Clarín - Clarin - Spot

La historia nacional, según grandes obras de ficción

Una selección de novelas y cuentos que, con profundida­d narrativa, contaron momentos intensos.

- Natalia Gelós Especial para Clarín

No son libros de historia, pero alegórica, directa o lateralmen­te reflejan diferentes épocas, hechos, momentos. Son ramas de un árbol que nos permite ver cómo nuestra literatura decodificó ciertos años. Toda lista es tirana y nunca definitiva; lo que sigue es un recorrido posible, algunas postas en el camino, para ver de qué manera cierta ficción cruzó a nuestra historia nacional.

Zama (1956), A. Di Benedetto

La oportunida­d de reimaginar un pasado sudamerica­no con extrañeza y libre de idealizaci­ones

Narra la espera de un funcionari­o de la corona española que aguarda en Asunción del Paraguay su traslado a la Buenos Aires de fines del siglo XVII. Julio Premat, estudioso de la obra de Di Benedetto, explica: “La relación de Zama con la historia –con la verdad e incluso con la verosimili­tud– es compleja. Si bien él llevó a cabo un trabajo de archivos para preparar su novela, muchos aspectos apuntan a una construcci­ón a la vez anacrónica e imaginaria del pasado. Pero, así es la literatura: la impregnaci­ón subjetiva y la extrañeza que Di Benedetto inventa, algo nos transmiten sobre esa otredad radical que es el pasado, pero además de un pasado poco conocido en un lugar poco relevante del virreinato”.

Río de las congojas (1981), Libertad Demitrópul­os

Historia y lírica para abordar el pasado americano

Junto a Zama y El entenado, de Juan José Saer, Ricardo Piglia armaba con esta novela una tríada para pensar los tiempos de la Conquista. Aquí Demitrópul­os cuenta la historia de María Muratore, una criolla que, amante de Juan de Garay, lo sigue en una expedición para refundar Buenos Aires. Gabriela Cabezón Cámara la rescata con entusiasmo y dice: “Es una novela muy hermosa, con una prosa increíble. Aborda un período poco contado en nuestra literatura: el de la Conquista, y lo hace desde las perspectiv­as que no tienen representa­ción en la Historia, por lo menos en la que nos enseñan durante la escolarida­d”.

El matadero (1871) , Esteban Echeverría

Un unitario entre federales: ¿el punto de partida de nuestras antinomias?

El infaltable. Alrededor del unitario a merced de los federales durante el Rosismo, Echeverría expone el enfrentami­ento con un otro diferente, y un encuentro de violencias que permite, todavía hoy, pensarnos y hacer preguntas. En 1984, Piglia –siempre se llega a él– dijo que se trataba de pura ficción y gracias a eso traficaba el mundo de los “bárbaros” y les daba voz. El “texto de los textos”, según Alberto Laiseca. Carlos Gamerro lo sigue pensando en El nacimiento de la literatura argentina. Así de imprescind­ible es.

La revolución es un sueño eterno (1991), Andrés Rivera

Una pregunta lacerante, ¿cuál es el destino de nuestras revolucion­es?

A inicios del siglo XIX, Juan José Castelli, integrante de la Primera Junta y el gran orador de la Revolución, entregado a la derrota y a un cáncer que le pudre la lengua, escribe sus pensamient­os. Premio Nacional en 1992, se instaló para siempre entre los libros que nos permiten pensarnos de la mano de la buena literatura. Como todos estos clásicos y como todas las novelas de Rivera, arroja pistas también sobre nuestro presente.

Los siete locos (1929), Roberto Arlt

Para comprender ciertas angustias existencia­les de los años 20 y 30

Erdosain es el nudo de esta novela y en él confluyen esos siete locos que viven a la deriva. El propio Arlt los describió así: “La desesperac­ión en ellos está originada, más que por la pobreza material, por otro factor: la desorienta­ción que, después de la gran guerra, ha revolucion­ado la conciencia de los hombres, dejándolos vacíos de ideales y esperanzas”. Permite entender los años 20 y 30 desde la mirada lúcida y corrosiva de quien ya desde sus aguafuerte­s nos explicaba el mundo sin concesione­s. Esa mujer (1966), Rodolfo Walsh

Peronismo, antiperoni­smo y un modo de narrar la realidad violenta

“–Es mía –dice simplement­e–. Esa mujer es mía.” Aludida, así está Eva Perón en este cuento de tensiones, silencios y atmósferas opresivas en el que un periodista interroga a un coronel sobre un cadáver. A través de Walsh podemos entender los años que van desde el derrocamie­nto de Perón hasta la dictadura. No puede obviarse Operación Masacre, esa no ficción que lo cambió todo, en la que cuenta los fusilamien­tos de José León Suárez a manos de la llamada Revolución Libertador­a. Dijo Walsh: “Investigué y relaté estos hechos tremendos para darlos a conocer en la forma más amplia, para que inspiren respeto, para que no puedan jamás repetirse”.

Lo sabemos: el peronismo también puede leerse en muchas obras. Un ejemplo (en la vereda opuesta): La fiesta del monstruo, de 1947, escrito por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, es un cuento sobre un militante que le relata a su novia cómo, camino a ver “al Monstruo” (Perón) , terminan matando a un hombre judío. Desde el cuento Casa tomada de Julio Cortázar, hasta la frondosida­d de Aurora Venturini con sus novelas, las opciones se multiplica­n.

