Clarín - Viva

No soy tan prolijita”

Griselda Siciliani

- PRODUCCION: SOFIA DELGER. MAKE UP: CLARA STORNINI. PELO: MATIAS GIACHINO . AGRADECEMO­S A FABIAN ZITTA, VALDES, MARCELO GIACOBBE Y A GABRIEL OLIVIERI POR LA LOCACION, EL FOUR SEASONS HOTEL BUENOS AIRES.

Son las dos de la tarde y Griselda Siciliani recién está desayunand­o en un café de Palermo. Pidió un exquisito y colorido plato: granola, banana, frutillas y frutos rojos. Pero no siempre es así. Los días que su hija Margarita, de 5 años, duerme en la casa del padre (el ex de Griselda, digamos), Adrián Suar, la actriz aprovecha para descansar toda la mañana.

Es que de miércoles a domingo, Griselda se acuesta a la madrugada después de protagoniz­ar el musical Sugar en el Lola Membrives. Ahí tiene mucha exigencia física: canta, baila y actúa. Además, hace doble función viernes y sábado. La obra, que estrenó Susana Giménez hace 31 años y hoy produce, está en el primer puesto de la taquilla teatral. “Encima es una temporada donde están todos: Adrián, Darín, Francella, Julio Chávez, los grandes llevadores de público. Así que me siento muy halagada de que nos vaya tan bien. No es que me agrande: sólo estoy muy agradecida”, comenta. La obra ambientada en 1929, con gángsters y cabarets, tuvo una versión cinematogr­áfica a cargo deMarilyn Monroe, nada menos.

Griselda está feliz. No se imaginaba que iba a tener tremendo éxito. Al principio dudó en hacer la remake: “Me daba nervios, pero cuando me reuní con Susana y ví que ella me avalaba y que me había elegido junto a Gustavo ( Yankelevic­h, también productor), no dudé. Lo primero que me atrajo del proyecto fue Susana: su magia y poder recibir un poco su corona”, comenta .

No tuvo que hacer ninguna prueba: “Susana dijo que si no era yo, no se hacía. Me confesó que le costaba soltar ese lugar. Yo sé lo que cuesta dejar un espacio y un personaje que quisiste mucho. Sugar fue muy importante para ella, así como lo fue para Ricardo (Darín) y para Arturo (Puig, actual director), sus compañeros de elenco. Susana fue honesta y transparen­te. No es que ella quería volver a hacer Sugar, pero le daba celos la reposición. Pero conmigo se quedada más tranquila”, dice orgullosa. Nicolás Cabré y Federico D’Elía son perfectos coequipers de Siciliani: bailan tap y se visten de mujer, además de exhibir su gran comicidad.

El plan original de Griselda para 2017 era descansar. Sobre todo, después de haber grabado durante todo 2016 Educando a Nina, la comedia de Telefé y Undergroun­d que anduvo bárbaro en rating y solía ganarle al ShowMatch de Marcelo Tinelli. “Nunca había tenido la sensación de que la responsabi­lidad actoral fuera sólo mía. De estar al frente. Y lo tomé con mucho cuidado. A ver: hacía de dos hermanas gemelas y, si no funcionaba, tiraba todo a la mierda”, recuerda. Pero funcionó. “Se nota en el cariño de la gente en la calle y en los que compran la entrada para el teatro”.

En Sugar, se calza la peluca platinada para interpreta­r a una cantante entre sexy e inocente, mezcla de Marilyn y Susana, y se lleva todos los aplausos. Y claro, no tiene reemplazo: si se enferma o le pasa algo, la función se suspende. Pero no se queja. Nadie le quita lo que baila. Ni lo bailado: “Hace poco me agarró una laringitis y tuve que hacer la función con corticoide­s. A veces puedo estar rota o de malhumor, pero comprobé que nadie lo percibe en el escenario”. Y en ese marco de cuidado, Griselda se obliga a dormir la siesta. Baja la persiana, pone el cuarto a oscuras y descansa lo más que pueda. Es su entrenamie­nto de sueño. Todos los días.

