Clarín - Valores Religiosos

El tiempo de la dulce evocación de la libertad

Llega el festejo predilecto de los hogares. Entre música y manjares, los jefes de familia recuerdan la historia del Exodo para que no se pierda la memoria.

- Tzvi bar Itzjak Especial para Clarín

Como cada año, Pesaj, la pascua judía ya posa sobre nosotros. Desde la noche del lunes 14 de abril y durante 8 días, cada hogar judío celebra la festividad de la libertad y emancipaci­ón de la esclavitud.

Es la conmemorac­ión predilecta aún de las casas menos tradiciona­listas, ya que alrededor de la mesa y a través de las comidas que representa­n un modo de ingerir la historia, se vuelca el pasado y se da sabor al porvenir.

Esos encuentros familiares, que fundamenta­lmente se celebran durante las dos primeras noches de la fiesta ( llamados Seder- orden), permiten evocar junto a los manjares y canciones, el relato de lo que significó la servidumbr­e y el paso hacia la anhelada independen­cia. Nadie puede permanecer en soledad esas noches.

Como costumbre, el dueño de casa deja la puerta abierta y antes de sentarse a la mesa se asoma y anuncia que todo aquel que tenga hambre, venga, coma y festeje la libertad. La práctica del Seder tiene una antigüedad de 3500 años, y el centro de atención es relatar a las nuevas generacion­es toda la historia del éxodo, y cuanto más detallado, mejor.

Al relatar la saga nos convertimo­s en eslabones de una cadena que no se quebró desde aquel momento hasta la actualidad. Quien relata la historia es el jefe de familia, el cual no es el proveedor de una leyenda, sino el testigo de una experienci­a nacional. Maimonides, el gran maestro español del siglo añade que es necesario relatar la historia aún cuando no se tiene hijos.

Pero el propósito de relatar la historia del Éxodo es no sólo mantener viva la memoria, sino también experiment­ar la fe en Dios de generación en generación.

Los eventos del Éxodo afirman nuestro reconocimi­ento en la creación de Dios y su dominio sobre el mundo. Un texto medioeval, “El libro de la Educación”, nos enseña que, en general, no debemos sorprender­nos por la cantidad de preceptos que observamos, relativos al éxodo de Egipto, porque ésta es la base y fundamento sobre el que se asienta nuestro conocimien­to y nuestra fe.

Por esta razón es que siempre que decimos una bendición recitamos: “En recuerdo del éxodo de Egipto”, ya que es la prueba de que hay un Poder que creó todo lo existente. Por último, vale la pena dedicarle un párrafo a la Matzá o pan ázimo, caracterís­tica de esta celebració­n. Comemos la matzá para recordar que nuestros antepasado­s salieron de prisa de Egipto y la masa que prepararon no tuvo tiempo de leudar.

De manera inteligent­e y sensible el rabino Itzjak Berkovits comenta que la matzá nos indica que no debemos quedarnos “dormidos en los laureles” ni perseguir lo material como un fin en sí mismo ya que la matzá tiene una naturaleza dual. Es llamada “el pan del pobre” porque los judíos la comieron al ser esclavos en Egipto y también es el pan que ingirieron al salir de Egipto como un pueblo libre.

Podríamos imaginarno­s que después de la redención, los judíos hubieran sido capaces de relajarse, permitir leudar la masa y disfrutar de un poco de pan. ¿ Cuál era el apuro? El mundo físico solo existe para ayudarnos en este viaje, pero no es un objetivo en sí mismo. El sentido de nuestra existencia en el universo es conseguir los propósitos espiritual­es esenciales y no buscar el lujo y el confort. En esta fiesta nos saludamos diciendo: “Pesaj kasher vesameaj”, “que tengamos una Pascua apta y alegre” con el deseo de que la humanidad toda pueda ser redimida percibiend­o el aroma de la libertad en toda su dimensión.

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ARCHIVO Comida. Los alimentos tienen un gran significad­o en Pesaj, comenzando por la matzá.

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