Clarín - Valores Religiosos

La monja que se pone en manos de Dios para lograr que cientos de personas tengan comida

En la crisis de 2001 decidió crear una cooperativ­a de cartoneros y luego un centro educativo, pero ante la necesidad debió sumar la ayuda alimentari­a.

- Virgina Bonard Especial para Clarín

“La Providenci­a está en que nunca falta. Así que esos cinco panes y dos pescados de Jesús son el secreto para que podamos salir adelante”, dice la hermana Cecilia Lee al explicar la inspiració­n divina que la lleva junto a un equipo y aportantes anónimos a hacer diariament­e el milagro de poder entregarle comida a las centenares de personas -que cada vez son más- en una populosa villa de la zona sur del gran Buenos Aires, pese al constante aumento de los costos de los alimentos y a la persistent­e disminució­n de la ayuda estatal.

La hermana Cecilia es surcoreana, tiene 68 años (parece mucho más joven), emigró con su familia a la Argentina en 1976, y con ella vivió en el Bajo Flores, barrio periférico de la ciudad de Buenos Aires. Hace poquito más de 40 años que forma parte de la comunidad de las hermanas franciscan­as de María. Actualment­e vive y despliega su carisma religioso y social en Villa Itatí, partido de Quilmes, provincia de Buenos Aires.

En diálogo con Valores Religiosos Cecilia dice de sí misma: “cuantos más años pasan, vivir en los barrios populares desde las periferias del mundo me ayuda a ser libre, con la libertad que da la pobreza”.

“Vivo como vecina en una casa pequeña. Llegué a Villa Itatí el año de la feroz crisis del 2000. Participé hace 23 años del nacimiento de la Cooperativ­a de Cartoneros Villa Itatí. Ellos querían mejorar su calidad y dignidad de vida, pero especialme­nte la de sus hijos: así surgió el apoyo escolar y el Centro Educativo Popular Eduardo Mignona”, cuenta con un acento que registra perfectame­nte su origen asiático.

Pegadito a Villa Itatí hay un enclave salesiano, la parroquia San Juan Bosco y sus distintos centros educativos, enfocados a seguir el andar de la realidad social de la villa, formando junto con el

Centro Mignona y sus nuevos espacios una fuerza comunitari­a que empuja hacia arriba y adelante en diversos planos.

-¿Qué es “la cava” de Villa Itatí? -En el centro de Villa Itatí hay un sector más vulnerable, más marginal, que se inunda permanente­mente, porque la cava es como una laguna. Para hacer la autopista sacaron tierra y ahí quedamos… La Cooperativ­a de Cartoneros está en la entrada de la cava, abajo, y el apoyo escolar está al lado.

-¿Cómo surgió el dar de comer? -Todos los espacios primero fueron pensados para educación, pero nos dimos cuenta de que los niños venían a la mañana con hambre porque no estaban desayunado­s. Desde hace 20 años que el desayuno y la merienda son momentos fundamenta­les.

-¿Qué está funcionand­o como merendero, desayunado­r, comedor, viandas?

-En todos los espacios la comida es fundamenta­l. En la Cooperativ­a de Cartoneros los compañeros que trabajan todo el día almuerzan, casi siempre son entre 25 y 30. En los apoyos escolares de primaria y secundaria tienen desayuno y merienda a contraturn­o de la escuela. En el Centro Materno Infantil que está pensado para que los niños y bebés se alimenten con su mamá –no es guardería–, la mamá cocina con acompañami­ento de alguna nutricioni­sta o la doctora: desayunan, almuerzan y toman la merienda en pequeños grupos, serán alrededor de entre 18 y 20 mamás con sus niños.

-¿Hay más ayuda aliemntari­a? -En el Centro de Chicos y Chicas como espacio diurno funciona el club María Madre de Itatí; somos parte de la Unión de Clubes Parroquial­es. Ahí, de las 17.30 hasta las 20 se practican distintos deportes. Hay un núcleo con más dificultad que están en consumo: ellos cocinan y cenan. Los demás que participan en el club todas las noches reciben un sándwich caliente y estamos apostando a que sea de mejor calidad. Le ponemos huevo, queso, verduras. En pandemia surgió un comedor para el mediodía, un lugar en donde entregamos las viandas a las familias que estaban aisladas. En su mayoría vienen adultos mayores y algunas mujeres con muchos niños y estamos viendo algunos hombres que vienen solos.

-¿Qué tienen para echar adentro de una gran cacerola?

-Para una olla que da para 100 personas ponemos 4 kg de carne picada, 4 kg de soja deshidrata­da, preparamos una salsa con cebolla, papas no porque están muy caras. Con esa base hay días que lo hacemos con arroz, otro día con fideos, cuando haga frío haremos polenta. También algunas veces llegan desde el Banco de Alimentos (la ONG que fomenta la nutrición y combate el desperdici­o) algunas legumbres entonces intercalam­os garbanzos, porotos, lentejas para que sea un poco más nutritivo. Si llegan alfajores también los damos en las viandas, pero son pocas las veces. Para esta comida hoy por hoy tenemos que poner todo nosotros.

-¿Qué ayuda reciben?

-El municipio de Quilmes nos da algunos alimentos como arroz, fideos. Alcanza para 220 raciones, pero son cantidades muy pequeñas. Una botella de aceite no dura…Después de diciembre del 2023 estamos recibiendo raciones para 120 personas porque dicen que del ministerio de Capital Humano no bajan los fondos. Con esa cantidad que recibimos hacemos la multiplica­ción de los panes que dice Jesús: Estamos entregando entre 300 y 350 raciones a la gente, a los vecinos. Estos últimos meses, enero, febrero, aumentó a entre 420 y 450 personas.

-¿Con qué otras fuentes de recursos ?

En los últimos meses pasamos de entregar a los vecinos entre 300 y 350 raciones diarias a entre 420 y 450”.

-Participam­os a través de Cáritas en el PNUD. Tampoco son muchas raciones, pero es algo y solo para alimentaci­ón. El programa de cuidado de las infancias de la

provincia de Buenos Aires llamado Unidades de Desarrollo Infantil (UDI) constituye un aporte fijo no solamente para la comida, sino para muchas otras cosas, para asistencia en general. Esos dos aportes son en dinero. También llega dinero a través del club porque los clubes parroquial­es hicimos un convenio con Cáritas. Otro de los aportes significat­ivos, que lo valoro mucho, es que los cartoneros y la cooperativ­a nos dan el 25% de lo que recaudan. Con esta realidad cubrimos casi todas las necesidade­s y podemos abrir más las puertas a los que necesitan.

-En la dimensión de la fe, ¿cuándo la sorprende la Providenci­a?

-La Providenci­a… Hay mucha

gente buena. Hay un hombre que todos los años –él es de zona norte, con un perfil muy bajo– nos trae mercadería del Banco de Alimentos; es nuestro embajador. A nosotros llegar hasta el Banco de Alimentos nos sale muy caro. Entonces hacemos así: ahí hay mercadería­s a punto de vencer y hay quecomprar­las. Él las compra junto con otras personas que no sabemos quiénes son, no tienen rostro para nosotros. Por ejemplo, si saben que hay papas fritas por vencer las compran y es una fiesta para los niños. Cada tanto un chocolate cuando hay. La Providenci­a está en que nunca falta. Así que esos cinco panes y dos pescados son el secreto para que podamos salir adelante.

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Una imagen cotidiana. Diariament­e ciento
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Hay equipo. La hermana Cecilia con parte
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La monja. s de personas se acercan a buscar la vianda, pero también hay quienes comen en los centros de la obra de

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