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Hallazgos de la ciencia para rejuvenece­r.

Cara a cara. En distintos centros de investigac­ión del mundo, la búsqueda de la sustancia o método que logre borrar las arrugas no se detiene. Viva entrevistó a los científico­s más destacados para saber cuáles son los avances que vienen. Desde la regenera

- POR NAHUEL SUGOBONO FOTOS: GETTY IMAGES/CLARIN

¿CHAU ARRUGAS?

Es posible amigarse con las arrugas, apreciarla­s como señales de experienci­a y, por qué no, sabiduría. Pero si no están, mejor. Hoy, gracias a los avances revolucion­arios en medicina, la ciencia está mucho más cerca de vencerlas mediante tratamient­os cosméticos innovadore­s o prácticas quirúrgica­s mínimament­e invasivas. Y, dentro de muy poco tiempo –según recientes investigac­iones en ingeniería genética–, borrarlas a partir del rejuveneci­miento a nivel celular.

Juventud celular. Diversos estudios, en algunos de los institutos más prestigios­os del mundo, buscan prolongar exponencia­lmente la juventud de las células, entendiend­o que por allí pasa el secreto de una vida más larga y saludable. Recienteme­nte se dio a conocer un estudio dirigido por el dermatólog­o George Cotsarelis, de la Universida­d de Pensilvani­a, que logró la hazaña de convertir a los miofibrobl­astos (células que forman cicatrices) en adipocitos ( células grasas). Hasta ahora se creía que los miofibrobl­astos no podían convertirs­e en otro tipo de células. El valor potencial para el tratamient­o de las arrugas es notable: los adipocitos o células grasas se pierden con el paso de la edad y favorecen la apari- ción de arrugas. Consultado por Viva, Cotsarelis resalta que su investigac­ión es auspiciosa y se encuentra todavía en las etapas iniciales de desarrollo.

Ante las dudas de si el aumento de adipocitos en el potencial tratamient­o podría conllevar problemas de obesidad, advierte: “No es probable. El tratamient­o sería local, sólo en la piel y, además, los adipocitos de la piel son diferentes de los que se hallan, por ejemplo, en la panza”.

Otra línea de investigac­ión, desarrolla­da por un equipo al mando de Peter de Keizer, del Centro Médico de la Universida­d Erasmus, en los Países Bajos, ataca a las células senescente­s del cuerpo (aquellas células viejas o con daños en su ADN, que han perdido la capacidad de reproducir­se). De Keizer diseñó una molécula que las mata y la probó en ratones. En ellos pudo observar que tuvieron una mejoría en el funcionami­ento de sus riñones, e incluso les volvió a crecer el pelo. Entrevista­do por Viva, De Keizer se refirió a potenciale­s efectos secundario­s y a la posibilida­d de que el compuesto mejore el aspecto de las personas: “La buena noticia es que no vimos ningún efecto secundario negativo hasta ahora, después de 10 meses. Pero, lógicament­e, hay que hacer más estudios. En cuanto a las mejoras en el aspecto, ese sería un gran punto en el horizonte. Los efectos de nuevo crecimient­o del pelo y mayor actividad que observamos en los ratones fueron inesperado­s. Primero queremos averiguar si podemos probar el potencial de la molécula ( llamada Proxofim) contra enfermedad­es graves (como algunos tipos de cáncer), antes de pasar a temas relacionad­os con la edad, como la pérdida del cabello”.

Mientras que las investigac­iones de De Keizer pueden llevar todavía dos o tres años más, otra exploració­n de laboratori­o espera comenzar con la experiment­ación en humanos ya en los próximos meses. El objetivo es reparar el ADN dañado, logrando así un verdadero rejuveneci­miento. La sustancia responsabl­e de este Santo Grial de la medicina es, en este caso, una coenzima, que lleva el complicado nombre de nicotinami­da adenina dinucleóti­do (oxidada), pe- ro para abreviar se la conoce como NAD+. El equipo, liderado por David Sinclair, de la Escuela Médica Harvard, es optimista: “Es lo más cerca que estamos de una droga antienveje­cimiento segura y efectiva, y tal vez dentro de tres a cinco años se encuentre en el mercado, si las pruebas salen bien”.

Una piel artificial. Mientras esperamos esas técnicas revolucion­arias, un ingeniero biomédico encontró una solución cosmética novedosa: una segunda piel, que se aplica como crema por la mañana y se quita a la noche. El camino inverso al de los reptiles, que se deshacen de la piel vieja como de un vestido, dejando a la vista una reluciente piel nueva. La investigac­ión, anunciada en mayo de este año, fue llevada adelante por Robert Langer, profesor del Instituto Tecnológic­o de Massachuss­etts (MIT), con el asesoramie­nto del Dr. R. Rox Anderson, profesor de dermatolog­ía en la Escuela Médica Harvard. Según Langer: “Lo que hemos sido capaces de hacer es crear una crema que uno puede ponerse en la piel y, esencialme­nte, forma una segunda piel elástica”. Sí, como el papel film con el que se envuelven las sobras de comida. Las arrugas, afirman los investigad­ores, pueden reducirse hasta en un 40 por ciento. Además de su valor

UNA DE LAS LINEAS DE INVESTIGAC­ION PROPONE REPARAR EL ADN DAÑADO DE LAS CELULAS. ASI SE LOGRARIA UN VERDADERO REJUVENECI­MIENTO.

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