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“Todos los días de mi vida pienso en Kurt Cobain”

El líder de Foo Fighters adelanta el nuevo material de la banda (“Medicine at Midnight”) y evoca con emoción los tiempos que supo ser un tercio de Nirvana.

- Nicolás Igarzábal Especial para Clarín

ienvenidos a la era de los conciertos por streaming, esos pequeños placebos que nos otorga la pandebmia.

Plantado sobre el escenario del Roxy Theatre de California, Dave Grohl dice que siente el calor del público a pesar de que el recinto está vacío y que solo lo aplauden plomos, sonidistas y camarógraf­os. El usuario Meatbag tipea en la ventana de chat “LETS GOOOOOO”, Zachnasty1­9 dice “¡Me encanta esta canción!” y otros fans mandan saludos desde Nueva Zelanda, República Checa y Argentina. Debajo del video de la trasmisión hay venta online de remeras, suplantand­o al clásico y querido puesto de merchandis­ing presente en todos los recitales de cualquier banda. Grohl arenga a la audiencia virtual y pide que canten desde la cocina o el living de sus casas para que ellos reciban esa energía. Y remata: “Espero que pronto nos volvamos a ver las caras”.

El show de 12 canciones se divide entre clásicos inoxidable­s (All My Life, Learn to Fly, My Hero) y un tema nuevo llamado Shame Shame, que tiene coros femeninos, guitarra acústica, una segunda percusión y teclados. Una cara distinta de Foo Fighters, que resultó el principal leitmotiv de esta mini-presentaci­ón. Se sabe: Dave Grohl nunca se queda quieto y ni una pandemia mundial puede frenarlo.

El flamante single es un adelanto del décimo disco de Foo Fighters, Medicine at Midnight, que se terminó este año y tiene fecha de salida para febrero 2021. La letra viene de un sueño que tuvo Grohl a los 15 años, en el que subía una colina y en la cima veía a un ataúd en llamas, y entonces corría para intentar abrirlo y rescatar a quien estaba dentro, pero las manos le quemaban. Así se recreó la historia para el video oficial, en un solemne blanco y negro. “He pensado en ese sueño durante toda mi vida y todavía puedo visualizar­lo cuando lo recuerdo”, dice hoy el músico nacido en Ohio, aquel ex baterista de Nirvana que armó este proyecto suyo en 1995, tras el suicidio de Kurt Cobain, pasando de los parches al rol de cantante, guitarrist­a , compositor y cara visible. “Shame Shame llevó el rumbo del disco para un lado más groovero, con chasquidos y palmas, y eso nos emocionó mucho: es distinto a todo lo que hemos hecho hasta ahora”, se enorgullec­e, con su diplomacia habitual.

-La pandemia resignific­ó todo, al punto que el verso que dice Another season of loneliness (Otra temporada de soledad) podría aplicarse al contexto de encierro. ¿Qué pensás?

-Escribimos este álbum el año pasado, antes de la pandemia. Lo terminamos en febrero, así que todas las letras fueron escritas entre noviembre y diciembre de 2019. Pero cuando las escuchás ahora, tienen otro sentido y se pueden relacionar al presente por

que se enfocan en los sentimient­os de siempre, como sentirse inspirado, deprimido o alegre. Son cosas que ahora están más amplificad­as porque estamos viviendo tiempos confusos. Todos los días son como una montaña rusa.

-¿Qué es lo que más extrañás de girarpor el mundo?

-El servicio a la habitación (room service) de los hoteles. Extraño levantarme a la mañana, levantar el teléfono y decir: “Hola, ¿te molestaría traerme unos huevos, unas tostadas y un café?” (risas) porque cuando estoy en casa lo tengo que hacer yo mismo. No, en verdad lo más importante para nosotros es la conexión con el público. Cada noche, cuando salimos a tocar, queremos que sea la mejor noche de sus vidas.

-¿Tienen pensado volver a Argentina cuando todo esto pase?

-Sí, pero nosotros no controlamo­s esto. La única forma en la cual la gente puede controlar lo que sucederá en el futuro es ayudando al prójimo. Espero que todos se unan para ayudarse entre sí en estos momentos de incertidum­bre para que podamos salir de esto y dar el próximo paso. ¿Quieren que vaya a Argentina? Iré a Argentina. Pero todos se tienen que asegurar de que eso sea lo correcto. En el momento en el que nos den luz verde y podamos ir, estaremos allí.

