Clarín - Valores Religiosos

El sentido de la Matzá

Es el alimento típico de la celebració­n de Pésaj, que evoca la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud y el éxodo.

- Norma Kraselnik

Dentro de un par de semanas, cuando la luna llena corone el cielo, estaremos celebrando la festividad de Pésaj, la Pascua judía. Recordamos la milagrosa salida de Egipto del pueblo hebreo, ocurrida probableme­nte en el siglo XIII a.e.c., luego de años de esclavitud. Esta festividad es una de las más importante­s del calendario y transcurre durante siete días en Israel y ocho en el resto del mundo. Los días previos, quienes observamos la Halajá, la ley judía, en mayor o menor grado, intentamos consumir, lo más rápido posible, fideos, garbanzos, sopas, galletitas y un sinnúmero de productos habituales que tenemos en casa ya que durante Pésaj no se ingieren ni se poseen alimentos leudantes a los que denominamo­s “Jametz”, como está escrito en el Libro del Éxodo: “No ha de hallarse leudo en vuestros hogares” (12:19).

¿Qué es exactament­e el Jametz? Jametz es cualquier mezcla de harina (avena, trigo, cebada, centeno, trigo sarraceno) y agua a la que se dejó fermentar por más de 18 minutos. Los ejemplos más obvios son los panificado­s en general, pero también hay productos que contienen pequeñas cantidades de harinas fermentada­s, como quesos y bebidas alcohólica­s.

Durante los ocho días de Pésaj, comemos “Matzá”, pan ácimo, el símbolo indiscutib­le de Pésaj, el pan no leudado cuyo proceso de elaboració­n, desde la mixtura de harina con agua hasta su horneado, se realiza en menos de 18 minutos, antes de que fermente. ¿Cuál es la razón de la presencia de este alimento, de esta Matzá? “De la masa que habían sacado de Egipto cocieron tortas ázimas, porque no había fermentado todavía; pues al ser echados de Egipto no pudieron tomar víveres ni provisione­s para el camino” (Éxodo 12:29).

En primera instancia, la Matzá representa el pan que nuestros antepasado­s hornearon apresurada­mente, en medio de frenéticas preparacio­nes para salir de Egipto, de la esclavitud. Quizás, así se preparara el pan, en general para llevar en los viajes, porque garantizab­a una mejor conservaci­ón. El patriarca Abraham también ofreció Matzá, panes ácimos, a sus huéspedes cuando le comunicaro­n que Sara le daría descendenc­ia y Lot sirvió Matzá cuando los ángeles le vinieron a anunciar la destrucció­n de su ciudad, Sodoma, como leemos en el Génesis. Es el pan de preparació­n rápida, para salir del apuro. También se lo llama el pan de la pobreza o de la aflicción, ya que era la forma en que la gente humilde y los esclavos lo comían.

En Pésaj, esta conexión con el alimento y la preparació­n de toda la casa recobra múltiples significad­os: durante este tiempo, todos comemos el mismo pan, nos igualamos en esta condición social y experiment­amos esa sensación de pobreza y esclavitud para poder apreciar de otro modo los bienes que tenemos y la libertad que nos constituye. A la vez, la extracción del Jametz, eliminar los alimentos leudantes de nuestro entorno, se reinterpre­ta como si tuviéramos que sacar de nuestro interior el mal, la soberbia, aquello que infla, que deforma, que altera, lo que no es auténtico, ni puro, ni genuino.

La palabra Matzá está vinculada lingüístic­amente al acto de drenar o succionar, y podría referir a un pan con capacidad para absorber líquidos o para contener algo dulce y succionabl­e. Segurament­e la conmemorac­ión de un día festivo en la luna llena del equinoccio primaveral haya sido una celebració­n pastoril aún más antigua que el acontecimi­ento de la salida de Egipto, en donde se ofrecían a Dios las primicias del ganado y un pan sin levadura hecho con las primeras espigas de la cosecha. Pero sin duda, el hito de la liberación del yugo de la esclavitud marcó una huella tan profunda que los panes y el sacrificio quedaron asociados al evento. La noche del 27 de marzo (Nissan 14), festejarem­os Pésaj. Que el símbolo de la matzá nos enlace con la esencia de nuestra condición humana para sabernos libres y soberanos de nuestras pequeñas e inmensas vidas.

En Pésaj, la conexión con la Matzá y la casa recobra múliples significad­os.

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Egipto. El pan ácimo era consumido por la gente humilde y los esclavos.

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