Es enérgico y, a la vez, tierno y generoso
Un encuentro con un amigo, desde un lugar diferente, con preguntas para despertarle su propia inquietud y curiosidad. Gabriel Goity, el Puma Goity. Pocas veces un sobrenombre tan apropiado y, si se lo conoce bien, tan ajeno a la vez... Con la fuerza del felino. Encontramos a un hombre que se presenta enérgico, intenso y con un tono de voz alto que parece expresar sus ganas de decir, de ser escuchado y de brindarse. Pero, cuando se construye y logramos empatizar, vemos a un muchacho tierno, generoso, que no termina nunca de explorar y de buscarse. Es por ello que acepta protagonizar personajes y estilos diferentes y, a veces, opuestos. Como todo actor de verdad, reinventa los textos sin necesidad de cambiar la letra. Luchó y conoció tanto la escasez como la comodidad del bienestar, pero siempre con entusiasmo: no sintiendo el esfuerzo como un sacrificio. Mezcla la risa y el llanto con una plasticidad asombrosa y auténtica. El Puma concilia, sin hipocresía, donde la aceptación de las diferencias que hacen a la identidad –no sólo la de él–, sino que también a los otros protagonistas: tanto de su familia original como los ambientes que frecuenta. En su vida afectiva tuvo que enfrentar decepciones y acusaciones que lo hirieron. Pudo atravesar el dolor sin negarlo y el amor en sus hijos es su motor. Me dijo: “Quiero actuar, me gusta actuar”. Casi me confesó: “Cuando actúo soy yo”. Puma, seguí haciéndolo. Lo hacés muy bien.