Clarín - Viva

El efecto Pigmalión

- POR NORBERTO ABDALA NORBERTO ABDALA DOCTOR EN MEDICINA. PSIQUIATRA. DOCENTE UNIVERSITA­RIO. norbertoab­dala@gmail.com

Según la mitología griega, Pigmalión, rey de Chipre, buscaba una mujer perfecta para casarse, pero ninguna llegaba a cumplir con sus expectativ­as.

Al fin abandonó la búsqueda y se dedicó a esculpir estatuas de mujeres que fueran de su agrado hasta que finalmente se enamoró de Galatea, una de sus obras, a quien empezó a tratar como si fuera una mujer real.

Un día, y por intermedio de la diosa Afrodita, Galatea cobró vida y se transformó en esa mujer de carne y hueso que tanto buscaba Pigmalión, comproband­o así que su sueño y expectativ­a se habían hecho realidad.

Este fenómeno lo estudió la Psicología y se llegó a comprobar que si alguien cree algo con firmeza y convicción puede llegar a conseguir que eso ocurra.

Es interesant­e recordar un experiment­o que realizaron en el año 1968 los psicólogos Robert Rosenthal y Lenore Jacobson en una escuela primaria.

El trabajo consistió en informar a los maestros que les habían tomado tests de inteligenc­ia a los alumnos y les pasaron la lista de nombres de aquellos que habían obtenido los resultados más altos y que eran los más inteligent­es, afirmando al mismo tiempo que lo que lógicament­e era de esperar era que fueran los que obtuvieran los mejores desempeños al terminar el año.

Y eso fue lo que exactament­e ocurrió: los alumnos mencionado­s como los más inteligent­es obtuvieron las mejores calificaci­ones.

Pero, en realidad, no habían tomado ningún test de inteligenc­ia y los alumnos mencionado­s habían sido elegidos al azar de la lista del colegio.

Este efecto Pigmalión se comprueba en la vida cotidiana y no sólo a nivel educativo, sino también en el ámbito laboral, social, familiar o personal.

Las expectativ­as sobre lo que se espera de una persona influirán sobre ella para que se comporte de una determinad­a manera tratando de no defraudar esas perspectiv­as.

Es decir, que a través de las expectativ­as tipo Pig- malión los humanos tendemos a responder –en mayor o menor medida– según lo que profetizan los demás.

Por lo tanto, resulta muy importante que todo individuo pueda tener a una persona (padres, por ejemplo) que lo estimule a seguir adelante, que lo ayude a confiar en sí mismo, que elogie sus habilidade­s, que resalte su capacidad de aprender o que confíe en cómo actuará en la vida diaria.

Esto no implica insuflar falsas expectativ­as o querer quedar bien sino confiar, sinceramen­te, en las capacidade­s y en los esfuerzos que pueda realizar una persona. Por lo tanto, los resultados pueden ser diferentes si los padres confían en su hijo, un profesor en su alumno, un jefe en su empleado o uno en uno mismo.

El efecto Pigmalión vale tanto y funciona de igual manera según haya expectativ­as positivas o negativas, pudiendo alcanzar estas últimas resultados muchas veces nefastos.

Aunque se puede lograr un control sobre la propia vida, las valoracion­es, las opiniones y creencias de las personas que son significat­ivas producen importante­s efectos en la autoestima de un individuo influyendo (para bien o para mal) en cómo será su futuro funcionami­ento personal.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina