ALMA DE COLIFOR
Simple y rico. Esta semana, Blanca Cotta rescata las coliflores y propone buñuelos muy sanos: sin frituras, aptos para todo público.
En la cueva donde siempre trabajo ( sería mucho lujo llamarla “escritorio”), he colgado dos paletas de pintor con viejas manchas de óleo multicolores, resecas y, sin embargo, todavía vibrantes. Una vez me las regaló mi amiga Marina. Pertenecieron a su padre, don Francisco del Valle. No tuve la suerte de conocer a este pionero del cine nacional pero, a través de Marina fui dibujando su imagen de padre colosal y ser humano fuera de serie. Es curioso. Nunca me gustó aferrarme a las “cosas”. Pero estas paletas, lo mismo que aquel sujeta-papeles de papá o aquel pincel casi nuevo que me regaló mi inolvidable hermano Juan Angel, han cobrado de pronto para mí vida propia. No son cosas. Son presencias y me ayudan a luchar y no claudicar cuando alguna vez la tristeza me acorrala. “Las cosas tienen un alma arcana e indefinible, que hablan de un lenguaje que los solitarios, los contemplativos y los tristes entienden” (Amado Nervo). Vuelvo a mi cocina. Allí también encuentro recuerdos de otras épocas, poblados de cariño. Entonces pongo manos a la obra y, por lo general, trato de recrear alguno de esos platos que me hacen sentir que todavía algunos seres queridos están presentes, a través de esas “cosas”. Una receta simple, como la de buñuelos de coliflor, puede recordarme momentos imborrables. ¿La comparto con usted?