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TRES MUJERES QUE A TRAVES DE SUS PROGRAMAS DE RADIO, TEVE Y LAS REDES DIFUNDEN SU PASION POR LA LITERATURA

Lectoras mediáticas. Eugenia Zicavo, Miriam Molero y Flavia Pittella se especializ­an en recomendar libros en la radio, la televisión y las redes sociales. Tienen miles de seguidores y con sus críticas pueden hundir o consagrar a un autor.

- POR NICOLAS IGARZABAL FOTOS: ARIEL GRINBERG

Eugenia Zicavo, Flavia Pittella y Miriam Molero son grandes lectoras. Pero además cada una tiene su estilo y su propio núcleo de adeptos que acompañan sus recomendac­iones en radio y televisión, e incluso en las redes sociales, donde no bajan de los 10.000 seguidores. Ya son celebritie­s del mundillo editorial y sus opiniones pesan. Saben que destruir el libro de un autor novel a través de un medio masivo puede terminar con su carrera. Pero lejos están de esa malicia.

“Las tres buscamos que cada vez más gente lea”, asegura Pittella, encargada de la columna literaria de Lanata Sin Filtro (Radio Mitre). Se hicieron amigas trabajando en los medios, salen juntas y tienen un grupo de WhatsApp llamado “Las chicas de los libros”, que suele transforma­rse en un club de lectura virtual apenas una consulta qué está leyendo la otra. “Tenemos una agenda de lecturas en común, porque nos recomendam­os libros entre nosotras”, cuenta Zicavo, conductora de Libroteca (miércoles a las 20, Canal de la Ciudad). “En el fondo, no dejamos de ser unas freaks de los libros que encontramo­s nuestro ‘one of us’. Quizás esta sea nuestra pequeña venganza de los nerds”, arenga.

Curadora de libros. Córdoba, Ibarra, Bermúdez, Samuel, Arruabarre­na, Serna, Cagna, Basualdo, Riquelme, Palermo y el mellizo Barros Schelotto. ¿Les suena? Cuando Eugenia Zicavo prueba sonido antes de grabar cada programa de Libroteca lo hace repitiendo de memoria la formación de Boca ‘98. Es el código interno que tiene con sonidistas y camarógraf­os, a sabiendas de su fanatismo xeneize. “Bombonera mata biblioteca”, se jacta en su bio de Twitter. En su dream team de escritores juegan Alessandro Baricco, Vladimir Nabokov y Lawrence Durrell. Pero nunca lo pondría de titular a Murakami. “Me parece que está muy inflado por la industria editorial, siempre suena para el Nobel de Literatura, habiendo tantos escritores mejores…”

La Zicavo es periodista, socióloga, investigad­ora y docente. De ahí que tenga tanta soltura para plantarse ante una audiencia y exponer de una forma tan clara

y didáctica sobre algo que le apasione. “En TV le hablás a un gran público, pero en realidad le estás hablando a la gente que labura con vos todos los días, a tu equipo de producción. Sé que el producto tiene un alcance masivo después, pero es más vertiginos­o dar una clase en la UBA”, compara. “Ahí tenés un público presente que te aprueba o desaprueba en el momento. Es parecido al teatro.”

Antes de ser conductora de su propio ciclo, reseñó libros en el diario Perfil, en el programa de Gerardo Rozín en C5N y en el de radio de Juan Pablo Varsky (Metro). También tiene un podcast con Nicolás Artusi (Canal de la Ciudad, Metro) llamado Señaladore­s (Posta.Fm), donde desmenuzan durante media hora un libro pautado de antemano. “Todo depende de en qué medio estés. En televisión, tenés cinco minutos y la gente quiere saber qué leer y ahí les comparto algún libro que me partió la cabeza. Ultimament­e, estoy optando por la recomendac­ión, dar cuenta de lo mejor que leí”, admite. “Quiero ser un filtro, ejercer una suerte de curaduría. Me siento más como una curadora de libros”. ¿Qué devolución dan los autores? Sólo piden que los leas y, en general, te agradecen cuando los recomendás. A veces se disparan las ventas por una recomendac­ión y me da un orgullo enorme que la gente confíe en mí, porque es toda una inversión de dinero comprar libros. ¿ Cuál es tu librería preferida? Voy a Eterna Cadencia y a Guadalquiv­ir. Hay libreros que saben mucho y está bueno hablar con ellos, me gusta hablar con buenos libreros. Hay uno de El Ateneo que lo van cambiando de shopping y yo lo voy siguiendo. Primero estuvo en el Alto Palermo, ahora está en el Abasto… ¡tenemos un vínculo! ¿Prestás libros? Ya casi no. Solo a los investigad­ores de mi equipo de la facultad. Ficción ya no presto más. Yo tengo una lista y los voy pidiendo, los recupero. A los seis meses, te empiezo a mandar mails y los voy a buscar a tu casa, si es necesario.

Bicho de biblioteca. “Me gusta leer los libros, no tenerlos”, avisa Miriam Molero con total desapego. Siempre fue bicho de biblioteca y cree que los libros están para que circulen y no para que queden archivados en los estantes de las casas. “Hay que desmitific­ar eso de que las biblioteca­s son lugares viejos y aburridos porque no es cierto; hay muchas muy modernas y con muchísimo material”, sentencia.

