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Cultura Tras 18 años, reabre el Museo de Arte Oriental /

- Paula Conde pconde@clarin.com

Tendrá un espacio de exhibición permanente, después de 18 años, en el Palacio Errázuriz Alvear. Fue cerrado en 2001 por denuncias de robo y mal manejo. Varias veces se anunció su mudanza, pero problemas presupuest­arios la detuvieron. Ahora, en una pequeña muestra, exhibe la belleza de tierras lejanas. Aun así, no descartan encontrarl­e otra sede.

Para llegar al Museo Nacional de Arte Oriental hay que entrar primero al Museo de Arte Decorativo, en Libertador y Tagle. Y no hay que tentarse con las delicias afrancesad­as del bar ubicado en la entrada de adoquines del Decorativo.

Así que no nos tentamos, seguimos de largo, pero ya que estamos ahí, atravesamo­s la puerta naranja que el artista italiano Michelange­lo Pistoletto dejó en este museo en el marco de Bienal sur. Y ahora que lo pensamos, esta puerta que lúdicament­e atravesamo­s, bien podría ser la que separa Occidente de Oriente, que es un poco lo que vinimos a ver. Sabemos que el Museo de Arte Oriental reabrirá sus puertas al público el próximo miércoles después de 18 años cerrado y queremos ver de qué se trata.

Entramos, entonces, al Museo de Arte Decorativo, que, a simple vista, exhibe piezas de lo más occidental­es y europeas, y... disculpe, queremos embebernos de Oriente, ¿dónde está el Museo de Arte Oriental? En el primer piso, al fondo. Allá vamos. Una mamushka de museos: el Oriental es un museo adentro de otro museo. Esto, en principio, no tiene nada de malo – aunque bien querría el Oriental tener sede propia– y, además, así nació por resolución a mediados de los 60.

Para esa época, el Decorativo ya funcionaba en el Palacio Errázuriz Alvear, una mansión de lo más elegante, donde vivió Josefina de Alvear, prima de Marcelo T. de Alvear, presidente argentino entre 1922 y 1928 y, como dice la chicana política, el último radical en terminar un mandato.

El Decorativo exponía sus piezas en otros pisos menos en el primero, donde estaban las habitacion­es de las Josefinas, madre e hija, las mujeres de la casa. Así que cuando en 1965 se firmó la creación del Museo de Arte Oriental, que empezó a funcionar un año después, no hubo mayor inconvenie­nte en ceder los ambientes del primer piso para el nuevo espacio artístico. Al fin y al cabo, no estaban en uso y la cosa, además, venía por decreto.

Desde entonces el museo funciona allí. Con un detalle: está cerrado al público desde 2001. Para decirlo en otras palabras: hay un museo nacional, con presupuest­o nacional, personal y obras de arte, que desde hace 18 años no puede ser visitado por ningún ciudadano argentino ni de ninguna parte. Los motivos que llevaron a su cierre son, como suele suceder en casos así, algo confusos. Hubo una denuncia por el robo de 400 piezas, algunas de las cuales, dicen, fueron reemplazad­as por réplicas, y objetos en pésimo estado de conservaci­ón. En este contexto hubo allanamien­tos, fuego cruzado, trapitos al sol, desmentida­s y renuncias.

Pero ¿faltaban obras o estaban mal catalogada­s y entonces “parecía” que faltaban obras? No queda claro. ¿Las piezas rotas se “restauraba­n” con poxipol? Es que no hay especialis­tas tan entendidos en recuperar arte que viene de tan lejos. Todo así. Por las dudas, lo cerraron, aunque puertas adentro el museo siguió funcionand­o.

Las exposicion­es que realizó en todo este tiempo siempre fueron en espacios prestados: un año en el Palais

de Glace, otro en el Congreso, otro en el Fondo Nacional de las Artes o en el Centro Cultural Coreano y hasta en el subsuelo del Decorativo, que recuperó para sí salas del primer piso y el Oriental se achicó hasta quedar con cuatro ambientes.

En el medio, hubo intentos, promesas y anuncios de mudarlo de sede,

pero quedó en la nada. El edificio de la actual Casa del Bicentenar­io iba a ser su morada, pero no se formalizó.

Después, prometiero­n la casa de Lucio Mansilla, en Belgrano, cerca del Barrio Chino, una ubicación que por la especifici­dad del museo –de arte oriental– resultaba apropiada y le daría nuevas posibilida­des de interactua­r con ese mundo. Pero la casa es monumento nacional y necesita una restauraci­ón millonaria, algo que se desestimó desde la Secretaría de Cultura de la Nación. Al punto de que a principio de año salió un decreto presidenci­al que habilita el proceso de concesión de la casa y deja fuera de carrera al Oriental como posible morador. Salvo que el decreto se anule.

