Clarín - Valores Religiosos

Distinguen a una antigua comunidad de América

La UNESCO declaró Patrimonio Mundial Cultural a un asentamien­to judío en Surinam del siglo XVII.

- Mario Eduardo Cohen*

Es habitual escuchar que las comunidade­s judías en América Central y en Sudamérica recién se constituye­n en el siglo XIX y XX. La realidad es que existen varias desde el siglo XVII, que se han mantenido hasta la actualidad. Uno de estos ejemplos más coloridos e interesant­es lo encontramo­s en Surinam (ex Guayana Holandesa).

En este país se registra una comunidad judía desde la llegada de los europeos a América. Hoy es noticia internacio­nal por una reciente decisión de la UNESCO. Luego de un gran trabajo de conservaci­ón llevado a cabo por la Jodensavan­ne Foundation que dirige Harold Sijlbind, se acaba de agregar como Patrimonio Mundial Cultural al sitio arqueológi­co del asentamien­to de la “Sabana de los judíos” y al cementerio Cassipora, porque según la resolución del organismo: “nos ilustra los primeros intentos de colonizaci­ón judía en el Nuevo Mundo. El asentamien­to de Jodensavan­ne (Sabana de los judíos), fundado en la década de 1680, incluye las ruinas de la que se cree que fue la primera sinagoga de importanci­a arquitectó­nica en América, junto con los cementerio­s. El de Cassipora Creek es el vestigio de un asentamien­to más antiguo que fue fundado en los años 1650”.

Cabe recordar que durante el siglo XVII se asentó una importante población judía sefardí que tenía amplia libertad, cumplía con todas las prescripci­ones bíblicas y llegó a representa­r la mitad de la población blanca de la colonia. Se encontraba­n en torno a la antigua capital, que significat­ivamente se llamaba Torarica (en portugués: “Torá opulenta”).

Hacia el siglo XVIII, la comunidad estaba integrada por unas 2000 personas y tenían unas 115 plantacion­es de cañas de azúcar e ingenios sobre el Río Surinam (muchos tenían nombres bíblicos). Fue una actividad muy lucrativa, que declinó en el siglo XIX.

La vida comunitari­a se centraba en la sinagoga Berajá VeShalom (Bendición y Paz), cuyos restos aún indican su magnificen­cia (incendiada, junto a casi todo el poblado, en 1832). Un detalle: el escritor judeoholan­dés Miguel de Barrios le dedicó un poema al famoso rabino (jajam) y maestro Isaac Netto: Merecen ser nombrados por la ciencia/ que huérfanos/ aprenden con desvelo/Isaac Netto, jajam en indio suelo/ en su escuela con artes de elocuencia.

Es de destacar un hecho único en el mundo: los restos de la “Sabana de los judíos” hoy son mantenidos por la tribu indígena de los arahuacos. En el documental “La experienci­a judía. De Basabilbas­o a Nueva Ámsterdam”, de Miguel Kohan, los indígenas recuerdan la buena amistad que los unía con los judíos.

Una curiosidad: la opulenta colonia judía de Surinam ayudó económicam­ente para la construcci­ón de la primera y modesta sinagoga de Nueva York, en 1730, y hasta el día de hoy se le agradece una vez al año.

Actualment­e queda una pequeña sinagoga en Paramaribo, la capital, que, como todas las sinagogas del Caribe, tiene pisos de arena.

Saludamos a la UNESCO por haber rescatado del olvido a esta comunidad judía.

(*)Presidente del CIDICSEF y autor del libro América Colonial Judía.

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Cementerio Cassipora. Vestigio de uno de los asentamien­tos judíos más antiguos del nuevo continente.

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