Retrato de una bailarina itinerante
La argentina que bailó en el New York City Ballet, ahora ingresó en el Ballet Nacional de Ucrania.
La novena edición de la Gala de Ballet de Buenos Aires reúne una diversidad muy grande en cuanto a estilos y propuestas: abarca desde los habituales pas de deux súper tradicionales -El corsario y El cisne negro-, piezas neoclásicas de Balanchine y John Cranko, dos fragmentos de obras contemporáneas, de Mauro Bigonzetti y Jaime Pinto, dos escenas creadas por Gerardo Hochman para su compañía de circo La Arena, y una Drag-queen que es primera figura del American Ballet Theatre: James Whiteside.
Entre los muchos bailarines invitados extranjeros figuran dos argentinas: la ascendente María Celeste Losa de la Scala de Milán, y Ana Sophia Scheller, con prolongada y brillante carrera en los Estados Unidos, que comenzó muy tempranamente.
Ana Sophia dejó la Argentina cuando tenía apenas 13 años. Había cursado tres años en el Instituto del Colón, luego viajó a Nueva York para estudiar en la Escuela del New York City Ballet, después entró a la propia compañía y estuvo allí trece años. En 2017 entró al prestigioso San Francisco Ballet, pero pronto se mudó a Kiev porque ingresó al Ballet Nacional de Ucrania.
-¿Por qué ese cambio?
-En septiembre del año pasado bailé El lago de los cisnes en Kiev y me encantó el teatro y la manera en que trabajan: se ensaya a lo mejor un mes e inmediatamente se sube al escenario. Eso es lo que me gusta. En el San Francisco Ballet la temporada es breve, y entre julio y diciembre no hay funciones. Quizá solamente alguna gira corta. Mucho ensayo, pero poco tiempo en el escenario, que es lo que realmente hace grande a un bailarín. Creo que a los treinta años un bailarín está maduro, cuando ya la técnica es algo dado e importan otras cosas que te las da únicamente bailar mucho. -¿Y por qué abandonaste antes el New York City Ballet, una compañía tan importante y donde seguramente hacías muchas funciones? -Siempre me gustó el NYCB y también vivir en Nueva York, que es el centro del mundo en cuanto al arte: todo pasa por ahí. Pero quería bailar más repertorio clásico. El New York City Ballet tiene algunas obras tradicionales, como La Bella durmiente, pero no demasiadas; se hacen sobre todo coreografías de Balanchine y de Jerome Robbins. Hace dos años me dije: “Tengo treinta años y si no bailo ahora los ballets del repertorio, no lo haré nunca”. -¿Qué vas a bailar en la Gala?
-Junto con Daniel Ulbricht, que fue compañero mío en el New York City Ballet, vamos a bailar justamente dos pas de deux de Balanchine: de Tarantela y de Who Cares. Me hace feliz poder hacerlo en Buenos Aires, es algo muy grande para mí. -¿Extrañás algo de aquí?
-La familia, tengo mucha en Buenos Aires. El Teatro Colón: bailé allí en 2013 y realmente es único. -¿Y cosas como la comida, los olores, el barrio?
-¡Ah, sí! Me encanta la pizza de Argentina. Trato siempre de explicarles a mis compañeros que es diferente a cualquiera que pueda comerse en otros lugares del mundo.
La Gala de Ballet de Buenos Aires sigue hoy, a las 20.30, en el Teatro Coliseo, M.T. de Alvear 1125.