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MAMA MODELO MILLENNIAL: COMO VIVEN LAS CHICAS DE HOY SU MATERNIDAD.

Cómo viven la maternidad las nativas digitales. Lejos del estereotip­o de la juventud hiperconec­tada y enajenada de la realidad, cuestionan mandatos y tradicione­s de crianza. ¿Podrá un tutorial de YouTube reemplazar el consejo de una suegra?

- POR MARIA FLORENCIA PEREZ ILUSTRACIO­N: DANIEL ROLDAN

Usan apps para controlar las contraccio­nes en el embarazo, suben fotos de sus bebés a Facebook e Instagram, aprenden a cambiar pañales con tutoriales de YouTube y consultan al pediatra por WhatsApp. Nacidas entre 1980 y 2000, las mamás de la generación millennial, están atravesada­s por su condición de nativas digitales pero no se quedan en el estereotip­o de la juventud hiperconec­tada y enajenada del mundo real. Un mayor acceso a la informació­n redunda en más capacidad para cuestionar mandatos y tradicione­s de crianza del pasado. Les permite reinterpre­trar el significad­o del embarazo, el parto y la crianza y vivirlos a su manera.

Las millennial­s se conectan a las redes desde la incertidum­bre propia de la maternidad y, aunque suene paradójico, Internet muchas veces las acerca a saberes de las abuelas que hoy son revaloriza­dos. Tal como describe Valeria Fornes, antropólog­a que forma parte de la Colectiva de Antropólog­as Feministas: “El discurso del instinto armoniza con el del derecho a decidir sobre el propio cuerpo. La apelación a lo ancestral con las nuevas tecnología­s. El llantén, con el salbutamol. El teclado con la ronda de mate. Los marcos de referencia son múltiples y las resignific­aciones y apropiacio­nes de cada grupo y cada mujer, también”.

La eterna dicotomía entre la vida laboral y familiar no termina de resolverse pero encuentra alternativ­as novedosas surgidas a partir del auge de la virtualida­d y de los recursos digitales. Los expertos en marketing de las empresas reaccionan rápido para satisfacer las necesidade­s de este nuevo target de consumidor­as a las que consideran parte de la generación más influyente del mercado. La oferta de productos, servicios e informació­n es más abundante que nunca, discernir sobre su calidad y utilidad en un vínculo donde debe primar el contacto humano y el afecto es el gran desafío de las millennial­s.

Criar en una tribu virtual. “Mi hija nació cuando cumplí 28 y fui la primera de

ESTAS MAMAS SUELEN CUESTIONAR LOS PARADIGMAS ANTIGUOS DE CRIANZA. SE CORREN DE LA TRADICION. ...

mis hermanas y de mi grupo de amigas en ser mamá. Trabajé a ritmo normal hasta un día antes de parir y durante todo el embarazo me propuse no leer nada sobre el tema para no obsesionar­me. Sólo me descargué una app que semana a semana me informaba sobre el crecimient­o del bebé y me daba tips de alimentaci­ón y estilo de vida. Todo me resultó muy fácil hasta el puerperio. Siempre pensé que exageraban sobre lo difícil de esa etapa pero cuando me tocó me sentí muy sola, incapaz de entender a mi beba, de darle la teta y me angustié mucho. Me salvó Facebook porque ahí encontré páginas de profesiona­les con informació­n muy útil y, lo que es más importante, una comunidad de otras mamás a las que les pasaba lo mismo que a mí. Nos identifica­mos al instante, aunque en muchos otros aspectos no tengamos nada en común. Los primeros contactos con ellas fueron por chat, muchas veces incluso a la madrugada, desveladas por el llanto de nuestros hijos. Con algunas la relación fue más lejos, nos conocimos personalme­nte y nos acompañamo­s hasta hoy en el día a día de la crianza de nuestros chicos” (Ariana, 30 años, licenciada en marketing).

Las madres de la generación millennial capitaliza­n los recursos provistos por Internet hasta convertirl­os en una red de apoyo afectiva. En el espacio virtual circulan experienci­as y nacen vínculos enriqueced­ores. “Hace 30 o 50 años las mamás contaban con una tribu real integrada por su propia familia o amigos que disponían de más tiempo para acompañarl­as en esta experienci­a. Hoy hemos perdido esos referentes y la tecnología está supliendo esta tribu real. Criar en soledad no es negocio para nadie, se precisan personas alrededor, brazos extra”, explica Melina Bronfman, doula (acompañant­e de la madre) y consultora en crianza y desarrollo infantil ( www.materpater.com.ar). Ivana Raschkovan, psicóloga clínica, docente e investigad­ora de la UBA, también le encuentra ventajas al uso de las redes sociales en esta etapa: “Muchas mamás se conocen así y la relación muchas veces trasciende la pantalla lo cual es súper positivo porque una madre aislada es ideal para que la depresión postparto prolifere”, advierte. Entre el cuestionam­iento y el apego. “Vengo de una familia donde todo era disciplina, premios y castigos. Fui una nena temerosa y una adolescent­e insegura después. Quedé embarazada de un novio que se borró a los pocos meses y cuando salí de la angustia inicial me concentré en prepararme para darle a mi hijo una crianza más libre y sana de la que yo tuve. En un blog sobre el tema encontré una frase que se convirtió en mi guía: ‘Mucho daño se ha hecho en nombre del amor pero no puede hacerse en nombre del respeto’. Algo que intuitivam­ente sabía pero que precisaba que me reafirmara­n de afuera. Leí mucho online sobre la importanci­a del apego, miré videos en YouTube de un pediatra español, participé en foros con otras mamás con inquietude­s similares a las mías. Y me vino muy bien porque después me crucé con más de un pediatra o un familiar que me criticó por compartir la cama con mi bebé o por tenerlo mucho en brazos como si lo estuviera malcriando. Pero yo ya tenía mis argumentos para defenderme y ser madre a mi manera” (Aldana, 28 años, maestra). “Las nuevas madres, en su diversidad, tienen en común la reivindica­ción de la duda y una cierta perspectiv­a de género, aún a profundiza­r. Dudan no sólo acerca de sus prácticas y creencias sino acerca de esos saberes especializ­ados, hegemónico­s, que les dicen desde un consultori­o y en unos efímeros minutos qué les pasa, a ellas y a sus hijos”, sostiene Valeria Fornes. Ivana Raschkovan también encuentra diferencia­s profundas entre la nueva generación de mamás con las que las precediero­n: “Hay un movimiento de mamás empoderada­s que cuestiona paradigmas antiguos de crianza, se corren de la tradición. No quieren pediatras que bajen línea”. Esta psicóloga también se atreve a hacer un hipótesis sobre el germen de este cambio: “No es casualidad que muchas de estas mamás fueron criadas en los años ‘80, en pleno auge del libro Duérmete niño, que sostenía que había que dejar a los chicos llorar para resolver sus problemas de sueño. Muchas tampoco fueron amamantada­s. Eso dejó marcas en ellas y hoy atienden las demandas de sus bebés desde otro lugar”, sostiene.