Enero (1958), Sara Gallardo

Otra subjetivid­ad para contar los años 50

En esta primera novela de Gallardo, Nefer, la joven hija de un puestero, se enamora, es abusada y queda embarazada. Podemos ver la década del 50 desde una voz que pone de relieve un universo donde la historia ocurre diferente: el campo, y donde, como dijo María Elena Walsh, se juega un doble desamparo en esa chica: “Como mujer y como desposeída”. Otras voces exponen cuestiones que no estaban siendo narradas. Dice Lucía de Leone, doctora en Letras, investigad­ora de la obra de Gallardo: “Desde las novelas de Beatriz Guido, Silvina Bullrich, Marta Lynch y Gallardo estos años son contados también a través de las plumas de las escritoras. Coinciden con la modernizac­ión de las formas literarias y son los años en los que las mujeres ocupan de manera inédita la escena literaria. La subjetivid­ad femenina de las clases medias urbanas aparece narrada en esas novelas”.

Villa (1995), Luis Gusmán

Los 70 desde las entrañas del poder

“Donde me daban lugar, me quedaba”, dice el protagonis­ta de esta novela que es una de las grandes obras sobre la dictadura. Quedarse significab­a trabajar en el Ministerio de Bienestar Social durante la gestión de López Rega, por ejemplo. El doctor Villa mira ese país en el que asoma la noche, desde las vísceras del monstruo. Eso: mira y en esa impavidez se juega todo. El propio Gusmán suma otros libros para hablar de los 70: Respiració­n artificial, de Ricardo Piglia, y El

beso de la mujer araña, de Manuel Puig. La lista es larga y rica. Sumemos a Elvira Orphée con La penúltima conquista de El Ángel, de 1977, que se pone en la piel de los verdugos y narra la tortura desde sus ojos.

Los Pichiciego­s (1983), Rodolfo Fogwill

¿De qué hablamos cuando hablamos de Malvinas?

“¡Hundimos el barco!”. Cuando Fogwill vio a su madre festejar frente a la televisión y sintió el espanto por “el veneno mediático” inyectado en su familia, decidió escribir Los Pichiciego­s. Lo contó en el prólogo donde también aclaró que no fue un escrito contra la guerra “sino contra una manera estúpida de pensar la guerra y la literatura”. Esta es la historia de un grupo de soldados que, enviados por los militares al campo de batalla, desertan y, dados por muertos, se ocultan en un refugio bajo la tierra. Y sumemos aquí Dos veces junio, de Martín Kohan, que ancla en dos derrotas de la época, la de la selección argentina frente a Italia, en el Mundial del 78 y la de Malvinas, en el 82, para desarrolla­r la historia de un conscripto que trabaja para un médico militar y una preocupaci­ón ortográfic­a sobre una pregunta como “¿a partir de qué edad se puede empezar a torturar a un niño?”

A tontas y a locas (2001), María Moreno.

Feminismo, los ochenta, diversidad sexual, aguafuerte­s de una escritora imprescind­ible

Hay textos bravos que se retoban a las riendas de la ficción pero auscultan su época a pura literatura. Cada

producción de Moreno es eso. Lucía de Leone dice: “Me parece fundamenta­l nombrarla. En todos sus proyectos periodísti­cos, recopilado­s en libros como El fin del sexo y otras

mentiras, A tontas y a locas, podemos leer los debates del feminismo más candente procesados por la escritora en tiempos de reverdecer democrátic­o y son textos que no pueden faltar a la hora de pensar modos en los que se leyó la historia o la tradición o la actualidad a través de la literatura”. Hay otros libros como El

Dock (1993), de Matilde Sánchez, que entran desde un ángulo distinto a repensar esos años, con nuevas lecturas sobre maternidad y militancia a partir de la historia de una mujer que adopta al hijo de una amiga de la infancia que muere en un ataque que remite a la Tablada en el 89. Hay mucho más, como puede verse en el libro Ficciones en democracia, donde Silvia Hopenhayn conversa con diferentes escritores.

Son apenas marcas en un camino en el que tampoco puede faltar un autor como David Viñas, como crítico y escritor (pensemos en Tartabul, donde la historia argentina toda deambula por sus páginas).

Las últimas décadas son complejas. El crítico Maximilian­o Crespi dice: “Creo que, felizmente, la literatura ya no se piensa bajo la idea de reflejo. Los libros que narran con agudeza la época actual hay que buscarlos en otra parte”. Y señala que fueron muchos quienes tomaron la decisión de “volcarse al ensayo para describir la realidad y no reducir la literatura a una actividad utilitaria”.

Todo está ahí, en definitiva, para ser leído con brújula en mano o con la libertad de dejarse perder.

 ??  ?? Zama. En la versión cinematogr­áfica que dirigió Lucrecia Martel.
Zama. En la versión cinematogr­áfica que dirigió Lucrecia Martel.
 ??  ?? Eva. Símbolo del peronismo que se transformó en una figura mítica.
Eva. Símbolo del peronismo que se transformó en una figura mítica.
 ??  ?? Los siete locos. Alfredo Alcón en la película de Leopoldo Torre Nilsson.
Los siete locos. Alfredo Alcón en la película de Leopoldo Torre Nilsson.
 ??  ?? Malvinas. Una herida que exploró Fogwill en su literatura.
Malvinas. Una herida que exploró Fogwill en su literatura.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina