La importancia de la buena reputación
El prestigio evidencia el buen obrar y facilita el encuentro y la escucha. El ejemplo del Profeta Muhammad.
El prestigio y la buena reputación son características importantes que los creyentes musulmanes deben cuidar en tanto forman parte de su buen haber y su buen obrar. Allah nos recuerda en su libro, el Corán, la súplica del Profeta Abraham, en la que dijo: “...y otórgame un buen recuerdo para la posteridad” (26:84). Dios nos dice en el libro sagrado: “Y se les preguntará a aquellos que fueron piadosos: ¿Qué ha descendido vuestro Señor? Dirán: el bien. Para quienes hayan obrado de la mejor manera en esta vida se les dará algo bello, y en la morada del más allá tendrán algo mejor, ¡y qué excelente es la morada de los piadosos!” (Corán 16:30).
Los Mensajeros de Dios procuraban tener un buen recuerdo entre la gente para que fuera de ayuda en su trabajo de prédica. Sin duda que su moral y su conducta fue la mejor de todas y Dios les concedió tales anhelos, como vemos en la súplica respondida de nuestro Profeta Abraham, cuyo recuerdo ha sido el mejor por mu- chos siglos y ante millones de hombres que celebran su misma fe.
Dios Todopoderoso nos menciona estas gracias para con sus mensajeros como parte de la misericordia que tuvo con ellos. Dice el Altísimo: “Y les agraciamos con nuestra Misericordia y fueron recordados siempre de la mejor manera, por lenguas veraces” (19:50).
Nuestro querido Profeta Muhammad , gozaba de excelente reputación frente a su tribu y demás habitantes de la ciudad de Meca. Todos sabían de su sobrenombre “el confiable, el verás” en árabe llamado “Al Amín”. Fue por muchos años así e hizo que la gente lo quisiera y estimara, aun sin haber tratado con él de cerca. Le confiaban sus pertenencias y dejaban con él los objetos de valor. Ante cualquier litigio iban a buscarlo y pedir su juicio o consejo. Luego de que recibiese la Revelación, quisieron perjudicarlo en su reputación, sin embargo Allah elevó su recuerdo y hasta el día de hoy es uno de los hombres más elogiados de la historia. Dice Allah en su libro: “y hemos elevado tu mención” (Corán 94:4).
En la humanidad, la fama, el prestigio y la notoriedad van por delante del hombre en su camino abriéndolo o cerrándolo. Este buen renombre le dignifica, tranquiliza los corazones y le permite que se encuentre con rostros amables, o por el contrario les inquieta, les mal predispone y ahuyenta.
Por eso cuando alguien goza de buena reputación se le facilitan sus encuentros, su palabra se escucha y su nombre se recuerda. La gente preferirá tratar con él que con otras personas. Le apoyarán ante la falsa adversidad, en los momentos de crisis y dudas como lo hicieron con el Profeta José (Yusuf en el Corán) cuando fue acusado por la esposa del ministro: “...Dijeron: ¡Por Allah, no conoce- mos nada malo de él!” (Corán 12:51).
Cuando el Mensajero de Allah les dijo que podían emigrar a las tierras de Etiopía, en donde un rey justo llamado El Negus gobernaba y cuya fama era que no perjudicaba a nadie en nada.
¿Cómo podemos construir nuestra buena reputación? Dice Dios en su libro: “Ciertamente a aquellos que creen y obran correctamente, el Compasivo les dará cariño” (Corán 19:96). Es decir, descenderá en torno a ellos sentimientos de amor y afecto.
Con certeza el obrar correctamente, con sinceridad y constancia, hace a la persona merecedora del cariño de la gente. Los buenos modales del creyente hacen que se lo estime y trate de la mejor manera. Eso forma parte de la buena reputación que se construye en torno a la persona. Lo mismo ocurre con las buenas palabras, las buenas ac- ciones, el mejor, afable y más elegante proceder como ha sido el ejemplo de nuestro Profeta Muhammad quien ha sido otorgado el más bello carácter y los mejores modales.
La persona debe esforzarse por alcanzar una buena honra y reputación en su entorno. Debe también cuidar de aquella alcanzada y la de sus hermanos y hermanas en la fe. Debe evitar caer en la mediocridad. El Profeta Muhammad dijo: “...y quien evite lo ambiguo y las sospechas, habrá protegido su fe y su honor”.
El niño es portador de la reputación de su familia, el individuo de su comunidad y la comunidad de su país. Nosotros debemos recordar que un mal comportamiento no nos perjudica solo a nosotros mismos, sino a la sociedad a la cual pertenecemos.
La buena reputación trae grandes beneficios a todos nuestros hermanos y hermanas. Esto y el elogio de la gente son considerados como el preludio de una buena nueva de Dios para el ser humano. El Profeta dijo en relación al elogio de la gente hacia un creyente: “Eso es una primera buena nueva para el creyente”.
“De quien tiene prestigio su palabra se escucha y su nombre se recuerda”