Retirando “la parte de la vergüenza” de los diccionarios de anatomía
A Allison Draper le encantaba la clase de anatomía. Como estudiante de primer año de medicina en la Universidad de Miami, el lenguaje le parecía claro, preciso y funcional. Podía buscar el término latino de casi cualquier parte del cuerpo y hacerse una idea de dónde estaba y qué hacía. El flexor carpi ulnaris, por ejemplo, es un músculo del antebrazo que dobla la muñeca, exactamente como su nombre lo indica.
Entonces, un día buscó el nervio pudendo, que proporciona sensibilidad a la vagina y la vulva o a los genitales femeninos externos. El término deriva del verbo latino pudere:
avergonzarse. El nervio de la vergüenza, señaló Draper: “Yo me dije: ¿Qué? ¿Perdón?”.
La cosa empeoró. Cuando su profesor le entregó un ejemplar de la Terminología Anatómica, el diccionario internacional de términos anatómicos, se enteró de que el término latino para la vulva -que incluye los labios internos y externos, el clítoris y el monte de Venus- era pudendum. Traducción: la parte de la que hay que avergonzarse. No había una palabra equivalente para los genitales masculinos. Fue entonces cuando de veras se enardeció.
La anatomía comenzó como ciencia en la Italia del siglo XVI, un ámbito propio de hombres instruidos. En aquella época era difícil encontrar cadáveres de mujeres, y mucho menos una mujer anatomista.
No es de extrañar, por tanto, que algunas palabras puedan sonar un poco extrañas a los oídos modernos. Lo que sorprendió a Draper fue que ésta
había atravesado 500 años de revisiones y actualizaciones y prácticamente nadie sabía lo que significaba.
Eso incluía a su profesor de anatomía, Doug Broadfield, que llevaba 14 años mostrando el canal, el nervio y la arteria pudendos a los estudiantes. “Nunca le di importancia”, dijo. “Uno simplemente no piensa en ese tipo de cosas”.
En 2019, con el apoyo de Broadfield, Draper comenzó las investigaciones para elaborar un trabajo que planteara que pudendum era inapropiado como término médico y debía ser eliminado.
Al principio, la vergüenza no sabía de sexos. Los escritores romanos del siglo I utilizaban pudendum para referirse a los genitales de los hombres, las mujeres y los animales. Pero fue a las mujeres a quienes quedó atribuida la vergüenza.
En 1543, la palabra apareció junto a una extraña ilustración en el atlas anatómico de Andreas Vesalius, un médico flamenco a veces llamado “padre de la anatomía moderna”. La imagen, aunque rotulada como un útero humano, se parece inequívocamente a un pene, pero con un mechón de vello púbico rizado cerca de la cabeza, lo que reflejaba la idea de que las mujeres eran sólo hombres con órganos internos imperfectos. (También hay que recordar la escasez de cadáveres femeninos).
Un siglo después, un anatomista holandés llamado Regnier de Graaf destacó el papel del clítoris en la sexualidad femenina. “Si estas partes del pudendum no hubieran estado dotadas de una sensibilidad tan exquisita para el placer -escribió-, ninguna mujer estaría dispuesta a asumir el fastidioso asunto de la gestación, que dura nueve meses, el doloroso y a menudo fatal proceso de expulsión del feto y la angustiante y atormentada tarea de criar hijos”.
En 1895, la anatomía reconoció oficialmente la existencia de una región pudenda tanto en el hombre como en la mujer. Pero 60 años más tarde, sólo el pudendum femininum -la parte de la vergüenza femenina- seguía figurando en la lista. Más tarde se simplificaría a pudendum y se utilizaría como sinónimo algo más formal de vulva. Hoy día, la palabra aparece en casi todos los libros de texto de medicina.
Draper no era la única persona a la que le molestaban estas raíces. En 2014, Bernard Moxham, jefe de anatomía de la Universidad de Cardiff, en Gales, colaboró con Susan Morgan, profesora de la misma universidad, para analizar el sesgo de género en la enseñanza de la anatomía.
Descubrieron que la mayoría de los libros de texto de medicina mostraban el cuerpo masculino como patrón y sacaban a relucir el femenino solo cuando llegaba el momento de mostrar el aparato reproductor, los genitales y las mamas.
