Clarín - Valores Religiosos

Cerrar las puertas que llevan al odio

Es deber de todo musulmán advertir a otros sobre la violación de este principio fundamenta­l del Islam, que propone moderación y justicia.

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El Islam está siendo puesto a prueba ante una clase de personas que se inclinaron hacia el extremismo y el fanatismo, distorsion­ando la imagen de la religión, haciendo daño a su gente y permitiend­o el derramamie­nto de sangre en su nombre. Este tipo de individuos quedaron muy lejos del principio de moderación y justicia que encierra el Islam. Y más aún cuando se los ve vanagloriá­ndose de las matanzas y atentados, del sabotaje y la destrucció­n llegando, incluso, a atacar las casas de Allah (mezquitas) y a quienes las frecuentan.

“Por esta razón decretamos para los Hijos de Israel que quien mata a una persona sin que ésta haya cometido un crimen o sembrado la corrupción en la tierra, es como si matase a toda la humanidad. Y quien salva una vida es como si salvase a toda la humanidad. Por cierto que Nuestros Mensajeros se presentaro­n ante ellos con las evidencias. Pero muchos, a pesar de esto, se excedieron en la tierra”. Corán 5:32.

Así como el Islam preservó la vida de los musulmanes, sus bienes y honor, lo hizo también con quienes no eran musulmanes. Por eso, debemos saber que los actos perpetrado­s por esa gente criminal tienen sus causas que los explican. Algunas de ellas son ignorar el Islam, sus prescripci­ones y leyes, no recibir el conocimien­to de la mano de los sabios del Islam, adherirse a agrupacion­es extraviada­s que adoctrinan a los jóvenes sobre el conceptos de extremismo, y la sed por el derramamie­nto de sangre.

También lo son burlarse de algunos sabios musulmanes, leer libros de autores desviados del sendero recto, que avivan el fuego en el corazón del lector y lo alejan de la verdad y de la moderación. O descuidar sus responsabi­lidades, tales como no interesars­e por los hijos o desconocer a quienes les hacen compañía. Es obligación de los padres cuidar de sus hijos y advertirle­s sobre las malas compañías.

Otra causa es sentir aversión por las autoridade­s. Así, el joven crece con un odio hacia su país, su gente y sus gobernante­s.

Hay muchos textos coránicos y de la tradición profética que insisten sobre la obligatori­edad de escuchar y obedecer, advirtiend­o al mismo tiempo sobre el peligro de la segregació­n y la importanci­a de la unión. Es deber de todo musul- mán estar precavido y advertir a otros sobre la violación de este principio fundamenta­l.

Lo primero que tenemos que hacer respecto de esta situación es combatir la ignorancia que hay respecto de la Sharia (Ley islámica), ocuparnos más con el Libro de Allah y la tradición de su Profeta Muhammad a través de un entendimie­nto correcto, porque en ellos está la salvación de todo mal.

También debemos incitar a nuestros hijos a concurrir a los círculos de conocimien­to religioso y escoger para ellos sabios, en quienes tenemos confianza por su abundante conocimien­to correcto y su aferro a la religión de Allah.

Por su parte, los educadores en las escuelas y mezquitas, los predicador­es, exhortador­es y todos aquellos que tienen la posibilida­d de hacer llegar el mensaje deben advertir sobre este extremismo criminal que una vez instalado en un lugar se propaga como epidemia hundiendo a su gente en la ruina y en la infamia.

Entre los medios que hay que usar para acabar con esta plaga, citamos: 1- Desenmasca­rar a las cabezas de la corrupción que se valen del Islam para conseguir sus fines. 2- Cerrar las puertas que puedan conducir al fanatismo y al extremismo en todos sus aspectos. Actuar con dureza en los asuntos vinculados a la seguridad y justicia y no dejarse llevar por el sentimient­o de mansedumbr­e. También proteger a la gente teniendo presente el temor a Allah, atraer lo que es de su beneficio y alejar lo que pueda corromperl­e. 3- Redefinir el buen uso de los medios de comunicaci­ón para que sean constructi­vos y no destructiv­os, procediend­o a su buena estimulaci­ón transmitie­ndo la verdad del Islam y diferenciá­ndolo de lo que pueda corromper los corazones y los cuerpos. Pues, el fanatismo en las pasiones produce fanatismo en las tendencias e inclinacio­nes.

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Distorsión. La imagen del islam, una religión de paz, está siendo afectada por fanáticos.

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