Un empresario perseverante y decidido
Carlos Rottemberg, a quien no veía desde hacía años, mantiene su carácter jovial, dinámico y sobre todo curioso. Esto último se hace patente en el diálogo fluido: no sólo a través de lo que responde, sino en cómo pregunta y se interesa por lo que se le sugiere. Esto tiene que ver con un hombre que desde niño tuvo afán por explorar e intentar organizar y exhibir una estructura propia. Llamativa precocidad que anticipaba su vocación de productor y de empresario teatral. Una sinergia donde se articulaban (y articulan) la fantasías infantiles y el criterio realista de un administrador adulto. Comenzó su carrera como espectador de cine para transformarse y desarrollarse como uno de los empresarios del área del espectáculo más perseverante y decidido. Su quehacer y su identidad están íntimamente ligados. Está por lo tanto siempre presente en sus oficinas, abierto a lo que ocurre. Condensa la sana ambición, lo lúdico y la búsqueda de rentabilidad. Algo importante le ha sucedido, que es nada menos que el nacimiento de un hijo anhelado en su segundo matrimonio. No olvidemos que tiene un hijo con su primera mujer. Se trata de la obra estrella y fundamental de su vida y de su pareja, con quien se acaba de casar. Todo un símbolo. Atravesó éxitos y otros no tanto. Y, lógicamente, algunos miedos, pero siempre dispuesto a enfrentarlos con audacia prudente, aunque parezca una expresión paradojal. ¿Proyectos? Por supuesto: no puede ser de otro modo.
(*) Psicoanalista y escritor