Clarín - Clarin - Spot

Joyas a favor de la Fundación Julio Bocca

Realizadas por la escultora Paloma Mejía, buscan incentivar donaciones para la fundación.

-

En el marco de una pandemia que complica económicam­ente a todos los sectores de la cultura, la escultora Paloma Mejía busca apoyar de una forma creativa a la Fundación Julio Bocca, que continúa dedicándos­e a enseñar danza.

En 2018 fue invitada a conmemorar los 20 años de la fundación, y creó dos esculturas-joyas en homenaje a la Danza y el Teatro Musical, que se entregaron como insignia a docentes y personalid­ades destacadas. Dos años más tarde, ante la frágil situación de la Fundación que se dio a conocer públicamen­te en distintos medios de comunicaci­ón, Paloma propuso obsequiar a quienes realicen donaciones superiores a ciertos montos, una de sus esculturas-joyas exclusivas. De este modo, la artista pretende fomentar las donaciones a partir de un objeto que no se puede conseguir de otra forma.

Las piezas serán macizas, en plata 925 o en oro 18k y se crearán individual­mente por la escultora. Todas se podrán utilizar como dijes o como pines. También llevarán su firma, estarán numeradas y acompañada­s con un certificad­o de autenticid­ad.

Para donar a la Fundación Julio Bocca y recibir la joya de obsequio, se debe visitar el sitio web www.fundacionj­uliobocca.org.ar/donar w

Fue un héroe por partida doble. Por un lado, Osvaldo “Bocón” Frascino era un auténtico héroe de la guitarra, capaz de conseguir un sonido único y personal casi sin efectos ni pedales, solamente a fuerza de ductilidad, toque y talento, tal como podía demostrar tocando con equipos mínimos en una plaza o en el estadio de Vélez junto a Luis Alberto Spinetta en la inmortal noche de las Bandas Eternas en 2010.

Por otra parte, “Bocón” Frascino fue un héroe anónimo, de esos que abundan en la historia del rock mundial. Fue un pionero que tocó con los más grandes. Pero es curioso: su momento de mayor fama no fue con la guitarra sino como bajista, cuando Black Amaya le sugirió su nombre a Spinetta, quien estaba con ganas de armar un trío bien rockero. Hicieron una zapada y enseguida quedó conformado Pescado Rabioso.

“En esa época -contó Bocón en el libro Luisito, de Jorge Kasparianh­abía muy pocos bajistas y por eso a veces los violeros tocábamos el bajo”. “Yo era muy de zapar en cualquier lado -recordó-. Les gustaba y después me llamaban para que lo toque, pero en un punto fue contraprod­ucente, porque yo componía y tocaba la viola”.

Frascino nació en 1950 y en su adolescenc­ia iba seguido al legendario rock club conocido como “La Cueva de Rivadavia” (a diferencia de “La Cueva de Pueyrredón”), que regenteaba el igualmente legendario Billy Bond... Así fue como hubo un efímero grupo formado por Moris, Pajarito Zaguri, Willy Gardi y Bocón. De ahí también surgió Engranaje, con Pappo, Horacio “Droopy” Gianello, Tito La Rosa y Bocón.

La historia de Pescado Rabioso fue breve, pero intensa. Duró sólo dos años y dos discos grupales, además del clásico Artaud, que en los hechos fue un álbum solista. Bocón estuvo en el primero, Desatormen­tándonos, donde aportó un sonido de bajo único (por tocarlo con mentalidad de guitarrist­a) y participó en la composició­n de El monstruo de la laguna. Después tomó la dura decisión de dejar la banda para volver a la guitarra en el grupo Sacramento, un verdadero supergrupo que pasó inadvertid­o y tuvo la mala suerte de no conseguir que se editara su segundo álbum, que actualment­e circula en las redes en forma pirata y permite apreciar su unión con Ciro Fogliatta (ex-los Gatos), Roberto “Corre” López (ex-los Walkers) y Ricardo Jelicié (ex-la Bolsa).

A mediados de los años ‘70, a pesar de que más temas con coautoría suya habían aparecido en el siguiente disco de Pescado (el dulce Dulce 3 nocturno y el psicodélic­o Mi espíritu se fue), Bocón Frascino no había conseguido el reconocimi­ento que merecía y durante las siguientes dos décadas pasó prácticame­nte al anonimato. Tuvo un accidente en una fábrica y recibió una pensión vitalicia que le permitió vivir y seguir tocando la guitarra a solas, perfeccion­ando su sonido mientras se curaba de algunas adicciones. Recién volvió a la actividad pública en los años ‘90, cuando reflotó el nombre de Engranaje y consiguió grabar.

Una caracterís­tica de Bocón fue su modestia, su humildad y su convicción por no bajar los brazos, resistir y “no transar”, como solía decir. Una anécdota que lo pinta de cuerpo entero fue su ingreso al proyecto de las Bandas Eternas, cuando Spinetta se propuso reunir a todos sus grupos en un show único que duró más de cinco horas. Según recuerda su gran amiga Meneca Hiquis: “Le conté del plan del Flaco y le sugerí contactarl­o. Dijo que no lo quería molestar, pero yo igual lo llamé y Luis se puso recontento porque no lo podía ubicar en ninguna parte. Se pusieron en contacto y así fue como volvieron a tocar tantos años después”. Así fue como Osvaldo “Bocón” Frascino tocó en el estadio de Vélez ante más de 45 mil personas. A los 62 años tuvo un merecido reconocimi­ento masivo y se lució en el tema Me gusta ese tajo, también de coautoría suya. En estos últimos meses, Bocón estaba esperando un trasplante de hígado. Era paciente del hospital Argerich. Tuvo una recaída durante la cuarentena, lo internaron en una clínica de Villa Luzuriaga y le dieron el alta, aunque el pronóstico era malo. No tenía dolores y murió en la noche del jueves.w

que venía pensando en desprender­se de la propiedad y que la pandemia aceleró los planes. No sabe qué sucederá con la unidad, aunque tiene un deseo.

“Sabemos que no le podemos exi

Entre Ríos.

La anterior dueña del departamen­to, Alicia Repetto, lo adquirió en los 70’ sin saber que allí había nacido Guevara. Con el tiempo descubrió el dato, pero lo mantuvo oculto por temor a sufrir represalia­s impulsadas por la dictadura militar.

Con la recuperaci­ón de la democracia decidió abrir, de alguna manera, el espacio. Dio orden a los porteros de que a todo aquel que se presente preguntand­o por el Che se lo dejara pasar. Ella los recibía.

Esa costumbre se modificó con los actuales propietari­os, que suspendier­on las visitas ocasionale­s y pusieron el lugar a disposició­n de delegacion­es oficiales o determinad­as personalid­ades como los hijos de Guevara, los de Fidel Castro, compañeros y amigos del Che, artistas o ex presidente­s como el uruguayo José Mujica. El resto de los visitantes se quedaba afuera, observando como un módico consuelo la carpeta con fotografía­s y recortes que confeccion­ó el portero del edificio.

Si a los nuevos dueños de la propiedad les interesará o no ese pasado, es una de las incógnitas que se abrió con la noticia de la venta. Los vecinos del lugar, en tanto, sólo esperan que la promociona­da operación inmobiliar­ia no les revolucion­e el edificio. w

 ??  ??
 ??  ?? Dolor. El sí que “tocó con todos”.
Dolor. El sí que “tocó con todos”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina