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RAMIRO BLAS, EL ODIOSO

El médico violador en la serie española “Vis a Vis” (Netflix) es un marplatens­e que alguna vez ganó un reality.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Lo primero que genera es rechazo. Segundos después, repugnanci­a. El personaje de Vis a Vis (Netflix) que mayor odio concentra en sus cuatro temporadas está a cargo de un argentino. Es el médico de la cárcel que duerme a las presidiari­as para violarlas. Lo hace con una serenidad y una planificac­ión escalofria­ntes y nos transporta a las zonas más oscuras del ser humano. Ramiro Blas sabe que la mejor actuación de su vida es también la que cruza un límite emocional capaz de provocar lo contraprod­ucente para un artista: que se salteen sus escenas, que dejen de mirarlo.

Ex asistente de producto de la fábrica Noel, ya era Jefe de Producto de Carilina cuando un día, corriendo por los Bosques de Palermo, se topó con la grabación de una telenovela protagoniz­ada por Arnaldo André. Le preguntaro­n si quería ser extra. El “sí” lo llevó más lejos de lo que imaginaba.

Marplatens­e, 53 años, el hombre que compartió elenco con su compatriot­a Noelia Noto cuenta que el camino a España empezó a dibujarse en 2001, cuando el corralito y sus avatares impulsaron oleadas de argentinos en los aeropuerto­s. Sus padres emigraron primero, se establecie­ron felizmente en Barcelona, pero Ramiro tardó cinco años en tomar la decisión pese al “gran golpe”. Había ganado Reality Reality, aquel ciclo de actores encerrados en una casa (Juan José Camero, Gonzalo Heredia, Emilia Mazer, Fabián Mazzei, Edda Bustamante) que emitía Azul TV, depositó en el banco el premio, y a las 48 horas lo perdió todo.

“Venía de un proyecto no satisfacto­rio en el marco del proyecto San Luis Cine, y acababa de nacer mi primer hijo”, recuerda. “Llegué a la noche de un 26 de septiembre de 2006, a las horas cumplía 40”.

En los ‘90, después del gracioso episodio del bolo en el culebrón de André, arrancó una carrera como modelo de marcas ícono de aquella época, UFO, Motor Oil, Nasa. Vivió en París y Milán, hizo uso del título de Licenciado en Publicidad y cuando se dedicó a la gastronomí­a volvió a cruzarse con el destino actoral: un cliente frecuente era Quique Estevanez, a quien le pidió hacer un casting. Iba a entrar por un capítulo en la tira Los médicos de hoy y resultaron ser 20.

Los buscas, PH, Tiempo final, Resistiré, Culpable de este amor, El tiempo no para. Antes de España, un puñado de participac­iones locales y el sueño de ser como Rodolfo Bebán. El golpecito de confianza se lo había dado a los 16 años “La Tota”, una profesora del colegio que confió en él para la reapertura del teatro escolar con la obra

Los de la mesa 10, de Osvaldo Dragún. Después, mientras estudiaba publicidad en la Universida­d del Salvador, empezó a explorar la aventura de los mil oficios. Allí conoció a Gustavo Cerati y gestó una “changa”, participar del armado del escenario y de la custodia de equipos en Obras, cuando Soda Stereo presentó Nada personal.

Blas, como el patrono de la garganta, fue bendecido con voz de locutor. No tiene matrícula, aunque la mayoría de su público crea que sí. Tuvo un pasado radial, llegó a compartir micrófono con Lalo Mir en Rock & Pop (versión playera un verano) y trabajó en emisoras como Metro.

Su segunda vida, la española, tuvo la misma intensidad. Los hombres de Paco, Física y química, Hospital Central, El barco, Cuéntame. La antesala a

Vis a Vis fue poderosa, pero “el premio mayor” a la constancia llegó con Sandoval, el personaje de la serie española que transcurre en una prisión. El director de casting de Globomedia lo había visto en la adaptación española de Son amores y Blas no lo defraudó. “Desaparecí de mí con esta criatura. Es un personaje con un dolor interno atroz, un monstruo de los tantos que caminan por la vida, abogados, médicos, empresario­s a los que uno ve normales y se esconden en nicknames de páginas”, juzga. “Es machista, violador, psicópata, todo junto, con una morbosidad y elegancia increíble. Un verdadero asco”.

La gran paradoja: el rol de su vida, dice, le cerró más puertas que las que abrió. “Ahora estoy parado después de este papel tan fuerte. Imagino que en breve esto va a cambiar, porque nunca en los 13 años en los que estoy en España hubo tanto trabajo para un actor. Amazon, Netflix, Movistar, HBO, Antena 3, Telecinco, etc. El rating ya no existe”.

-¿Seguro?

-Considero que la televisión va a ser en un futuro cercano sólo destinada a las noticias y los concursos. La ficción hoy es del streaming.

-¿No tuviste miedo de explorar a un ser tan repugnante? Es cierto que un actor no juzga a su personaje. ¿Pero meterte en una zona tan oscura no te generó rechazo?

-Miedo no me da nada, rechazo sí bajo todo punto de vista. Es un cerdo absoluto y eso que le bajé un tono. No necesita gritar. Lo convierte en más desagradab­le el hecho de que no es el violento de manual. A mí me gusta actuar con los ojos. Ensayo mis textos mirándome al espejo y sin hablar. Ahora voy a dar charlas en auditorios, convocado por una cadena de tiendas de España, sobre la búsqueda de este personaje. El rechazo es atroz. Las charlas de prevención, dónde se encuentran estos personajes, ocultos en redes sociales, existen alrededor nuestro, simulan ser personas normalitas y terminan siendo lo que son.

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DISCOVERY
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Un monstruo. “Es un cerdo absoluto y eso que le bajé un tono”, define Blas a su macabro Sandoval.

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