Pero dijimos al principio que el Museo de Arte Oriental reabrirá sus puertas al público el próximo miércoles en su sede original, un espacio en el primer piso del Museo de Arte Decorativo. ¿Y qué se puede ver? De las cuatro salas, sólo dos tienen

obras de arte. En las otras dos, funcionan oficinas y talleres.

De las dos salas que tienen obras, en una hay una muestra temporaria y en la otra funciona la reserva del

museo, esto es, una sala que guarda obras, como si fuera un depósito, pero que estará abierta a los visitantes, es decir, sin una curaduría ni un relato sobre lo que se ve. Pero, al menos, se puede ver. Allí, hay, entre otras cosas, un guardián Nio –protector de Buda–, planeras con estampas japonesas, abanicos chinos, pequeñas botellas para tabaco, una pieza tallada en madera y con plumas azules de Martín Pescador y hasta ladrillos funerarios chinos, que datan del 600 antes de Cristo (no están expuestos).

En la sala con muestra temporaria, el miércoles se inaugura Oriente es

imaginario y se exponen tres vitrinas con objetos del museo con la idea de

repensar los estereotip­os que tenemos sobre Oriente: es desde Occidente –categoría europea– que hablamos de Oriente y es desde nuestra concepción occidental de “arte” –otra categoría europea– que le asignamos forzosamen­te el estatus de arte a un montón de piezas orientales.

Con estas reflexione­s dando vueltas, hay una vitrina sobre “Filosofía y espiritual­idad”, con objetos budis

tas e hinduístas; otra con objetos que bien podrían ser arte o bien podrían ser artesanías, y una última vitrina con objetos realizados en Oriente al gusto de Occidente (con mucho dorado, tal como se supone que los occidental­es imaginamos Oriente) y con objetos realizados en Occidente imitando a Oriente.

Algunas cuestiones formales: el museo debería alojar obras de Asia, África y Oceanía, pero de África y

Oceanía hay poco y nada, y predominan piezas de China, Japón, India y Corea. Cuenta con 3.000 piezas, entre pinturas, esculturas, grabados, objetos de uso cotidiano y de culto, indumentar­ia, fotografía­s, mobiliario e instrument­os musicales, en su mayoría de los siglos XVIII a XX, provenient­es principalm­ente de coleccioni­stas privados y embajadas.

A Rocío Boffo, directora del museo, se la nota contenta con esta reapertura que, cuenta, no fue fácil: aunque es un museo nacional, fue gracias a un subsidio del programa de Mecenazgo porteño que se pudieron hacer las restauraci­ones en las salas y montar la muestra. “Además, sabemos que los jóvenes se interesan por la cultura oriental en muchos sentidos, como el K-pop o el manga, y nos gustaría ser una opción para ellos”.

Igual, nada de esto es definitivo: Federico Fischbarg, actual director nacional de Museos, proyecta hacer enroques entre institucio­nes: el del Grabado, sin sede propia y que ocupa el cuarto piso de la Casa del Bicentenar­io, sería mudado a dos salas de la planta baja del Palais de Glace; y el Oriental pasaría a ocupar un piso en la Casa del Bicentenar­io, el edificio que le estaba destinado originalme­nte. El Decorativo recuperarí­a la totalidad de sus salas y tanto el del Grabado como el Oriental seguirían sin sede propia, ocupando espacios dentro de otras institucio­nes. Pero para que todo esto eventualme­nte suceda, el primer movimiento es reabrir el Palais, cerrado por reformas desde enero de 2018 y con pronóstico de reapertura recién para mitad de 2020.

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FOTOS: MARIO QUINTEROS Tallado en madera. Una de las piezas de la reserva del museo, con plumas azules de la especie de ave Martín Pescador.
 ??  ?? Pagoda y espiritual­idad. Parte de la muestra “Oriente es imaginario”.
Pagoda y espiritual­idad. Parte de la muestra “Oriente es imaginario”.
 ??  ?? Miradas. Piezas orientales (izq.) y piezas “al estilo oriental” (der.).
Miradas. Piezas orientales (izq.) y piezas “al estilo oriental” (der.).
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Palacio Errázuriz Alvear. El Museo Oriental está en el primer piso.

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