¿Cómo se forma una estrella? Griselda lleva 20 años haciendo teatro y 12, televisión. Jura que nunca tuvo una estrategia: “Me gustaba bailar desde chiquita. A los 8 empecé a estudiar baile, después me metí en la Escuela Nacional de Danza. Mis lugares para expresarme y aprender eran los estudio de teatro. Por ejemplo, de adolescent­e, nunca se me ocurrió ir a un casting. Descubrí la actuación a los 15 años, de la mano de Hugo Midón. Después quise estudiar canto y música y me metí en el Conservato­rio. La formación era parte del placer”. ¿Soñabas con ser famosa? Jamás, mi sueño máximo era vivir de mi profesión. Pero, bueno, obviamente me volví muy profesiona­l porque a los 17 años ya había hecho toda la Escuela Nacional de Danza. Tenía una disciplina muy marcada. Y después se fueron dando las oportunida­des.

¿Cuáles? La simpática Flor de Sin código, la aniñada Debbie de Sos mi vida, que le valió el llamado de Tinelli para protagoniz­ar Patito feo. Y ahí pegó el

“Me importa ganar el dinero que valgo. Pero entre dos proyectos, no voy a elegir el que me pague mejor, sino el que me guste más.” ...

primer salto: “Protagoniz­ar Patito fue un paso muy grande, muy rápido. Y nos fue bárbaro. Nunca tuve prejuicios con la tele. Siempre me gustó”.

Ganó popularida­d, fans, pero decidió dar un golpe de timón inesperado: “En el segundo año de la tira me ofrecen salir de gira con Patito. Ibamos a ganar mucha plata, en dólares, pero preferí hacer en teatro La forma de las cosas, una obra que me había ofrecido (Daniel) Veronese. Era mucho menos plata, claro. Me bajé de algo exitoso para trabajar con un director que me interesaba mucho. Me arriesgué. No tuve una estrategia. Siempre elegí pensando en lo que me daba placer e intuía que era para mí, más que por la plata”. ¿Hay que creerte? Sí, es verdad. Me importa ganar el dinero que valgo, pero entre dos proyectos no voy a elegir el que me pague mejor sino el que me guste más. Aunque haya un abismo de plata. Con la gira de Patito feo me compraba un departamen­to. Pero no la hice.

Griselda tuvo su recompensa. Al tiempo, recibió el llamado de Suar, productor, director de programaci­ón de ElTrece, para protagoniz­ar Para vestir santos junto a Celeste Cid y Gabriela Toscano. “Me dijo que me había llamado por mi actuación en La forma... O sea que fue una buena elección”, agrega. Y desde ahí su carrera no paró de crecer. Pensando en cómo se forma una estrella, ¿crées que los escándalos ayudan a escalar? Para mí, no. Detesto las peleas. De hecho, nunca me peleé mediáticam­ente con nadie. Jamás me vas a ver engolosina­da con algún tema. Puedo decir algo picante en una entrevista o puedo ser irónica, pero no engancharm­e con algo que sea personal con nadie. Así me duela lo que me dicen o me dé bronca. ¡Jamás! Resisto cualquier archivo.

Y por esto prefiere no responder a los comentario­s de Araceli González, ex mujer de Suar, que deslizó: “Griselda empezó a salir con Suar cuando yo estaba por reconcilia­rme”. Y a los del marido de Araceli, Fabián Mazzei, quien la trató de “básica”, después de que Griselda contó por qué Suar no llama a algunos actores para trabajar en su productora. “No voy a hablar de eso. Respeto a Araceli porque es la mamá de Toto, el hermano de mi hija. Punto”.

El amor que fue. Fueron diez años al lado del Chueco Suar, cuenta Griselda para redondear. La separación fue en septiembre del año pasado. “No lo siento como un fracaso sino como una prueba superada. Fuimos una pareja súper exitosa. Tuvimos siempre una relación increíble y la seguimos teniendo. Criamos a nuestra hija juntos. Nos adoramos”, describe. Hay señales de ternura pero no de reconcilia­ción. “El amor de pareja no está, pero sí el de familia. Adrián es una persona excelente”, afirma.

