Clarín - Valores Religiosos

La importanci­a de la buena reputación

El prestigio evidencia el buen obrar y facilita el encuentro y la escucha. El ejemplo del Profeta Muhammad.

- Firas Elsayer Centro Islámico de la República Argentina (CIRA)

El prestigio y la buena reputación son caracterís­ticas importante­s que los creyentes musulmanes deben cuidar en tanto forman parte de su buen haber y su buen obrar. Allah nos recuerda en su libro, el Corán, la súplica del Profeta Abraham, en la que dijo: “...y otórgame un buen recuerdo para la posteridad” (26:84). Dios nos dice en el libro sagrado: “Y se les preguntará a aquellos que fueron piadosos: ¿Qué ha descendido vuestro Señor? Dirán: el bien. Para quienes hayan obrado de la mejor manera en esta vida se les dará algo bello, y en la morada del más allá tendrán algo mejor, ¡y qué excelente es la morada de los piadosos!” (Corán 16:30).

Los Mensajeros de Dios procuraban tener un buen recuerdo entre la gente para que fuera de ayuda en su trabajo de prédica. Sin duda que su moral y su conducta fue la mejor de todas y Dios les concedió tales anhelos, como vemos en la súplica respondida de nuestro Profeta Abraham, cuyo recuerdo ha sido el mejor por mu- chos siglos y ante millones de hombres que celebran su misma fe.

Dios Todopodero­so nos menciona estas gracias para con sus mensajeros como parte de la misericord­ia que tuvo con ellos. Dice el Altísimo: “Y les agraciamos con nuestra Misericord­ia y fueron recordados siempre de la mejor manera, por lenguas veraces” (19:50).

Nuestro querido Profeta Muhammad , gozaba de excelente reputación frente a su tribu y demás habitantes de la ciudad de Meca. Todos sabían de su sobrenombr­e “el confiable, el verás” en árabe llamado “Al Amín”. Fue por muchos años así e hizo que la gente lo quisiera y estimara, aun sin haber tratado con él de cerca. Le confiaban sus pertenenci­as y dejaban con él los objetos de valor. Ante cualquier litigio iban a buscarlo y pedir su juicio o consejo. Luego de que recibiese la Revelación, quisieron perjudicar­lo en su reputación, sin embargo Allah elevó su recuerdo y hasta el día de hoy es uno de los hombres más elogiados de la historia. Dice Allah en su libro: “y hemos elevado tu mención” (Corán 94:4).

En la humanidad, la fama, el prestigio y la notoriedad van por delante del hombre en su camino abriéndolo o cerrándolo. Este buen renombre le dignifica, tranquiliz­a los corazones y le permite que se encuentre con rostros amables, o por el contrario les inquieta, les mal predispone y ahuyenta.

Por eso cuando alguien goza de buena reputación se le facilitan sus encuentros, su palabra se escucha y su nombre se recuerda. La gente preferirá tratar con él que con otras personas. Le apoyarán ante la falsa adversidad, en los momentos de crisis y dudas como lo hicieron con el Profeta José (Yusuf en el Corán) cuando fue acusado por la esposa del ministro: “...Dijeron: ¡Por Allah, no conoce- mos nada malo de él!” (Corán 12:51).

Cuando el Mensajero de Allah les dijo que podían emigrar a las tierras de Etiopía, en donde un rey justo llamado El Negus gobernaba y cuya fama era que no perjudicab­a a nadie en nada.

¿Cómo podemos construir nuestra buena reputación? Dice Dios en su libro: “Ciertament­e a aquellos que creen y obran correctame­nte, el Compasivo les dará cariño” (Corán 19:96). Es decir, descenderá en torno a ellos sentimient­os de amor y afecto.

Con certeza el obrar correctame­nte, con sinceridad y constancia, hace a la persona merecedora del cariño de la gente. Los buenos modales del creyente hacen que se lo estime y trate de la mejor manera. Eso forma parte de la buena reputación que se construye en torno a la persona. Lo mismo ocurre con las buenas palabras, las buenas ac- ciones, el mejor, afable y más elegante proceder como ha sido el ejemplo de nuestro Profeta Muhammad quien ha sido otorgado el más bello carácter y los mejores modales.

La persona debe esforzarse por alcanzar una buena honra y reputación en su entorno. Debe también cuidar de aquella alcanzada y la de sus hermanos y hermanas en la fe. Debe evitar caer en la mediocrida­d. El Profeta Muhammad dijo: “...y quien evite lo ambiguo y las sospechas, habrá protegido su fe y su honor”.

El niño es portador de la reputación de su familia, el individuo de su comunidad y la comunidad de su país. Nosotros debemos recordar que un mal comportami­ento no nos perjudica solo a nosotros mismos, sino a la sociedad a la cual pertenecem­os.

La buena reputación trae grandes beneficios a todos nuestros hermanos y hermanas. Esto y el elogio de la gente son considerad­os como el preludio de una buena nueva de Dios para el ser humano. El Profeta dijo en relación al elogio de la gente hacia un creyente: “Eso es una primera buena nueva para el creyente”.

“De quien tiene prestigio su palabra se escucha y su nombre se recuerda”

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Más allá de la imagen. El musulmán debe esforzarse por alcanzar la honra en su entorno y cuidarla.

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