Desafía al ébola para cuidar a los huérfanos
Es el salesiano Jorge Crisafulli, hoy a cargo de casi mil chicos que vieron morir a sus padres por culpa de ese virus letal. Dice que la batalla se está perdiendo y culpa a Occidente por acordarse “muy tarde”.
S i no se le presenta combate, puede adquirir el poder mortífero de una bomba. Tanta es su capacidad de destrucción que otros prefieren hablar directamente de una colosal arma biológica. Lo cierto es que la sola mención del virus del ébola provoca una inmediata - y comprensible-reacción de pánico.
Ese no es el caso de un misionero argentino perteneciente a la obra de Don Bosco, hoy radicado en el corazón de Africa como principal responsable de la recepción y cuidado de los niños que quedaron huérfanos a causa de esta enfermedad infecciosa viral aguda.
Se trata del sacerdote salesiano Jorge Crisafulli, coordinador de la presencia religiosa de las Misiones Salesianas para los países angloparlantes de África Occidental; léase Nigeria, Ghana, Liberia, Guinea Conakry y Sierra Leona.
En un diálogo periodístico con la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA), Crisafulli admitió su frustración al entender que “estamos perdiendo la batalla”. En ese sentido, deploró que Occidente “se haya acordado muy tarde” del virus letal, que actualmente parece estar fuera de control en Liberia y en Sierra Leona, dos de los países más pobres del planeta.
Sobre los hombros del religioso argentino recae hoy la responsabilidad de unos 500 chicos que perdieron a sus dos padres y otros 140 que sufrieron la muerte de alguno de ellos. Para peor, los sobrevivientes (muchos de ellos ahora inmunes al virus) son acusados de haber utilizado magia negra para asesinar a sus padres, lo que ha llevado al abandono e incluso al asesinato de algunos de ellos.
“La verdad es que no podemos recibir a todos por falta de capacidad. En Sierra Leona teníamos un centro para 75 niños, que permanecían entre 9 y 12 meses y luego volvían a sus hogares. Esta nueva situación nos encuentra desarmados y poco preparados. Tenemos miedo ...”, admite el cura salesiano, quien estima que se necesitarían unos 5 mil agentes sanitarios para asistir a la gente infectada.
Surgido en un río zaireño a mediados de los 70 - se especula- el mortífero virus, que afecta por igual a humanos y primates, excede la categoría de problema sanitario. “Es un gravísimo problema social y económico”, sostiene Crisafulli, testigo involuntario del miedo que padecen hoy las poblaciones acechadas por el ébola. “La gente tiene miedo y no sale de sus casas - contó-, por lo que no se levantan las cosechas, y al no trabajar se pierden empleos, no se pagan salarios y todo se encarece. La gente no tiene acceso al material sanitario, a guantes, mascarillas ni trajes protectores. Un bidón de lavandina vale hasta 700 dólares”.
Sin pelos en la lengua para decir lo que piensa, Crisafulli opina que recién ahora comenzaron a preocupase Estados Unidos y Europa sólo porque se sienten amenazados. “Pero la enfermedad está presente desde hace más de 30 ó 40 años. La malaria, el cólera o el Sida, también podrían haber sido deste- rrados. Pero el dinero no es suficiente. Acá hace falta gente que venga a trabajar”, considera.
Actualmente, los países con más víctimas fatales son Liberia, Guinea y Sierra Leona. En este último, tan solo resisten unos pocos doctores venidos de Cuba y de China. La proporción de médicos por habitante: apenas tres médicos cada 100.000 habitantes. “Pero tenemos un arma, que es la esperanza y el trabajo comunitario. Vamos a seguir luchando contra las injusticias aunque lo nuestro sea visto como una gota en el océano”, concluye.