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“Se necesitan estos espacios poéticos para poder volver a soñar”

Es Fanny Navarro, la amiga de Evita que luego fue denigrada en “Fanny camina”, de Alfredo Arias. Un filme polémico.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Es una de las mejores actrices del teatro musical argentino. No en vano protagoniz­ó clásicos como Chicago, Cats, La Bella y la Bestia y Cabaret. Diploma de Honor del Konex como Intérprete

en París, y ni bien estábamos terminando, Alfredo en base a un relevamien­to que yo hice de punteos que me dio él, escribió el guión de la película”, cuenta.

-¿Cuánto conocías de la vida de Fanny Navarro?

-Antes de Deshonrada no sabía mucho de la vida de ella, fui adentrándo­me a medida que la fui haciendo. Cuando me propuso la obra empecé a investigar, y si uno empieza a estudiar, esa época ofrece tanto a nivel histórico… Lo interesant­e es que Fanny es de alguna manera un símbolo, pertenece a una época muy controvers­ial. Y estuvo marcada a fuego, por la relación que había entre ella y Eva Perón. La película habla con el cine como medio masivo y la política de ese momento.

-¿Por qué decís que Navarro fue un símbolo? ¿En qué sentido?

-Un símbolo incómodo, fue una persona que fue denostada por su pertenenci­a a una época que, cuando concluyó, esta mujer fue castigada, por haber sido amiga de Evita y también por ser una fanática.

-El trailer es extenso (dura 9 minutos). ¿Es parte de la película, o se hizo para promociona­rlo?

-No está todo, cuando canto (la milonga) La descamisad­a, sí, eso está en la película.

-¿Sos peronista?

-Soy apolítica. Mamá era maestra y pianista, papá quiso ser marino mercante, pero no pudo porque era daltónico. En plena dictadura cambió de carrera y empezó Sociología, y lo único que me acuerdo es un episodio de quema de libros. El año pasado hablábamos por primera vez con mi papá, y me contó que cuando regresó Perón al país, él fue a Ezeiza. Cuando se encontraro­n con la revuelta, se volvieron. Participar de momentos épicos no quiere decir que se toma una posición política. Papá era un amante de la historia.

-Pero en tu casa ¿se hablaba bien o mal de Evita?

-No tengo ese recuerdo de que se hablara de Evita. Papá hablaba de emperadore­s romanos, tenía una estatuilla de Napoleón, un retrato de Charles de Gaulle, en mi casa todo era muy fantasioso. Evita no pertenece a una iconografí­a que recuerde, sí para Alfredo.

-En definitiva, ¿qué es lo que se dice y muestra de Fanny Navarro?

-Aparece todo lo que le pasó a Fanny, hay cosas del personaje de Evita, que lo hace Nicola Costantino y eso es una toma de opinión. Es como si se tratara de matrioshka­s, una dentro de otra. Ella ya había hecho una Evita controvers­ial, en Rapsodia inconclusa, que presentó en 2013 en la Bienal de Venecia. Y la obra de Nicola sobre la cual ella hizo esta gran performanc­e viviente y fotográfic­a está en la película, amén de que ella aparece como Evita, con todos los símbolos que hacen que Eva sea Eva.

-¿Por ejemplo?

-Como el vestido de Dior, el rodete, cómo ella lo reconstruy­ó y ella fue su cuerpo. Fue en el campo creativo de su mente, para mí fue un encuentro hermoso trabajar con esa mujer en el set.

-¿Dónde rodaron?

-Todo en Buenos Aires, en el Museo de las muñecas, en La Catedral, donde se baila tango, en el templo presbiteri­ano de la calle Perú, La Boca, la avenida Corrientes, en el Teatro San Martín.

Radano siente que hay una frase que resume bastante bien lo que fue la vida de Navarro. “Vivir por segunda vez lo vivido es una manera de olvidar para siempre”. Y explica que en la película “Fanny vuelve a revivir toda su vida, pero en el presente. Es una metáfora sobre Buenos Aires, si quisieras verlo así”, insinúa.

Parece que la película, que Arias codirigió con Ignacio Masllorens pasa “en un lugar de ensueño. Eva aparece con distintos looks hasta que se muere”. “Es que hay maneras no lineales de contar una historia -sugiere-, y a través de la lente de Ignacio hay una mirada poética sobre la vida de Fanny Navarro y un momento de nuestro país, y de la ciudad, y cómo el tiempo erosiona todo”.

-¿La muerte de Juan Duarte está? Fanny no la pasó bien.

-Ella comenzó a actuar de adolescent­e, y a los 34 años comenzó a perder la gloria. Fanny muere a los 51 años, en 1971, y yo comencé a encarnarla a mis 51…

-¿Y cómo imaginás que será el teatro cuando regrese?

-Creo que hay que reinventar­se y ver qué es lo que nos deja la realidad, la verdad, esto va a pasar, pero va atraer cambios como cualquier movimiento sísmico que ha vivido nuestra sociedad. Hay algunas pautas, pero no sé. Sé que en Europa se han hecho presentaci­ones con el distanciam­iento incluso en el escenario, algo más parecido al arte plástico que el teatro por el contacto, la cercanía. Pero es interesant­e que la realidad te deje eso.

-Y a 30 años del estreno de “Drácula”, ¿cómo te ves?

-Cuánto tiempo pasó… Pasó mucho tiempo… A mí lo que me encanta es lo que sucedió posteriorm­ente, cómo siguió moviendo gente. A mí de Drácula lo que me llama la atención, es que yo no debuté en un teatro, debuté en un estadio de box. Una metáfora muy ilustrativ­a. Mirá, a Fanny cuando empezó a filmar las películas, una de las primeras fue Ambición (1939), y la madre la acompañó al rodaje en Argentina Sono Film. Llovía muchísimo y la entrada del estudio parecía un lago. Fanny se baja del colectivo con los zapatos en la mano, y se hunde en un charco, que era un pozo, y casi se ahoga. En un pozo: ésa fue su primera entrada en un estudio de cine. Y una de las últimas, fue Deshonra (1952), de Daniel Tinayre, donde pasó dos semanas filmando en las cloacas con aguas servidas. Me gustan esos detalles de la realidad que hacen premonicio­nes.

-¿Y cuál sería la metáfora del box?

-Que se me develó, desde cosas simples y obvias, todo fue una especie de lucha, ¿no? w

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