Por regla general, los términos anatómicos deben ser informativos y descriptivos. Pudendum no era ninguna de las dos cosas y llevaba una carga moral.
Hay otros términos que reflejan ideas anticuadas sobre la mujer. La palabra himen comparte la misma raíz que Himen, el dios griego del matrimonio. Nymphae, término algo más antiguo para designar los labios menores, procede de la palabra latina que designa a una novia o una joven y bella doncella. Incluso la palabra vagina, que se traduce como vaina, funda o cubierta cerrada, sugiere que la función principal de ese órgano es albergar un pene, lo cual no es exacto ni científicamente neutral.
Moxham sabía que incluso los términos consagrados podían cambiarse, y pensaba que debían serlo, como parte de los esfuerzos para eliminar los prejuicios raciales y de género de la medicina. Acababa de dejar el cargo de presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Anatomistas, organización que estaba trabajando para publicar la última edición de la Terminología Anatómica.
En 2016, Moxham propuso que el grupo de terminología de la federación -que en ese momento estaba integrado sólo por hombres en su mayoría europeos- eliminara pudendum
y las palabras relacionadas del diccionario. No podía acabar con todo el sexismo que había en la anatomía,
pero eliminar esa palabra problemática parecía tarea fácil.
Al principio, no todo el mundo estaba convencido de que pudendum
fuera lo suficientemente ofensivo como para justificar su eliminación.
Además, si se quiere cambiar una palabra debido a su extraña raíz latina, habría que empezar a cuestionar cientos de términos. ¿Por qué pene significa cola? ¿Por qué acetábulo -la cavidad del hueso de la cadera- significa vinagrera?
Finalmente, después de algunas quejas, todo el mundo estuvo de acuerdo en que pudendum tenía que desaparecer. Luego llegó el momento de cambiar las palabras relacionadas: nervio pudendo, canal pudendo y arteria pudenda.
Para muchos miembros del grupo, cambiar el nombre de un nervio al que los médicos se referían habitualmente era un paso demasiado grande. Durante meses, volaron acalorados correos electrónicos sobre qué hacer con los términos ofensivos. Uno de los miembros acabó renunciando. La disputa se volvió tan beligerante que, en agosto de 2019, a sugerencia de Moxham, el grupo acordó una moratoria de dos años para que los ánimos se aplacaran.
La decisión llegó sin hacer ruido. Draper se enteró a fines de 2019 por un párrafo al pie de un artículo médico: pudendum ya no aparecería como término oficial en la siguiente versión de Terminología Anatómica.
Sin embargo, señalaba el artículo, la arteria, el canal y el nervio pudendos permanecerían relativamente sin cambios “porque el uso de la palabra
pudendalis en los términos referidos a estructuras presentes en ambos sexos no puede interpretarse como sexista”. En otras palabras, si la vergüenza se repartía por igual, quizá no fuera tan grave.
Cumplido su objetivo original (aunque hubiese sido obra de otros) Draper vio la oportunidad de iniciar una conversación más amplia sobre los prejuicios de género en la medicina.
En un artículo, publicado este año en la revista Clinical Anatomy, argumentaba que las mismas actitudes sexistas que habían permitido que
pudendum persistiera en el léxico médico durante siglos tenían consecuencias concretas en la atención sanitaria. En 2014, investigadores de salud pública estadounidenses descubrieron que la mitad de las personas con dolor de vulva nunca planteaban su problema al médico, al menos en parte debido al estigma.
La doctora Antje Barreveld, especialista en tratamiento del dolor en el Hospital Newton-wellesley de Massachusetts, dice que muchos enfermos -sobre todo los hombres, que constituyen un tercio de sus pacientes con neuralgia pudenda- son reacios a buscar ayuda o no saben a quién recurrir. Para tranquilizar a sus pacientes, ha modificado su lenguaje: ha empezado a llamar al nervio pudendo “el nervio del tren inferior”.
“Es una forma un poco más suave de referirse a una zona muy privada”,
dijo. “Hace que la gente se ría y elimina un poco esa reacción de vergüenza”. w
A los genitales femeninos se los llamó “partes pudendas”, no así a los masculinos.
Traducción: Elisa Carnelli