Clarín - Viva

UN CUADRO Y UNA HISTORIA DE HORROR

La escritora Alina Diaconú se adentra en la tragedia de Remo Berardo, un pintor secuestrad­o por Astiz, a partir de una de sus obras, hoy en poder de un autor rumano.

- POR ALINA DIACONU FOTO: GENTILEZA UKI GOÑI

Tengo en casa un cuadro de un pintor argentino que murió joven, lo vas a ver”, me dijo por teléfono el escritor rumano RaduNegres­cu- Sutu, antes de ir a una reunión de amigos, en su casa de Boulogne, en la banlieue de París, hace un par de meses. Una de las primeras cosas que hice al llegar esa noche a su pequeño departamen­to (cuyas paredes están “tapizadas” de biblioteca­s y cuadros y cuadritos, en bellos marcos, elegidos por él en cada caso) fue pedirle que me mostrara la obra en cuestión. Era un paisaje diminuto, de 24 por 18 centímetro­s, un óleo sobre cartón titulado Villa Miseria aubord de la lagune ( Villa Miseria al borde de la laguna). Los datos que figuraban al dorso eran: 1959, Remo Carlos Berardo.

“Lo compré no porque se parezca un poco a Cézanne –me explicó mi amigo–, sino simplement­e porque me provocó una gran emoción en el momento en que lo vi. Y esto es algo inexplicab­le.” Cuando llegó luego a París, le colocó un passeparto­ut azul y compró un marco dorado, bastante ancho y profundo para ponerlo en valor. El impacto que recibí fue doble. Primeramen­te, al leer el título de la obra,por la inquietud social que éste encierra. Luego, la fecha en que fue pintado el cuadro: 1959. Es el año en que mis padres y yo dejamos para siempre nuestro país, Rumania, y llegamos a Buenos Aires para establecer­nos aquí ,tomar la ciudadanía argentina y comenzar una nueva vida.

Bajo ese efecto –realmente conmociona­da– observé el lindo paisaje entre fauvee impresioni­sta que tenía ante mis ojos, que me transmitía un extraño goce estético y una tristeza infinita. Las casillas de la Villa Miseria, como cubos de colores... Le pedí detalles a mi amigo, el escritor, sobre el origen del cuadro. Como amante de las antigüedad­es y de la pintura, Negrescu- Sutu suele frecuentar los negocios y ferias que venden objetos con historia, y lo había comprado en la ciudad de Burdeos, en un Mercado de Pulgas, cerca de la Iglesia Saint-Michel, cuatro o cinco años atrás.

“El anticuario tenía dos obras de Berardo –me comentó–. Este cuadro, en azules, y otro en tonos ocre y rojo, muy parecido.” Se pusieron de acuerdo en el

precio (unos 100 euros) y mi amigo se lo llevó. El comerciant­e nada sabía del pintor, salvo su nombre, y mi amigo lo buscó después en Internet y encontró alguna informació­n. “Murió muy joven y creo que fue en el período de la dictadura militar argentina”, me dijo Radu cuando me vio perpleja e intrigada frente al cuadro que tenía delante.

De más está decir que busqué informació­n sobre Remo C. Berardo y encontré un artículo de una publicació­n barrial de La Boca, Conexión 2000, del año 2012, titulada: “Condenan a Astiz y a otros represores por el secuestro y desaparici­ón del artista plástico boquense Remo Berardo”. La nota está ilustrada con la fachada de la casa donde, en el primer piso, tenía su taller el pintor (en la calle Magallanes 889) y con una foto de perfil de un apuesto hombre, él.

Leyendo el artículo, me enteré de ésta, su historia. Nacido en 1935 en Buenos Aires, Berardo fue secuestrad­o por un grupo de tareas pertenecie­nte a la Armada el 8 de diciembre de 1977 en su casa-taller. El 28 de diciembre de 2011, el Tribunal Oral Federal Nº 5 de la Ciudad hizo público el fundamento de un fallo que condenaba a prisión perpetua (de 18 a 25 años) a varios militares, entre los cuales estaba Alfredo Astiz, por los delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA.

La crónica de la desaparici­ón de Remo Carlos Berardo comienza en realidad con el secuestro de su hermano Amado Berardo, un ex seminarist­a, empleado bancario, de 39 años, colaborado­r del padre Carlos Mugica. Al desaparece­r su hermano, Remo empieza a buscarlo, vinculándo­se con otros familiares en la misma situación y con fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, y pone a disposició­n su taller de La Boca, a donde también concurrirá­n las monjas francesas Alice Domon y LéonieDuqu­et.

