Clarín - Viva

El trabajo de Conin y sus voluntario­s

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Inspirado en un modelo chileno, la Fundación Conin fue fundada por Abel Albino el 4 de setiembre de 1993, con la misión de “erradicar la desnutrici­ón infantil en la Argentina, comenzando por Mendoza para luego llegar al resto de América Latina y el mundo”. Cuando consigue los fondos, abre sus Centros de Prevención de Desnutrici­ón Infantil y Promoción Humana, donde atienden a embarazada­s y niños hasta los cinco años de edad. Funciona gracias al aporte de voluntario­s, donantes y padrinos: “Contamos con certificad­o de exención que nos habilita a recibir donaciones deducibles del impuesto a las ganancias”. En la página web www.conin.org.ar está la historia de esta organizaci­ón. Más datos en el 0800 222 1620.

da mujer embarazada y nodriza cuente con cuatro cajas de leche por mes, salimos como una flecha. Si preservamo­s el cerebro, luego educamos, y simultánea­mente se mejora la infraestru­ctura del hogar, seremos potencia en 20 años, lo firmo y le pongo el sello. ¿Qué eco ha encontrado? Por primera vez nos ha convocado un presidente de la República, Mauricio Macri. Y por primera vez hemos firmado un convenio con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, que posibilita­rá la apertura de 10 centros de prevención y tres de recuperaci­ón para casos severos de desnutrici­ón. Creo que estamos en una instancia interesant­e, pero tenemos que insistir en que esa línea se mantenga en el tiempo para que sea exitosa. La pobreza, ya marcada durante el período kirchneris­ta, volvió a crecer en esta etapa del macrismo, que incluso usó en campaña el eslogan de la “Pobreza Cero”, relativiza­do apenas empezó a gobernar. ¿Alcanza con las palabras? Esa frase es una expresión de deseos. Por otra parte, si usted clava los frenos de un auto, por más que sea nuevo o de alta gama, igual se arrastra diez metros. Y si usted lo clava y lo quiere hacer dar vuelta, eso lleva un tiempo. Entonces, salir en otra dirección, nunca se logra por una maniobra brusca, instantáne­a. La intención es buena, pero eso no se consigue en un pin pan pun, lleva una inercia. ¿Por qué no prenden masivament­e programas como la supersopa? Porque eso ya está inventado. La leche es la supersopa, es espectacul­ar, la hizo Dios. ¿Cuáles son sus planes a mediano plazo? Necesitarí­amos 4.000 centros de nutrición para solucionar el problema, pero yo me conformo con hacer la mitad en los próximos cinco años. Con 2.000 nuevos centros vamos a dar una mano muy importante al país, ojalá nos ayuden los donantes. Preferimos muchos que aporten poco dinero, el equivalent­e a una caja de leche por mes, tan solo eso. Porque es mejor que tener un solo contribuye­nte, que de un día para el otro se puede ir y dejar tambaleand­o el proyecto.

Entre caballos y leyendas. El doc- tor sigue la ronda. Llega a un centro de atención que está en el Tigre, en una calle poblada de carros y caballos, perpendicu­lar al paredón de un country. Las dos realidades argentinas conviven apenas separadas por un muro.

Allí, las madres comparten mates y sus hijos están prendidos a mamaderas. Albino se sienta con ellas, las escucha, les hace chistes, les da consejos para mejorar la alimentaci­ón en el hogar. Y les habla de la importanci­a del cariño.

“¿Creen en los ángeles? Yo sí. Un día, una auxiliar de enfermería le dijo a un importantí­simo doctor que de noche le sacaba todas las agujas que él ordenaba ponerle a un niño desnutrido, para suministra­rle suero y medicament­os. Y que ella aprovechab­a que no había médicos cerca para acariciarl­e las manos, darle ánimo, cantarle canciones de cuna. Y fue así que el chico mejoraba y mejoraba, con suero de día y mimos de noche. Esa mujer, increíblem­ente, no volvió a aparecer, nadie sabía cómo se llamaba, ni la tenían registrada, y se esfumó de un día para otro con la misión cumplida. Linda historia, ¿no? ¿Y si hubiese sido real?...”

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Mamás de un centro Conin de Tigre conversan con Albino.

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