tango en el CCK
Director y compositor muestra hoy “Otra mirada”, con Néstor Marconi y la Camerata Argentina, en el CCK.
El pianista, compositor y director Daniel Tarrab encontró en el tango una manera de expresar su propia voz. Su disco Otra mirada, tangos de cámara recorre con temas originales un universo sonoro orgánico, de tono conceptual con un anclaje en la música ciudadana, de personal impronta. Tarrab, junto la Camerata Argentina, dirigida por el violinista Pablo Agri, con el bandoneonista Néstor Marconi y el pianista Cristian Zárate como invitados, lo presentará hoy en el CCK.
“No soy un músico de tango; vengo del rock, y luego del jazz, a partir de mis estudios en Berklee. Mi trabajo como compositor es en música de películas. Es decir, no había incursionado en esa faceta en el tango, hasta que el director Luis Puenzo me pidió, para su filme La puta y la ballena (2004), una construcción de época con tangos de De Caro y uno propio. Es decir que llegué al tango por razones profesionales, por trabajo”, admite.
Algunos vivieron (2002), también de Puenzo; el documental La deuda (2005), de Jorge Lanata; La señal, (2007), dirigida por Ricardo Darín; XXY (2007), El niño pez (2009) y Wakolda (2013), dirigidas por Lucía Puenzo, y Jane & Peyne (2016), documental sobre Jane Goodall en el sur argentino, dirigida por Boy Olmi, son parte de sus trabajos con el séptimo arte. Otra mirada, editado en abril, es un disco cuyos ocho temas Tarrab fue componiendo de manera artesanal a lo largo de dos años. “Empecé a tirar del hilo y me encontré con esta música que fue surgiendo poco a poco. Recuerdo que todo comenzó en un momento vacío, sin mucho que hacer. Me senté al piano con el mate, empecé a tocar y me encontré con lo que después se convertiría en el disco. Si bien el comienzo fue sin presión alguna, terminé sintiendo cierta urgencia por darle forma a las composiciones y preparar la producción para grabarlas”, recuerda el director.
Este disco converge en la búsqueda de su propia voz. “Mi trabajo es estar a disposición del deseo y de la estética que requiere cada película, y del director para el que estoy componiendo. Y si bien siempre hay algo propio, no deja de estar supeditado a una orientación muy específica. Cuando comencé con este proyecto, era sólo porque sí y eso tiene un valor vivencial”, explica.
En el álbum, donde tocó piano y contrabajo, participó también una orquesta de cuerdas de veinte músicos. “Quería darle a la música la tersura especial de la cuerda que sólo una orquesta puede darle. Además está la voz del bandoneón de Marconi, que es de una profunda expresividad”, señala el director, que incluso escribió las partes solistas para cada instrumento.
-¿Viniendo del jazz y de la música para películas, por qué eligió el tango para expresarse?
-Mucho del jazz y del tango tiene una forma de concepción parecida. Sus armonías son comunes. El día que me quieras y las composiciones de George Gershwin no difieren en el énfasis melódico, salvo que tienen improntas propias. Las composiciones de Otra mirada surgieron de manera natural, sobre todo por mi propia historia. Vengo de una casa en la se escuchaba tango, y sin duda esas atmósferas estaban en mi memoria. Y por otro lado, está la búsqueda melódica, en la que me expreso a través de este tango de cámara.