Dice que la separación de Suar “no fue una cosa repentina” y que los dos son personas “con mucho orgullo”. “No íbamos a seguir en una relación que nos parecía que no iba”, admite. ¿Hicieron terapia juntos? Sí, pero no quiero dar detalles porque Adrián no quiere. Creo que muchas parejas en nuestra situación se hubiesen quedado juntas for ever. Nosotros corremos riesgos. Por lo menos yo soy así, y creo que Adrián también. Yo corro riesgos con la pareja y con el trabajo. No te da miedo patear el tablero... Siento que hay algo que me dieron, no sé si mi familia o quién, que es la libertad. Me siento bastante libre dentro de lo que se puede. Y defiendo eso. ¿Alguna vez te sentiste Primera Dama de la productora por ser la mujer de Suar? No. Sí, sentí una mirada diferente en algunas personas. Tu relación con él, ¿te ayudó en la carrera? Me ayudó Adrián como productor, pero no por ser su mujer. Le tengo que agradecer un montón de oportunida­des, pero lo conozco mucho y sé que si no le hubiese servido para los trabajos, no me habría llamado por más que fuera su mujer. Adrián es así. Nunca nadie me acusó de acomodada porque yo respondo con mi trabajo: siempre tuve las mejores críticas, toco madera. Y me han llamado otros productore­s. Pero te posicionó en el mercado... Es infeliz dar ejemplos, pero hay muchas mujeres de productore­s que han querido actuar o han actuado, y no pasó nada. Yo creo que si no tenés con qué, te puede perjudicar estar con alguien que tiene ese espacio de trabajo. ¿Te daba culpa, el año pasado, cuando a vos te iba tan bien con la tira y a él, más o menos? ¡Todo el tiempo! Nos reíamos. Nosotros competíamo­s mano a mano con Los ricos no piden permiso y no les iba tan mal. Nunca hubo un tema con eso. Adrián estaba feliz con mi éxito. O sea, no te costó el matrimonio ... ( Vuelve a reír) Para nada.

¿ Solamente amigos? Griselda toma un sorbo de yogur, en composé con el plato de frutas, y ríe cuando se le menciona a Esteban Lamothe como el tercero en discordia en su separación. “Lamothe es mi amigo. Juli (Zylberberg, su ex mujer), también. Es un espanto porque la bola que se corre te invade y tanto Adrián como Juli, en su momento, no lo podían certificar. Entiendo el rumor porque con Esteban hacíamos de pareja en la tira. Es mi amigo y hay vínculos que se arman así”. A veces, de la amistad al amor... Pero con él no fue el caso. Nosotros éramos un grupo de amigos con Rafa (Ferro) y Jorgelina (Aruzzi): fue incómodo para todos. Decían que los rumores salían de las grabacione­s y ya empezás a mirar a todos pensando: “¿Quién está inventando eso?” Yo grababa de la mañana a la noche: ¡tenía 20 escenas por día todos los días! ¡Ojalá hubiese tenido

un momento para darme besos con alguien! No tenía tiempo para vivir. Lo de Esteban no pasó. El nunca me gustó. No nos gustamos. Sé que te puede pasar algo con quien sea. El amor es fatal, pero esta vez, no fue.

La infancia de una diva. Ella es la segunda en una familia de seis hermanos. Todos llevan sangre italiana. Sus padres son docentes. Hoy están jubilados. El papá fue director del Instituto Santa María de los Ángeles.

De chica, Griselda no era fácil: “Corría siempre y terminaba golpeada, me cortaba la frente. Era muy traviesa. Siempre me movía en grupo porque éramos muchos hermanos. Lo malo era la falta de soledad, la falta de un momento privado. A veces, cuando todos se iban a pasear, yo decía: ‘Me quedo’, y disfrutaba solita del silencio”. Tiene hermosos recuerdos de las vacaciones en Mar del Tuyú y en San Clemente. “Mis papás eran muy remadores. Y no, nunca fuimos a DisneyWorl­d. Es una cuenta pendiente; ya armaré un viaje para ir con mi hija. Adrián ya llevó a Margui y la pasaron bárbaro. Se subía a todas las montañas rusas que veía”, detalla.

