Cuenta regresiva para una celebración especial
El 27 de este mes, en un marco que se anticipa multitudinario, el Papa Francisco llevará adelante la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII, dos de los pontífices más queridos por los fieles.
Uno era polaco, italiano el otro. El nacido en Wadowice fue entronizado a los 58 años, convirtiéndose así en el Papa más joven del siglo XX. Gobernaría la Iglesia Católica durante casi tres décadas. En cambio, apenas cinco años duró el papado del oriundo de Bergamo, provincia de la región italiana de Lombardía.
Karol Wojtyla fue Juan Pablo II, apodado el Papa peregrino. Giuseppe Roncalli era el nombre secular de Juan XXIII, el Papa bueno. Un ejercicio comparativo de sus respectivas biografías arroja cantidad de aspectos circunstanciales, históricos y también de estilos personales que los diferencian; especialmente en lo que se refiere a la impronta que cada uno dejó en su paso por el sillón de Pedro.
Pero hay dos cuestiones centrales que empequeñecen hasta un carácter anecdótico cualquier posible disimilitud: más corto, más largo, ambos papados dejaron surcos muy profundos, al punto de sacudir de raíz con sus iniciativas y orientación estructuras de la Iglesia con mucha raigambre entre el clero y los fieles. Esto les valió apoyos determinantes, aunque también cosecharon controversias y vieron cuestionada su autoridad por sectores minoritarios.
Sin embargo, fue el cariño popular, masivo, contundente, explícito, que uno y otro recibieron, el elemento que más los aproxima. Hay que decirlo: fueron Papas con ductilidad y carisma para llegar al corazón de la gente, que no tuvieron en cambio otros Pontífices.
Prueba cabal de eso es el grado de movilización que existe hoy en la Iglesia ante el inminente paso a la santidad de ambos. Se da por descontado que Roma se verá desbordada el 27 de este mes; la fecha que determinó el Papa argentino para la canonización de estos dos antecesores suyos.
Habrá jefes de Estado, monarcas y líderes religiosos de todas las confesiones. Entre la masiva presencia de peregrinos de todo el mundo en la Plaza de San Pedro, se aguarda que sobresalgan miles y miles de polacos ansiosos de asistir a este acto que convertirá formalmente en santo a su connacional Karol Wojtyla, de quien to-