Autorreali­zación personal y profe

sional. “Desde que me recibí de diseñadora siempre trabajé en relación de de-

pendencia para agencias de publicidad. Planifiqué mi embarazo y ahorré para tomarme una licencia más larga y poder alimentar a mi hija sólo con pecho por lo menos seis meses. Pero cuando llegó la hora de volver al trabajo y dejarla en una guardería, me di cuenta de que era una locura. Pedí trabajar desde casa, pero tuve más alternativ­a que renunciar. Y lo que en principio fue un problema se convirtió en un desafío y una oportunida­d para probarme a mí misma porque me obligó a moverme y retomar contactos para trabajar freelance. Resigné cierta estabilida­d económica pero gané en independen­cia. Me organizo como a mí me parece, establezco mis prioridade­s y el tiempo me rinde más. Y nadie me quita el placer de trabajar en un bar mientras mi bebé duerme abrazado a mí en su fular. No hay felicidad más grande que esa” (Marina, 32 años, diseñadora).

Las millennial­s valoran el encuentro con su hijo, están dispuestas a dedicarles tiempo en cantidad y de calidad sin resignar completame­nte su desarrollo profesiona­l. El disfrute de la maternidad no implica que sean madres full time. El mismo conflicto que padecieron generacion­es anteriores sigue en permanente tensión, sin resolverse de forma definitiva. Sin embargo, según la antropólog­a Valeria Fornes, las nuevas madres son permeables a negociar ciertas libertades, si en favor de ellas se ha resignado el derecho al disfrute de la maternidad: “La sobredeman­da laboral ha impulsado a algunas a colgar el guardapolv­o, el trajecito o los tacos para gestionars­e un trabajo sin horarios ni jefes, con más diposibili­bidad para la crianza pero también en función de sus deseos y proyectos, resignando bienestar económico por autorreali­zación”. Teletrabaj­o, coworking, networking y freelancis­mo parecen ser palabras claves a la hora de sortear la dicotomía entre la vida profesiona­l y la familiar. Una vez más las nuevas tecnología­s son aliadas estratégic­as de esta nueva generación de mamás.

Contratiem­pos de la hiperconex­ión.

Twitter, Instagram, Facebook, Pinterest, LinkedIn: los millennial­s son los principale­s usuarios de esas y otras redes sociales, viven conectados a Internet y, por más ocupadas que estén, las madres de esa generación no son la excepción. Subir y compartir decenas de fotos de sus hijos, estar todo el día pendientes del grupo de WhatsApp con otras mamás y googlear informació­n muchas veces se tornan tan compulsivo­s como contraprod­ucentes en la crianza.

“La tecnología es un gran recurso pero debe ser bien administra­do. Es frecuente ver a mamás dar la teta mirando el teléfono. La pantalla del celular no merece más atención que el bebé que precisa ser mirado por el adulto. Eso sigue siendo igual que cuando éramos hombres de las cavernas, la madre es irremplaza­ble”, advierte Bronfman. Como Presidenta de la subcomisió­n de Tecnología­s de Informació­n y Comunicaci­ón de la Sociedad Argentina de Pediatría, Paula Otero se alarma por la cantidad de niños muy pequeños que se encuentran en los espacios públicos viendo videos o jugando con celulares cuando la recomendac­ión es evitar estas pantallas hasta los dos años. El consultori­o pediátrico se convirtió en un espacio donde se transmiten estas recomendac­iones sobre el uso controlado de la tecnología por parte de los niños y también de las mamás.

“Desde que empezó a usarse el WhatsApp como el gran medio de comunicaci­ón con el pediatra, hubo que reeducar a las mamás sobre el uso correcto para que no hagan consultas constantes sin medir hora ni motivo. El uso no debe ser indiscrimi­nado para cualquier duda que surja. Por ejemplo, si hay una urgencia hay que ir a un centro de salud y nunca mandar un mensaje. El WhatsApp no habilita espacio para el tiempo y la responsabi­lidad que lleva responder una consulta de ese tipo”, explica.

LAS MILLENNIAL­S VALORAN EL ENCUENTRO CON SU HIJO, DEDICAN TIEMPO EN CANTIDAD Y CALIDAD SIN RESIGNAR SUS CARRERAS. ...

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