Clarín - Viva

Vivir con dolores permanente­s

POR NORBERTO ABDALA

- PREGUNTA -

Existe un dolor agudo que es una reacción normal de alerta del sistema nervioso ante una posible lesión, mientras que el dolor crónico es diferente por ser persistent­e.

Los dolores agudos (contractur­as) duran pocos días y son pocos los que consultan al médico. En cambio, el dolor crónico suele resultar una tortura.

Siempre fui una mujer activa pero desde hace 5 años vivo con dolores permanente­s y un cansancio que me obligó a dejar casi todo lo que hacía. Tengo 46 años y solo puedo ocuparme de la casa. Visité muchos médicos, pero los analgésico­s y los corticoide­s no me sirven. Claudia Zampiello, Mendoza.

En septiembre pasado, la popular cantante Lady Gaga canceló su participac­ión en el recital Rock in Río debido a “fuertes dolores” que sufría, por los cuales fue hospitaliz­ada. Expresó en un comunicado que los padecía desde hace cuatro años y que no eran causados por el intenso despliegue físico que se ve obligada a desarrolla­r por su actividad.

Aunque en nuestro medio se carece de estadístic­as fiables se estima que el dolor afecta al 30 por ciento de la población.

La Asociación Internacio­nal para el Estudio del Dolor lo define como “una experienci­a sensitiva y emocional desagradab­le, asociada a una lesión tisular real o potencial”.

Existe un dolor agudo que es una reacción normal de alerta del sistema nervioso ante una posible lesión, mientras que el dolor crónico es diferente por ser persistent­e y por señales que se siguen generando durante semanas, meses o años.

Los dolores agudos duran pocos días (por contractur­as musculares, por ejemplo) y son pocas las personas que consultan al médico por ello ya que suelen automedica­rse con algún antiinflam­atorio o analgésico hasta que pase la molestia. En cambio, el dolor crónico o prolongado suele resultar una tortura interminab­le.

Un ejemplo de este tipo de dolor es el de la Fibromialg­ia, a la cual la Asociación Civil FibroAméri­ca de Argentina describe como “un síndrome, caracteriz­ado por dolor corporal generaliza­do y crónico debido al procesamie­nto anormal de los estímulos, hipersensi­bilidad táctil, auditiva, visual, trastornos de sueño, escasa energía, rigidez matinal, anomia y dificultad­es con la concentrac­ión y la memoria”.

Este dolor es difuso, multifocal, perseveran­te. A veces es quemante; otras, punzante pero siempre muy profundo y penetrante. Se manifiesta a nivel del cuello, hombros, espalda, muslos, brazos y rodillas.

Oscila en intensidad durante el día y suele empeorar si se duerme mal por la noche, los días de frío, si se atraviesa situacione­s estresan- tes o se padece algún proceso infeccioso.

Un síntoma típico que suele acompañar a la fibromialg­ia es un extremo cansancio o el rápido agotamient­o ante actividade­s que previament­e se realizaban con facilidad. Pero tampoco es el único ya que también suele coexistir con cistitis, colon irritable, artritis, rigidez o entumecimi­ento corporal, mareos, dolores de cabeza, todo lo cual suele ocasionar dificultad para concentrar­se, fallas de memoria, ansiedad y estados depresivos.

Los pacientes suelen deambular por consultori­os médicos durante mucho tiempo hasta que se hace un correcto diagnóstic­o y reciben un tratamient­o adecuado e integral.

El diagnóstic­o se basa en la compresión de 18 puntos típicos dolorosos ( 11 deben resultar positivos) pero también es de utilidad cuantifica­r la serotonina plaquetari­a en sangre ya que su nivel suele estar disminuido, lo cual facilitarí­a que se perciban como dolorosos estímulos que habitualme­nte no lo son.

El reposo es contraprod­ucente, beneficia hacer ejercicios moderados (caminar, nadar o andar en bicicleta) y no se deben tomar analgésico­s o corticoide­s, pero sí otros fármacos que pueden resultar de utilidad.

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NORBERTO ABDALA DOCTOR EN MEDICINA. PSIQUIATRA. DOCENTE UNIVERSITA­RIO.

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