-¿Cómo te adaptás a los nuevos hábitos de consumo (Spotify, playlists, singles, shows por streaming) viniendo de los años ‘80?

-No me importan. Yo soy tan viejo que no entiendo nada de estas plataforma­s virtuales. Empecé a hacer música cuando era chico solo porque amaba tocar. Nunca pensé que iba a ser una estrella, ni que iba a llenar estadios. Solo me gustaba tocar la guitarra y la batería: hoy mi corazón sigue ahí. La industria ha cambiado, pero mis motivacion­es son las mismas.

-Hay un video viral en el que tocás la batería con Nandi Bushell, una youtuber de 10 años que tiene un gran futuro por delante. ¿Ves que las nuevas generacion­es se sigan interesand­o por el rock o es algo anticuado ya?

-¡Nandi es divina! Yo tengo tres hijas: una de 14, otra de 11 y otra de 6. Las veo a ellas y veo cómo experiment­an y descubren música. Y es lo mismo que cuando yo era joven, eso nunca cambia. Ya sea guitarra, batería, una computador­a, un violín o un ukelele; es el mismo tipo de relación la que mantienen los chicos con la música hoy. Mi hija Violet, la de 14, escucha Bowie, Beatles y Sex Pistols, mezcladas con cosas nuevas como The Killbirds y The Garden, que siguen esa misma tradición.

-¿Cómo le explicaría­s a un centennial lo que representó Nirvana en los ‘90 y quién fue Kurt Cobain en la historia del rock?

-Ellas nunca me lo preguntan a mí (risas). Cuando les cuento a mis hijas sobre Nirvana, les digo que era un adolescent­e, que tenía apenas 6 años más que Violet cuando me uní a ellos. Intento explicarle­s lo bien que se siente estar en una banda, pero ellas no piensan en Nirvana como todos los demás; ellas lo ven como la banda que tenía su papá cuando era joven.

-¿Cuándo fue la última vez que pensaste en Kurt y se te dibujó una sonrisa?

-Pienso en Kurt todos los días, es parte de mi vida. Uno crece y siempre piensa en la familia, los amigos, toda esa experienci­a acumulada. Con él pasé algunos de los mejores momentos de mi vida y también, obviamente, unos de los más tristes. Pero todos me dejaron grandes lecciones, marcas que quedan para siempre. Yo tenía 21 años cuando explotó Nevermind (1991) y sentía que lo sabía todo. Todavía hoy me cuesta escuchar los discos de Nirvana.

-El mes pasado se cumplieron 28 años (30/10/1992) del show en la cancha de Vélez. ¿Qué te acordás de esa noche caótica?

-Me acuerdo que me mordí la lengua muy fuerte y había sangre por toda mi batería, mucha sangre por todos lados, ¡Parecía un concierto de Kiss! Recuerdo a las Calamity Jane, el grupo soporte de chicas, que vivían cerca nuestro cuando estábamos en Washington. Y recuerdo que fue el único show en el cual no tocamos Smells Like Teen Spirit. Fue una noche extraña, sí.

-En la Argentina hay un mito de que Nirvana después se inspiró en una canción del grupo soporte local (Los Brujos) para componer “Very Ape” (In Utero, 1993). ¿Estabas al tanto?

-No me acuerdo de eso. ¡Fue hace 30 años!

-¿Cómo te imaginás a futuro? ¿Te ves tocando hasta los 70 años como Paul Mccartney y Mick Jagger?

.Es raro pensar en el futuro porque cada vez que hacemos un nuevo álbum con Foo Fighters sentimos que puede ser el último. Y, si así llega a ser, estamos felices de haberlo hecho. Hoy solo puedo pensar en llegar a mañana, cada día se trata de sobrevivir hasta el siguiente. Pero, ¿quién sabe? Amo a la banda, ellos son mis mejores amigos. Y amo hacer música, es lo más importante de mi vida. Así que lo voy a seguir haciendo todo el tiempo que pueda.w

Del show de Nirvana en Argentina recuerdo que mordí mi lengua y había sangre por toda la batería. Y fue el único en el que no tocamos ‘Smells Like Teen Spirit’”.

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