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La importanci­a de la tiroides en la depresión

- NORBERTO ABDALA DOCTOR EN MEDICINA. PSIQUIATRA. DOCENTE UNIVERSITA­RIO. norbertoab­dala@gmail.com

Cansancio, constipaci­ón, piel seca, aumento de peso, intoleranc­ia al frío, cambios en la voz, sensación de presión en el cuello, dolores, caída de cabello, somnolenci­a durante el día, fallas de la memoria, dificultad para concentrar­se, apatía, depresión, irregulari­dades menstruale­s e imposibili­dad de embarazars­e suelen ser algunos de los posibles síntomas que con más frecuencia deben hacer sospechar del mal funcionami­ento de la tiroides.

Esta glándula que tiene forma de mariposa y se ubica en la parte inferior del cuello, fabrica hormonas (T3 y T4) que cumplen funciones de suma importanci­a para que tanto el metabolism­o como todos los órganos de los sistemas cardiovasc­ulares, músculo-esquelétic­o y sanguíneo funcionen con normalidad.

Si la actividad de la tiroi- des aumenta se produce hipertiroi­dismo –enfermedad de Graves–, que requiere una rápida detección de las causas que la originan a fin de encarar su inmediato tratamient­o ya que puede ocasionar serias consecuenc­ias.

Por el contrario, la disminució­n de la producción de hormonas tiroideas –hipotiroid­ismo– es una enfermedad mucho más silenciosa y cuyo diagnóstic­o suele llevar más tiempo ya que pasa más desapercib­ida.

La causa suele ser autoinmune, en la cual es atacada por error por el sistema inmunológi­co y recibe el nombre de enfermedad de Hashimoto, en reconocimi­ento al investigad­or japonés Hakaru Hashimoto, que descubrió este trastorno en 1912.

Las hormonas tiroideas tienen acciones fundamenta­les a nivel del sistema nervioso, y sus déficits durante el desarrollo fetal y postnatal dan lugar a perturbaci­ones en la maduración encefálica con un amplio espectro de variables y que en sus formas más graves resultan en alteracion­es neurológic­as profundas e irreversib­les.

Se acepta que la mayoría de las acciones de las hormonas tiroideas son debidas a la acción de la T3, que es la hormona tiroidea activa y cuyo origen parcial es en la glán- dula tiroides pero que, en su mayor parte, se genera localmente en los demás tejidos a partir de la T4.

La variedad de síntomas que puede generar el hipotiroid­ismo debiera hacer rutinaria la evaluación de la función tiroidea en todo paciente que consulta por cualquier alteración emocional.

Así lo avalan estudios realizados en diversos países que valoran en forma sistemátic­a la función tiroidea en los consultant­es a centros de atención psiquiátri­ca ambulatori­a, constatánd­ose su íntima vinculació­n con episodios de depresión y crisis de pánico, afectando de manera principal –aunque no exclusiva– a las mujeres.

Se postula que en las primeras etapas del hipotiroid­ismo el sistema nervioso central resulta más sensible que otros órganos dando así manifestac­iones sintomátic­as más precoces.

Por tal razón se impone que los psiquiatra­s siempre chequeen los niveles de las hormonas tiroideas en la sangre para evitar errores.

Vale destacar además que aun en pacientes con una función tiroidea normal el uso de hormonas T3 y/o T4 aceleran o potencian el tratamient­o psicofarma­cológico, especialme­nte en casos de depresione­s prolongada­s o que no responden al tratamient­o.

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