Pasión con salida laboral
Tanto en Etiopía como en Kenia, el running es un deporte tan o más importante que el fútbol. En algunos pueblos, como el keniata Iten y el etíope Bekoji, cuando es día de una maratón importante, los bares abren si es necesario a las 5 de la mañana porque saben que se llena de gente que no tiene tele. Allá, cuna de campeones mundiales, casi no existe el corredor que lo haga por simple placer o para mantener el estado físico. Para la mayoría es una salida laboral con un techo muy alto. Tienen atributos naturales, pero también entrenan mucho y muy fuerte, entre 100 y 200 kilómetros semanales. Para evitar los autos, la tierra y el calor, suelen salir muy temprano a la mañana, a veces todavía de noche, y descansan el resto del día. Hay todo un mundo alrededor: clubes, federaciones, centros de entrenamiento, marcas, managers, entrenadores. Instituciones como la Policía o el Ejército tienen sus equipos de corredores. En general, quizás más en Kenia que en Etiopía, los corredores comparten todo sin recelos. Te dicen cómo entrenan, qué comen y qué tiempos hacen. Saben muy bien que el secreto no está ahí sino en los músculos y en la cabeza de cada uno. Se juntan a entrenar y se ayudan a pesar de ser, de alguna forma, una competencia profesional. Los martes, en Iten, puede haber más de 100 personas entrenando en la pista, algunos esperando turno para hacer pasadas en grupos de 10 o 20. Entre ellos puede haber, al menos, el ganador de una maratón en Europa. Los corredores ya consagrados suelen ser muy sencillos y accesibles. En general se dedican a la hotelería pero siguen entrenando y compitiendo.