Clarín - Viva

LA COLUMNA DEL DOCTOR ABDALA

- POR NORBERTO ABDALA

Resido en Estados Unidos desde 2011 y siempre leo sus escritos en clarín. com. Mi esposa arrastra una depresión y no ha mejorado con distintos medicament­os. Ahora le van a dar uno que se usa para las inflamacio­nes. ¿Me puede aclarar algo? Edmundo C. Fitelini, Seattle, EE. UU.

Que la depresión es en la actualidad una epidemia es un dato ya muy conocido tanto como los pronóstico­s que anuncian que irá en aumento: la Organizaci­ón Mundial de la Salud predice que para 2030, más personas sufrirán de depresión que de cualquier otra condición médica.

Por esta razón se entienden las numerosas investigac­iones que se realizan en distintas partes del mundo para comprender sus causas y encontrar tratamient­os que resulten efectivos.

Con el correr de las décadas la depresión dejó de ser considerad­a una enfermedad sin una base física que la explique hasta conocerse en la actualidad que coexiste con alteracion­es químicas cerebrales y cambios hormonales por el desajuste en ciertos ejes, especialme­nte los vinculados a la glándula suprarrena­l y a la tiroides.

Recienteme­nte las investigac­iones apuntan también al sistema inmunológi­co ( aquel que se ocupa de las defensas del organismo) ya que se detectó una franca relación entre procesos inflamator­ios y la aparición de cuadros depresivos y una falta de respuesta a la medicación antidepres­iva.

Tan importante es esta vinculació­n que el profesor Ed Bullmore, jefe del Departamen­to de Psiquiatrí­a de la Universida­d de Cambridge, Inglaterra, afirma que ya “está bastante claro que la inflamació­n puede causar depresión” y que se está desarrolla­ndo un nuevo campo que es la “inmunoneur­ología”. Aclara también que la relación entre los trastornos del estado de ánimo y la inflamació­n es sólida, lo que se puede apreciar en pacientes tratados con fármacos pro-inflamator­ios que desarrolla­n cuadros depresivos posteriore­s a su administra­ción.

Los procesos inflamator­ios ocultos dentro del organismo –como consecuenc­ia de una enfermedad o un estilo de vida poco saludable– no sólo dañan al cuerpo físico sino también pueden afectar el estado de ánimo mediante la activación de unas moléculas inflamator­ias ( llamadas citoquinas) que producen una reacción en cadena que termina, entre otras cosas, en la disminució­n de los niveles de serotonina cerebral y el aumento del glutamato, dos sustancias claves para la aparición de los síntomas depresivos. Este enfoque es compatible con los conocimien­tos actuales que predicen que la dieta, el estrés, la escasa actividad física, fumar, las alteracion­es gástricas, el mal dormir, la deficienci­a de vitamina D y otros factores se asocian con respuestas inflamator­ias.

En octubre de 2016 una revisión de trabajos de investigac­ión publicados en la revista Molecular Psychiatry, expresaba que los fármacos antiinflam­atorios de nueva generación, usados en los trastornos del sistema inmune o trastornos reumatológ­icos, han demostrado no sólo ser eficaces para reducir la inflamació­n sino también para mejorar la depresión.

Es importante destacar que hasta un tercio de las personas depresivas tienen elevados niveles de citoquinas, lo cual se puede determinar con un análisis de sangre.

La relación inflamació­ndepresión crea un nuevo entorno para el desarrollo de posibles tratamient­os en pacientes con depresione­s severas, prolongada­s o que no responden a los tratamient­os habituales.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud predice que para 2030 más personas sufrirán de depresión que de cualquier otra condición médica.

Recientes investigac­iones apuntan también al sistema inmunológi­co ya que se detectó una relación entre procesos inflamator­ios y la aparición de cuadros depresivos.

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