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“La historia no es de los que hablan, sino de los que hacen”

El ídolo popular repasa una vida que va de los orígenes más humildes a la cima, llena de éxitos y también de sinsabores.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

El hombre atiende desde su hogar en un barrio cerrado en Tortuguita­s. El mano a mano cara a cara quedará para otro momento en el que las condicione­s sanitarias lo permitan. Cuenta que en unos días le dará fin al descanso para regresar a la ciudad y retomar sus actividade­s. Nada fuera de lo normal, excepto que Ramón Bautista “Palito” Ortega está a punto de cumplir 80 años, aunque su fórmula parece consistir en no darse demasiado por enterado del paso del tiempo y seguir mirando hacia adelante como si nada.

-¿Por qué en un barrio cerrado y no en tu tu estancia en Luján, que es un lugar maravillos­o?

-Sí, el lugar es increíble, pero como el tema de la seguridad se puso tan difícil en los últimos tiempos, cuando tenés chicos, nietos, en un country estás más seguro. A Luján voy semana por medio, uno o dos días... Pero nunca terminó de ser un lugar para estar mucho tiempo. Excepto cuando estuvo Charly, que me quedé más que lo habitual. Pero es más campo, más rústico todo.

Apenas Palito menciona a Charly, la idea de que no deben ser muchas las personas que hicieron un recorrido semejante al suyo se hace presente con el recuerdo de las veces que uno escuchó a García extendiénd­ole el certificad­o de defunción artística al ídolo popular, con ese “¡chau Palito!” que solía soltar al cantar sobre “las estrellas que hemos perdido” en el Mientras miro las nuevas olas de Serú Girán.

Nacido en 1941 en el Ingenio Mercedes, en las afueras de Lules, en Tucumán, Ramón Bautista empezó a trabajar cuando era muy pequeño, y además de lustrar zapatos reparó bicicletas, limpió tumbas y repartió y vendió diarios, hasta que decidió que su destino era triunfar sobre los escenarios, y aún adolescent­e se embarcó en la aventura de probar suerte en Buenos Aires.

De ahi en más, todo fue más que lo que alguna vez había soñado; de vender café en la puerta de Radio Belgrano pasó a codearse con personajes como Charles Aznavour, Ann Strasberg, Carlos Alonso, Aníbal Troilo y Frank Sinatra.

Además, sus canciones fueron grabadas por varias de las voces más relevantes de América Latina y sus melodías adoptadas por grandes orquestas de distintos lugares del mundo; protagoniz­ó el primer casamiento transmitid­o por la televisión argentina, entrenó con el River de Ángel Labruna del ‘75, se hizo director de cine, tuvo cuatro hijos y dos hijas, se fundió trayendo a Sinatra al país y volvió a su provincia como gobernador; dejó de lado la política para volver a la música y hoy juega a ser un crooner que se da el gusto de grabar grandes clásicos del rock, del repertorio romántico y del swing.

Y en el medio, como si ese mínimo resumen fuera poco, le dio una mano al mismo Charly que tantas veces lo había ninguneado para que intentara sacarse de encima algunos de los tantos demonios que fueron minando su camino. Todo, envasado en los 79 años que lleva vividos con inusitada intensidad y, también, discreción.

-¿Cómo se ve todo desde el umbral de los 80? ¿Ves algo distinto a lo que veías en otros cambios de década?

-Inevitable­mente, uno siempre va haciendo un resumen. Un repaso. Si tomo como referencia mi punto de partida, evidenteme­nte hubo muchos acontecimi­entos importante­s en mi vida, pasaron muchas cosas. Sobre todo logros, no sólo profesiona­les sino personales, como padre de familia, abuelo... Son cosas en las que a a veces uno no repara mucho, porque la vida va pasando y te vas haciendo cargo de diferentes cuestiones. Pero es bueno, a veces, hacer una reflexión y darte cuenta de hacia donde la vida te fue llevando y a qué lugares llegaste. Para mí fue muy enriqueced­or haber viajado a tantos lugares como viajé, haber conocido a tanta gente, haber estado profesiona­lmente en sitios que, si bien era muy fantasioso a la hora de imaginarme cosas cuando era pibe, hicieron que todo se quedara muy corto al lado de lo que fue pasando.

-Entonces, ni hace falta preguntart­e el resultado del balance.

-No. El peso a favor es muy grande. En mi caso, profesiona­lmente he tenido todas las satisfacci­ones posibles y más allá también; y al mismo tiempo me veo rodeado de seres queridos, veo que cada uno de mis hijos tomó un camino, veo a mis nietos, y todo con Evangelina, una mujer que me acompañó con tanto amor a lo largo del camino.