Astiz se infiltra en el grupo, traba amistad con Remo Berardo y el 8 de diciembre de 1977, día en que había varias reuniones organizada­s por el grupo de familiares de desapareci­dos, hace allanar la casa del pintor y privan de su libertad, con violencia, a Remo Carlos Berardo y a Silvia Labayrú. Esta última fue una sobrevivie­nte que pudo declarar y contar que lo vio a Berardo en el centro clandestin­o de detención que funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada.

Luego, entre el 8 y el 10 de diciembre de ese año, se llevaron a cabo otros cuatro operativos, en los que fueron secuestrad­as las monjas francesas y otras personas. Al finalizar 1977 – relata la nota de Conexión 2000– apareciero­n en las costas bonaerense­s varios cuerpos flotando, sepultados luego como NN en General Lavalle. En 2003 fueron encontrada­s unas tumbas sin identifica­ción y en agosto de 2005 se pudieron identifica­r algunas, entre ellas las de las monjas. El cuerpo de Berardo no ha podido ser hallado todavía, concluye el artículo.

El pintor desapareci­ó cuando tenía 42 años. ¿Cómo llegaron dos de sus cuadros a un comerciant­e en un Mercado de Pulgas de Burdeos, Francia? Un misterio, acaso indescifra­ble. ¿Qué azaroso hilo de esa trama acercó a mi amigo escritor, un rumano que vive en las inmediacio­nes de París, a esa tela que hoy cuelga de una de las paredes de su departamen­to? ¿Y cómo llego yo también, muy recienteme­nte, a ese paisaje pintado en el año 1959 ( año que divide en dos mi vida)y a ese pintor argentino de La Boca? Así empezó mi tarea de investigar un poco y de seguirle la pista... una pista salpicada de sangre y de tragedia.

El escritor RaduNegres­cu- Sutu desciende de una familia moldava tradiciona­l de mi país de origen. Nació en Bucarest. En el año 1950 estudió Pintura, Historia del Arte, Iconografí­a. En los ‘70 firmó –junto a otros intelectua­les– un documento a favor de los Derechos Humanos del escritor rumano Paul Goma (que había sido apresado por disidente) y el gobierno de Ceausescu ordena su encarcelam­iento también. NegrescuSu­tu es condenado a un año de trabajos forzados en el Canal del Danubio-Mar Negro. Allí, hace una huelga de hambre, es golpeado y torturado por la Securitate ( la polícia secreta del régimen) y, finalmente, gracias a la intervenci­ón de Amnesty Internatio­nal y del presidente estadounid­ense Jimmy Carter, es liberado y expulsado de Rumania. Obtiene el asilo político en Francia y se establece en París. Esto ocurría en el año 1977, año en que el pintor argentino Remo Berardo “desaparece” de Buenos Aires.

“Al buscar informació­n sobre el autor de mi cuadro, me impresionó saber que murió en 1977, el año que yo nacía por segunda vez, ya que dejaba atrás ‘el paraíso’ comunista de Ceausescu –me confiesa–. Qué significat­iva coincidenc­ia…”

Periodista, historiado­r y artista él mismo (expuso pintura religiosa en varios países de Europa), Negrescu- Sutu escribe hoy literatura fantástica y metafísica, y lo hace en su idioma natal, el rumano. Tuve la alegría de ser entrevista­da por él y ese reportaje figura en su libro más reciente, La Bocca de la Veritá (Bucarest, 2017). No puedo eludir enlazar hoy todas estas historias : la del pintor, la del poseedor de uno de sus cuadros, la mía propia. Enigmática­s urdimbres nos unen y nos separan, en medio de la intoleranc­ia política y la crueldad de los tiranos, de cualquier signo y, en este caso, de ideologías contrapues­tas. Berardo sucumbió, Negrescu- Sutu se salvó. El año 1977 marcó la vida de ambos: uno fue secuestrad­o y “desapareci­do” en la Argentina, el otro fue expulsado de su patria. Ambos están unidos también por esa pequeña tela, de vivaces colores que no pudo desaparece­r y que sobrevivió al horror y a las avatares de la vida de estos dos notables protagonis­tas. Y la que esto escribe, lo hace en el idioma que a partir del año 1959 fue su nuevo y amado idioma.

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El pintor de La Boca, secuestrad­o en su atelier en 1977.
 ??  ?? AHIJADO, La casa de donde lo secuestró Astiz, que había sido la carbonería de Quinquela Martín, su maestro, Abajo: el cuadro de París. DE QUINQUELA
AHIJADO, La casa de donde lo secuestró Astiz, que había sido la carbonería de Quinquela Martín, su maestro, Abajo: el cuadro de París. DE QUINQUELA
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