Knorr dio a conocer cómo cultiva y deshidrata los vegetales que le dan sabor a sus sopas
Cómo la marca líder en alimentos de Unilever elabora sus sopas, bajo un estricto plan de calidad y cuidado del medio ambiente.
Knorr, la marca líder en alimentos y experta en sabor de Unilever, abrió las puertas de una de sus 23 fincas y de su planta de deshidratación de Mendoza, la única que la empresa tiene en el mundo, donde procesan los vegetales 100% sustentables con los que elaboran las sopas. Primero en las fincas y luego en la planta, donde sus trabajadores tratan y cuidan a los vegetales “como en la cocina de una casa”, nace el sabor que ingresa en miles de hogares argentinos. Familias completas que disfrutan de la sopa, un plato versátil, amigable, práctico y nutritivo que facilita la digestión y favorece la hidratación.
Este alimento está arraigado
en el ADN argentino. En invierno tiene presencia en el 95% de los hogares y es una de las 10 comidas más consumidas del país. “La sopa tiene múltiples beneficios para nuestra salud: aumenta la ingesta de vegetales, facilita la digestión, favorece la hidratación y la sensación de saciedad y además contribuye a la relajación”, afirma Maximiliano Fontanet, chef de Knorr. Ese espíritu amigable y familiar que llega a las casas es el mismo que se presenta durante todo el proceso artesanal que se lleva a cabo para garantizar el máximo sabor desde la huerta hasta la mesa. El propósito de Knorr es dar sabor a la vida de las personas y para lograrlo considera que es fundamental el modo sustentable con el que cultiva y deshidrata su materia prima. “Estamos dedicados a buscar la mejor calidad de los ingredientes para asegurarnos el mejor sabor”, dice María Elena Rodríguez Torres, directora de Marketing de Knorr de Cono Sur. Bajo la visión de crear alimentos ricos y sabrosos, que hacen bien y no dañan la tierra, Unilever desarrolló 5 compromisos de nutrición sustentable que abarcan todo el sistema alimentario, desde la producción hasta el momento de consumo. Estos compromisos consisten en producir alimentos buenos para las personas y el medio ambiente, ofrecer soluciones que faciliten la elección de dietas más saludables, brindar comidas fortificadas, promover la cocina nutritiva y reducir el desperdicio de alimentos y de envases. De la huerta a la mesa Las sopas están hechas con vegetales que se cultivan respetando el Código de Agricultura Sustentable de Unilever, que se codesarrolló con ONG expertas y establece criterios de cuidado del agua, el suelo y a las personas que trabajan en las fincas, para luego ser deshidratados en la planta Mendoza, proceso que proceso que permite conservar todos sus nutrientes y obtener el máximo sabor que luego se disfruta en la sopa. Eso sucede, por ejemplo, en Los Almendros, la finca destacada ubicada en el Departamento de Maipú. Allí se cosechan tomates, repollo, espinaca, puerros y zapallos y, como en las otras, siguen las prácticas agrícolas establecidas en el código.
José Gámez, productor de Unilever desde hace más de vein
te años, es el propietario del lugar, que fue nombrado Finca Modelo Knorr por alcanzar y superar los requerimientos de prácticas agrícolas establecidas por el código sustentable de Unilever. Entre otros aspectos, cuidan la flora y la fauna autóctona. La finca cuenta con reservorios de agua con peces que colaboran para mantenerla limpia y sin mosquitos, en la previa del proceso del filtrado para luego enviarla a los cultivos por el sistema de riego por goteo. Y se respetan los tiempos de la naturaleza: la cosecha de cada vegetal se realiza en su mejor momento biológico. Germán Horn, ingeniero agrónomo a cargo del área de abastecimiento de la planta, también explica la importancia del Código de Agricultura Sustentable. “Con el sistema de riego por goteo logramos una reducción de agua del 30% al 40%. Es un consumo menor para una misma superficie y se logra un aumento de la productividad del mismo cultivo. En una misma hectárea se usa menos agua y se obtiene una mayor cantidad de producto y materia prima fresca”. El agua es conducida por cañerías hasta las raíces de las plantas y a través de cintas que gotean entre 0,9 a 1,7 litros cada hora. El dato suma aún más relevancia si se tiene en cuenta que en Mendoza escasea y que sólo llueven 200 milímetros al año. “También reducimos la utilización de gasoil porque así son menos la cantidad de hectáreas que se necesitan para abastecer la producción”, agrega Horn. Ya en la planta de deshidratación, que tiene 140 empleados, sigue el proceso de sabor de los vegetales que días más tarde terminarán en Alemania, Hungría, Polonia, República Checa, México y Brasil, entre otros países, además del mercado interno. “Recibimos los vegetales y los tratamos exactamente como si fuera una cocina de una casa”, reafirma Guillermo Gari, gerente de la planta ubicada en el departamento de Guaymallén. Por ejemplo, los camiones llegan con los zapallos crudos y se hace una primera selección para separar los que no son adecuados. Pasan a un área de pesado y se les saca toda la piel para luego cortarlos en pedazos muy chicos y lavarlos. Así ya están listos para ser deshidratados, es decir, quitarles el agua que traen naturalmente. En los 7 hornos de secado que tiene la planta reciben aire caliente y su humedad baja hasta un 6% y un 8%. En la última parte se realiza un ajuste de humedad en las secadoras, que lo dejan en un 4%. Pueden ser envasados como vegetal en escamas para las salsas o en granulado o polvo para las sopas.
El proceso asegura la sopa más rica y saludable en la
mesa. Y su versatilidad, otra de sus virtudes, permite prepararla fría, caliente, dulce, picante, amarga o ácida. Una sopa de zapallo y almendras acarameladas, o de cebollas y panceta ahumada crocante, seduce y reconforta. Y si fue elaborada cuidando el agua, el suelo, la biodiversidad y a la comunidad, reconforta aún más.