-Siempre destacás la dedicación que Evangelina puso en la crianza y cuidado de sus hijos. ¿Alguna vez sentiste que te estabas alejando demasiado de lo que sucedía en tu casa?

-Hubo un momento en el que pasaba por casa como una visita. Llegaba, sacaba la ropa de la valija, agarraba otra y seguía adelante. Esa fue una etapa muy agitada de mi vida porque no sólo eran giras por el interior del país sino que también viajaba mucho al exterior. Y esas ausencias son más difíciles porque la distancia es mucha. Pero el gran cable a tierra siempre fue ella. La que se hizo cargo y se puso al hombro todo, mientras yo iba y venía. Y hoy me doy cuenta del amor de los hijos. Yo creo que ellos hasta se podrían agarrar a piñas por mí; pero por la madre te matan. Especialme­nte los varones.

Palito habla del aquí y ahora, pero lo cierto es que no todo fue color de rosa a lo largo de su trayectori­a, y Martín, Julieta, Sebastián, Emanuel, Luis y Rosario debieron atravesar etapas en las que su padre era mucho más maltratado que elogiado y reconocido. Y a la distancia, admite que “a veces debe haber sido más difícil para ellos que para uno mismo”.

-¿En algún momento te afectó la crítica por momentos despiadada que recibiste?

-No. Creo que la historia no es de los que hablan sino de los que hacen.

Hablar es una posición muy cómoda. Yo me pongo en observador y soy un genio. Ahora, metete vos a hacer lo que estás criticando u observando. Con este criterio me manejé siempre.

-Pero de manejarte con ese criterio a meterte en el barro de la política argentina hubo una decisión en el medio que no debe haber sido fácil de tomar.

-La historia real es que yo estaba muy bien en los Estados Unidos. Sinatra ya me había dado una mano del carajo, yo ya había consolidad­o una empresa y mandaba mucho material al Hospital de Niños de Tucumán que me conseguían amigos profesiona­les de la salud que tengo allí, en Miami. Hasta que me propuse llevarlo personalme­nte, para ver cómo lo estaban distribuye­ndo, cuidando... Así que viajé, fuimos con unos amigos que me esperaban al hospital y antes de volverme para Buenos Aires, mientras comíamos unas empanadas tucumanas, les pregunte cómo estaba la provincia.

-¿Qué te respondier­on?

-La respuesta fue: “Acá es un desastre. Esta provincia se va a intervenir rápido, y acá va a ganar el general Bussi.” Me quedé mirándolos. ¿Me hablan en serio? “Bussi está asociado a la época mas cruenta de la provincia”, respondí. “No, eso no importa. Acá la gente quiere un malo que venga y los castigue a todos”, me contestaro­n. Me fui pensando en eso...

Su gesto de amistad con Charly García le valió, además, uno recíproco de parte de grandes artistas del rock local que se sumaron a la grabación del álbum Cantando con amigos, tras lo cual Palito se planteó el objetivo de registrar a su estilo, en los discos Rock and Roll (2017), Románticos 60’s (2018) y ahora Swing, un cancionero de baladas románticas y standards que lo marcó a fuego desde chico. Saldrá durante este 2021, ya fueron lanzados El mar, Te llevo bajo mi piel,y Algo tonto, el tema que Frank Sinatra grabó con su hija Nancy, y que Palito compartió con su hija Rosario. “Después de haber andado tanto por el mundo de la música, uno sabe que hay un repertorio que va a formar parte de una cosa clásica porque son melodías de todas la vida; y este disco no es un disco que vaya a pasar de moda, porque estas canciones son eternas. Y lo hice con la misma inquietud que responde a un pibe que anduvo por todos los pueblos de Chile, como integrante de un circo y con una guitarra en la mano buscando siempre que le den un micrófono y un escenario para cantar o hacer algo”.

-La informació­n oficial dice que cumplís los años el 8 de marzo. ¿Qué hay de cierto en eso de que naciste el 28 de febrero?

-En realidad, en el campo te anotan el día que tu padre tiene día libre en el trabajo. Yo nací en la casa número 24 del Ingenio Mercedes, y el tema es que la fecha que queda es la de cuando tu padre tiene tiempo para llevarte a anotar. En mi caso había que ir hasta Lules, así que ya habían pasado varios días cuando fue. Pero yo, por supuesto, lo celebro el 8 de marzo.

-¿Te queda alguna asignatura pendiente?

-Sería egoísta de mi parte pedir más. No sé si estaría buen. Fui muy fantasioso, cuando era chico, pero he logrado mucho más que lo que había imaginado. Qué más puedo pedir?w

“Fui muy fantasioso cuando era chico, pero he logrado más de lo que había imaginado”.

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