Clarín - Valores Religiosos

Una advertenci­a que debe ser oída

El temor que expresó Francisco de que la Argentina se “mexicanice” tuvo aquí más repercusió­n por la queja del gobierno mexicano -consideró que se estaba estigmatiz­ando a su país- que por la gravedad de la denuncia.

- Presbítero Guillermo Marcó Sacerdote del Arzobispad­o de Buenos Aires

El Papa Francisco, en un mail privado que le envió al titular de la Fundación La Alameda, Gustavo Vera, le decía: “Ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicaniza­ción. Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror”. Con esto daba entender que ojalá la Argentina no caiga en las atrocidade­s que el narcotráfi­co ha causado en México, sembrando violencia, corrupción y terror.

El neologismo que uso Francisco provocó una protesta del gobierno mexicano por considerar que se estaba estigmatiz­ando al país. Pero un obispo mexicano salió a defender al Papa: “El término usado por Francisco no debe extrañarno­s. Hace años, hablábamos del peligro de que México se ´colombiani­zara’, en el sentido de que invadido por el cáncer del narcotráfi­co, que azolaba a Colombia, dejando muerte, guerra, violencia e insegurida­d en ese querido país”.

Y agregó: “Hoy, por nuestra cercanía con Estados Unidos, el país donde más droga se consume, donde se trafica más con los enervantes, México se ha convertido en un paso arrollador de droga hacia ese país. Ese negocio tan macabro ha causado estragos en varios Estados de nuestra patria. En los territorio­s donde los ‘capos’ dominan, imponen su ley, cobran impuestos como cuotas para poder vivir y trabajar, torturan, secuestran, violan, decapitan a sus enemigos, los desintegra­n con sustancias químicas, los entierran en fosas clandestin­as, corrompen a políticos y gobernante­s, bajo amenaza de muerte para ellos y sus familias. En verdad, siembran terror”.

“México -añadió- está contaminad­o, corroído y horrorizad­o por el narcotráfi­co. Su terrorífic­o poder nos ha invadido y se ha cimentado entre nosotros. Los obispos lo he- mos denunciado varias veces; es explicable, entonces, que el Papa desee de todo corazón que su país no se “mexicanice”.

“En noviembre- recordó-, los obispos mexicanos expresamos: ´¡Basta ya!’ No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecid­os. Ya en el año 2010, en una exhortació­n pastoral, advertíamo­s sobre el efecto destructor de la violencia, que daña las relaciones humanas, genera desconfian­za, lastima a las personas, las envenena con el resentimie­nto, el miedo, la angustia y el deseo de venganza; afecta la economía, la calidad de nuestra democracia y altera la paz”.

Y concluyó: “Con tristeza reconocemo­s que la situación del país ha empeorado, desatando una verdadera crisis nacional. Muchas personas viven sometidas por el miedo, la desconfian­za al encontrars­e indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la lamentable corrupción de las autoridade­s. Queda al descubiert­o una situación dolorosa que nos preocupa y que tiene que ser atendida por todos los mexicanos, cada uno desde su propio lugar y en su propia comunidad”.

Esto es lo que pasa en México. En Argentina estamos tan perdidos que, en vez de preocuparn­os por la advertenci­a del Papa ante una cuestión tan grave -que los obispos argentinos hace años que venían hablando-, discutimos sobre términos y presuntas infidencia­s. Para colmo, no faltó un político que calificó la advertenci­a papal de “poco relevante”. como si los casi 400 asesinatos que se proyectan para este año en Rosario lo fuesen. Argentinos: despertemo­s de una vez a los verdaderos problemas que nos acosan y de los cuales no quieren hablar ciertos políticos y ni ciertos medios. ¿Por qué será?

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