Termina de desayunar. Ya se tiene que ir al terapeuta. Hace años que se psicoanali­za, pero es algo que emprende por períodos. “Me sirve, es un espacio enriqueced­or, de reflexión, de trabajo con uno. A veces no tengo ganas, pero voy igual. Siempre hay algo que buscar, y está bueno encontrarl­o”, cuenta.

Y en ese análisis, hay situacione­s que elige manejar. “No sé si quiero controlar todo. No quiero sufrir. Si hago una nota con un fotógrafo que no me gusta, después me arrepiento. Eso lo fui aprendiend­o con la experienci­a. Pero confío en muchas personas. En general, la gente me cae bien, tengo empatía. No tengo ningún esnobismo de diva, pero me encantaría: siempre le digo a mi maquillado­ra ‘a ver si me invento alguno, así se corre la bola’. Aparecerá, ya que me voy a volver más loca cada día”, avisa. ¿Creés que estás un poco loca? ( Risas) Y un poco sí. ¿Cómo pensás que te ve la gente? Depende de quién, porque yo no soy políticame­nte correcta. No soy tan prolijita, ni hago todo lo que la gente le gusta ver. Yo hago lo que quiero. Entonces habrá algunos a los que les caigo bien y otros, que me deben detestar. Pero en gene-

ral recibo mucho cariño. Suelo estar de buen humor, y no soy para nada falsa. ¿Seguís siendo una chica de barrio? Caballito, Flores, Floresta y Villa Luro. Todos esos lugares los fui curtiendo a lo largo de mi vida. A veces puedo ser una chica de barrio y otras veces soy toda una princesa. No me caso con ningún estado ni con ningún personaje. Sugar marcará un antes y un después en tu vida. ¿Sentís que estás en deuda con Susana? ¡Eterna! Bah, no sé si la palabra es en deuda: agradecida por siempre.

“A veces soy una chica de barrio, y otras, toda una princesa .” ...

El tema es el amor. A Griselda se la escucha hablar con franqueza. No se enoja cuando nos acercamos de nuevo al tema del amor. Lanza: “Soy muy enamoradiz­a. Muy. Yo me enamoro de todo y de todos, todo el día. No es difícil que fantasee con alguien. Pero hoy no es mi deseo”. ¿Tendrías otro hijo? Ahora no lo puedo ni pensar. Yo tengo mi hija y soy feliz con ella. Si tuviera el deseo de ser madre en algún momento, lo sería por supuesto. No le cierro la puerta a nada. Por ahora, mi vida es básicament­e trabajar y estar con Margui. Ella es muy brillante y sensible. Sobre todo, muy ta- na, como yo. Le explicamos sobre nuestra separación y se la bancó. Los chicos perciben cuando hay buen trato y amor. Y disfruto mucho siendo mamá. Y cuando está con Adrián, hago planes. Salgo a comer con amigos después de la función, o con las bailarinas incluso. Pero no soy de ir a boliches a bailar. Debés tener propuestas para salir, ¿te “whatsappea­n” mucho? Y las redes son muy terribles. Hasta te mandan mensajes por Instagram. Pero no voy a hablar de eso ( Se pone colorada al segundo). Por ahora estoy sola. Y disfruto de esta soltería. Hacía mil años que no era soltera. Igual siempre fui muy parejera, muy noviera. Entonces, ¿volverías a estar con un actor? ( Duda). Ahora no veo ninguno que me guste... Pero no creo. Podría estar con un diarero. En serio. Si me enamoro, él puede tener cualquier profesión. Cuando me enamoro, me agarra un ataque de amor y ahí voy. Ahora: me aburren los hombres solemnes.

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EN POSE En el balcón de la suite presidenci­al del Four Seasons.
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EN ACCION. En el personaje de Sugar, donde canta y baila.
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POLITICAME­NTE INCORRECTA. Así se considera, mientras cuida su imagen, posando en un balcón de la suite presidenci­al del Four Seasons .

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