LA COLUMNA DE FELIPE PIGNA
No menos de diecisiete millones de personas fueron desembarcadas en puertos de América entre el siglo XVI y comienzos del XIX. Eran inmigrantes involuntarios, cosificados por la ambición y la codicia. Sólo una proporción de estos hombres, mujeres y niños capturados en África sobrevivía a las terribles condiciones en que eran amontonados y encadenados en barcos negreros. Algunos esclavos se negaban a tomar alimentos, pero los marineros les colocaban embudos en las bocas para que se alimentaran de prepo y que no perdieran peso, de modo de obtener mejor precio por ellos. No había ninguna tolerancia a bordo. Cuando se detectaba un atisbo de epidemia, echaban al mar a los enfermos, encadenados
Sólo una vez al día eran sacados a la cubierta para bañarlos con agua de mar y cubrir sus cuerpos con aceite. Los que intentaban fugarse eran quemados vivos; otros, muertos después de ser obligados a comerse el corazón de sus compañeros. Los ingleses competían con los portugueses y los holandeses por el monopolio del tráfico de carne humana.
Ese tráfico inhumano fue la base para que florecieran ciudades y puertos como Liverpool, asociada a los Beatles, pero que guarda una historia espantosa. Desde allí partió la primera nave negrera en 1709 y a partir de entonces el tráfico creció exponencialmente.
Los esclavos permanentemente buscaban librarse de sus cadenas, “fugándose” a zonas apartadas de las colonias. Los esclavistas les pusieron el mote de “cimarrón”, el mismo usado para el ganado que se apartaba de los rodeos y se volvía “salvaje”. Los cimarrones, en muchas partes de América formaron poblaciones independientes, conocidas como “palenques” en las colonias españolas y como “quilombos” (1) en las portuguesas, que resistieron las campañas militares llevadas en su contra. En el Palenque de Cartagena (actual Colombia) triunfó la resistencia y se instauró una república independiente en la primera mitad del siglo XVI, que permaneció libre e invicta por un siglo. El rey de España llegó a pedir en una real cédula que no se persiguiera a los rebeldes: “Siendo innegable que sin el presupuesto infalible de su libertad general y absoluta no vendrían a reducirse, os mando os apliquéis a solicitar de los dueños de estos esclavos fugitivos [que] renuncien al derecho que les compete en consideración de que en la verdad no van a perder nada por ser imposible la recupera- ción de ellos (2)”.
En Brasil, en la década de 1580, se fue formando otra nación afroamericana independiente: el Quilombo dos Palmares. Su nombre proviene de los palmares que cubrían gran parte del Pernambuco, territorio liberado por la rebelión. Entre sus líderes se destacaría Zumbí, nacido libre en los Palmares a mediados del siglo XVII. En 1677, Zumbí rechazó una paz tramposa ofrecida por las autoridades coloniales. Algunos aceptaron la oferta, para pronto comprobar su error: los que no fueron castigados, asesinados o sometidos nuevamente a la esclavitud, se convirtieron en campesinos de tierras marginales casi como la de los esclavos. Zumbí siguió la resistencia hasta caer en una emboscada de los portugueses en 1695. Su cabeza fue exhibida como escarmiento de nuevos rebeldes. Sin embargo, la resistencia afrobrasileña se prolongó 15 años, hasta 1710 (3).
1) Quilombo es voz afrobrasileña de origen angoleño, que significaba choza improvisada. De allí se la empleó para nombrar a los poblados de los esclavos “fugitivos” en el Brasil, y luego despectivamente para todo “desorden” o “lío”. Fue por esta vía que, finalmente, en el Río de la Plata se lo usó como sinónimo de prostíbulo.
2) Citado por Roberto Arrazola, Palenque, primer pueblo libre de América, Ediciones Hernández, Cartagena, 1970.
3) Edson Carneiro, O quilombo dos Palmares, Editorial Nacional, San Pablo, 1958.
Los esclavos buscaron fugarse a zonas apartadas de las colonias. Los esclavistas los llamaron “cimarrones”, usado para el ganado salvaje. En América se los llamaba “palenques” o “quilombo”