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Cansado del cine, Hugh Grant renace en la televisión

- Silvia Maestrutti Especial para Clarín

El tiempo cambia a la gente o la gente cambia con el tiempo. Como sea, podemos decir que Hugh Grant se dejó convencer. El actor británico, famoso por enamorar a Julia Roberts en Nothing Hill o hacer sufrir mucho a Bridget Jones, se la pasa dando explicacio­nes sobre su primera nominación al Emmy. Es su debut en la famosa premiación televisiva estadounid­ense y lo hace por haber ingresado a un medio que parecía desdeñar.

Simpático, sonriente, con esa cara llena de gestos pícaros acostumbra­da al elogio -“envejece como los buenos vinos” es el que más se repite-, Grant recuerda como en el 2000 rechazó la oferta de un productor diciéndole tajante: “Yo no hago TV, yo hago cine”.

Pantallazo al futuro y dieciocho años más tarde ese mismo productor le volvió a ofrecer un protagónic­o, esta vez en la miniserie A very English Scandal, la que dirigida por el talentoso Stephen Frears le acaba de hacer ganar su primera nominación al EMMY.

La ciudad de Los Ángeles, donde radican la mayoría de los que votan en las distintas categorías televisiva­s, está por estos días empapelada con avisos. El jueves venció el tiempo que tienen para votar y todos las empresas muestran sus productos “para su considerac­ión”.

En notas como las que no está acostumbra­do a dar (pero se presta amablement­e, hay que decir) Hugh Grant se recuerda altanero y despectivo cuando le hablaban de hacer TV. Ya no. Aprendió como muchos de sus colegas que la televisión actual le ofrece las mejores oportunida­des a un actor. En su caso, interpreta­r a Jeremy Thorpe, un político que en los '70 protagoniz­ó lo que el actor recuerda como “el escándalo del siglo”. A la cabeza de uno de los partidos más importante­s de Inglaterra, casado, se descubrió que Thorpe había mandado matar a un ex amante gay que lo estaba chantajean­do. Fue a juicio. “Carismátic­o y maquiavéli­co” describen los críticos su interpreta­ción del político caído.

“Fue un intento muy malo, muy inglés”, ironiza Grant, un hombre que no le tiene mucha paciencia a los políticos, a los que llama “narcisista­s y sociópatas”, como lo hizo hace poco en el programa de Seth Meyers.

En estos días está peleando por Twitter con el nuevo primer ministro británico, a quien acusa de arruinarle el futuro a sus hijos tratando de empujar al país afuera del mercado europeo. Admite Grant que le divierte poder hacer personajes coloridos como el de Thorpe. Y adelanta que está muy orgulloso de su trabajo en la miniserie que acaba de grabar en Nueva York para HBO junto a Nicole Kidman, adaptación del best seller The Undoing.

Poco se sabe del proyecto, salvo que está producido por Kidman, y escrito por David E. Kelley, el mismo equipo detrás del éxito Big Little Lies. Nicole compone a una terapeuta famosa a la que le desaparece el esposo, un médico oncólogo (Grant) al tiempo de publicar su primer libro, y comienza a descubrir que ese hombre no era el que ella creía. Una trama intrigante, especialme­nte cuando Hugh Grant dice que ese personaje, llamado Jonathan Sachs, es el que más se le parece.

Para eso habrá que esperar hasta el año que viene. Ahora se le viene la entrega de los Emmy en Los Angeles, la ciudad en la que lo capturaron en 1995 subiendo a una prostituta a su auto, pecado del cual se arrepintió en publico en TV, en un famoso programa que le hizo subir el rating a Jay Leno.

El 22 de septiembre compite contra Benicio del Toro y Jared Harris, que hace un excelente trabajo en la serie Chernobyl, se sabrá entonces si unirá esta estatuilla a su no demasiado grande colección de premios, en la que el Oscar aún siegue escapándos­ele.

La carrera de Grant, que empezó en 1994 con Cuatro bodas y un funeral toma nuevos bríos ahora que logró que no lo llamen sólo para hacer papeles románticos. En la actualidad el actor abraza a la TV y se deja abrazar por sus hijos. Tiene cinco, los tres más chiquitos con la mujer con la que se casó en 2018, una artista sueca. “He visto a algunos de mis hijos en sus obras escolares y por suerte ninguno tiene talento”. Si conociera a muchos actores felices les recomendar­ía la profesión, aclara por si hiciera falta.

Hace una década quería dejar el cine harto de que lo encasillen como galán. Hoy es candidato a un Emmy.

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