Con formación periodísti­ca y semiótica, divide su trabajo entre la tele (TV Pública) y la radio (Mitre). “Trato de recomendar libros de la manera más intelectua­lmente honesta posible y cercana al lector: mi rol es de divulgació­n”, explica. Un libro de 300 páginas lo puede liquidar en 5 horas (“leo muy rápido”) y alimenta su pasión con un club de lectura en el que se juntan cada 15 días a intercambi­ar experienci­as sobre alguna obra clásica. “No existe el tiempo humano para leer todo lo que hay editado en el mundo. El que tiene la pretensión de haberse leído todo es un farsante. Pero sí hay cosas que uno puede hacer para leer más y mejor.” ¿Qué diferencia hacés entre una reseña en radio y una en televisión? En la radio soy más escueta, hago una venta más tipo pastilla, buscando un contagio. En la tele, en cambio, se puede hacer una linda puesta en escena. Para

hablar de un libro de Dorothy Parker hice una especie de stand up con un teléfono viejo. Hay libros que me permiten hacer eso. Son recomendac­iones histriónic­as: si un libro te atrapa en la forma, estás contando más que si lo intelectua­lizás. ¿Hay libros que hayas comprado muchas veces? Cuando hay uno que me gusta mucho, voy y lo compro, y lo regalo. Kriptonita (Leonardo Oyola) y Ladrillero­s (Selva Almada) los compré un montón de veces, aunque las editoriale­s me los manden. Uno es parte del sistema comercial, yo soy consumidor­a y la librería después le liquida el pago a la editorial, la editorial le paga al autor, y ahí puede empezar a vivir de la escritura y a producir otras obras. ¿Cómo te llevás con la “fanfiction” (reescritur­as de libros hechas por sus fans)? Me gusta mucho una chica llamada Sarah Maas, que tiene un retelling de La Bella y la Bestia. ¿Cómo definirías la nueva literatura argentina? Hay autores de género y hay autores de estilo. Leo Oyola, por ejemplo, mezcla un poco de las dos cosas. La literatura argentina tiende a ser una literatura existencia­lista, con narradores siempre asomados al abismo de la vida, arrojados al mundo, solos frente a la muerte.

COINCIDEN EN QUE EJERCEN UNA ESPECIE DE CURADURIA DE LIBROS. DEBEN RECOMENDAR EN POCAS PALABRAS. ...

Groupie de Shakespear­e. Así se define Flavia Pittella. De chiquita, la marcó la literatura fantástica (dice tener 30 traduccion­es distintas de Alicia en el país de las maravillas) y en la adolescenc­ia se volcó a la ciencia ficción (Ray Bradbury, Philip Dick, Ursula Le Guin). Hasta que leyó Romeo y Julieta en la facultad y eso la cambió para siempre. “De todos los autores pude salir tranquilam­ente, pero de Shakespear­e, no”, confiesa. “Me tiene agarrada, siempre lo estás leyendo, incluso cuando no lo estás leyendo. Ves House of Cards y está Shakespear­e ahí.”

Pittella tiene 48 años y es de City Bell (“iba en bicicleta a escuchar ensayar a Virus en el fondo de la casa”). Se formó como crítica literaria y hace sus reseñas en el programa de radio de Jorge Lanata. “Logré convertir mi hobby en un trabajo y eso es maravillos­o, pero los tiempos no son los mismos que antes, porque necesito poder dar una devolución rápida”, reconoce. “Tengo una gran limitación: si el libro no me gustó, no te lo puedo vender. Una sola vez recomendé uno que no me gustó, por compromiso, y los oyentes se dieron cuenta.” En 2015 editó 40 libros que adoro (Planeta), en donde pondera obras de Pablo Ramos, Leonardo Oyola, Lucía Puenzo y Samanta Schweblin. ¿Cómo está ordenada tu biblioteca? Es un desastre. Tengo toda una pared en inglés porque soy profesora de literatura inglesa, y cada vez que hago limpieza, siguen quedando los mismos de siempre, los esenciales. Mucha gente se piensa que tengo muchos y no. Sigo conservand­o libros de la facultad y nunca agrego nuevos. Tengo la colección entera de Coetzee y logré que me los firmara todos. Deben ser 15, o 20 libros. Creo que me tiene miedo ya. ¿Sos de marcarlos, subrayarlo­s? Todo. Soy promiscua: los marco, los escribo, doblo las puntitas… No tengo límites. Y también me gustan los libros electrónic­os, especialme­nte los audiolibro­s. Escucho todo el tiempo, mientras manejo, cocino o camino. Es una belleza. Mucha gente se ha pasado al audiolibro por mi influencia y me lo agradecen porque es una experienci­a diferente. ¿El libro más largo que leíste? El Ulises de Joyce. Ahora estoy leyendo En busca del tiempo perdido en francés y La divina comedia en italiano. Voy de a tres páginas por semana. Me lo tomo como un ejercicio de estudio de idiomas. ¿Qué opinás de los best sellers como 50 Sombras de Grey? Leí la trilogía: es el peor libro del mundo, lejos. No hay que dejarse llevar por las ventas solamente. El paso del tiempo pone a todas las obras en su lugar: algunas pasaron sin pena ni gloria cuando fueron publicadas, y explotaron años después. Y otras explotan apenas salen y luego nadie se acuerda de ellas.

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Eugenia, Miriam y Flavia en su ecosistema: librerías y biblioteca­s.

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