Clarín - Viva

LUZ GABAS, DE ALCALDESA A BEST SELLER DEL AMOR

Sus novelas románticas venden un millón de ejemplares y una de ellas llegó al cine. La española -que fue alcaldesa en un pueblo de los Pirineos- pasó por Buenos Aires, donde vino a presentar su último libro, Como fuego en el hielo. Habló sobre el amor, la

- POR MAGDA TAGTACHIAN FOTOS: ARIEL GRINBERG

LA ESCRITORA ESPAÑOLA PRESENTO EN BUENOS AIRES SU NOVELA “COMO FUEGO EN EL HIELO”. FUE ALCALDESA DE BENASQUE Y HOY, DEDICADA A LOS LIBROS, DICE QUE A TODOS NOS GUSTARIA CREER QUE LAS BODAS SON PARA SIEMPRE.

Enciende un cigarrillo negro tras otro mientras camina por la Recoleta. La escritora española Luz Gabás acaba de pasar tres horas en el Cementerio porteño. Recorrió tumbas y tomó nota en cada lápida. Cuenta que le llamó la atención la gran cantidad de placas. “En mi país dan la informació­n del fallecido y basta. Pero aquí son literarias. Había una que decía: ‘De tus amigas de los lunes’.”

Luz conversa con marcado acento de su tierra y da un beso por mejilla. En su visita por Buenos Aires, donde vino a presentar su última novela, Como fuego en el hielo, parece que todo la inspira. Hasta la paz de los cementerio­s. “Amo lo gótico”, confiesa la escritora romántica que elige como protagonis­tas a personajes de época. Sus tres novelas llevan la dorada faja best seller y la primera, Palmeras en la nieve (2012), incluso llegó al cine.

Pero Luz no se inmuta. Jura que vive como una persona sencilla. Casada hace dos décadas con el mismo hombre, es mamá de gemelos. Tiene 49 años, trabajó como profesora de inglés y estudió filología inglesa. “La única diferencia con mi vida anterior es que previo a publicar, me levantaba y me arreglaba para ir a dar clase. Ahora me levanto y me arreglo para sentarme a escribir”, confiesa.

Su camino en la vida y en la literatura fue inusual. Palmeras en la nieve tardó tanto en ser aceptada por alguna editorial que cuando la editorial Planetala llamó, Luz andaba metida en otros proyectos tan diferentes como... ¡ la política! De hecho la española acababa de estrenar su cargo como alcaldesa de Benasque, un pueblo en los Pirineos. Ahí también la sorprendió el destino. Luz había llegado a la montaña en busca de un cambio de vida. “Con mi marido queríamos que nuestros hijos se educaran en la naturaleza. Y al mudarme me propusiero­n encabezar la lista por el Partido Popular. Pensaba ir de concejala. Pero salí alcaldesa y me quedé hasta 2015. Fue muchísimo trabajo la política”, suspira. ¿Te desilusion­ó? Imaginaba la política como algo más romántico. Y me encontré con demasiados intereses, incluso a nivel de los ayuntamien­tos. Sin embargo, aprendí a ser mucho más educada como vecina y a tomar conciencia de lo difícil que es conseguir todo. No encontrast­e el lado romántico en la política pero sí en tus novelas. Soy romántica, pero no a cualquier costo. El mejor amor siempre debe ser el último. Si no es así, no tienes que estar con esa persona. ¿Es tu caso? Llevamos 20 años con mi marido. ¡Ay, no había caído! Tendré que celebrar estas bodas de porcelana... qué frágiles, ¿no? Me volvería a casar con el mismo. Pero haría una fiesta actualizad­a, con nuevos invitados. ¿El amor cambió desde el siglo pasado? Nuestros abuelos ni se planteaban la idea del amor. “Hay que aguantar”, decían. Hoy tienes que aguantar nada que no respete tu libertad de crecimient­o. La lealtad puede existir aunque no estén juntos. Nada tiene que ver con la fidelidad. Sin embargo, creo que después de una gran borrachera, necesitás descansar. Cuando nos desatamos mucho, tendemos a recogernos. ¿La literatura romántica ayuda a llevar la pareja? ¿O a encontrarl­a? La literatura nos permite evadirnos y

... “PARA ESCRIBIR HAY QUE SOLTAR LOS DEMONIOS. YO LO HAGO EN HORARIO ESCOLAR, CUANDO MIS HIJOS VAN AL COLEGIO.”

experiment­ar una libertad que no tenemos en la vida real. Puede que mi vida sea espantosa, pero en la literatura, sueño. Y ese mundo de fantasía, sana. Cuando uno lee quiere identifica­rse con el personaje. O verlo tan diferente que te haga soñar. Es difícil creer que todas las bodas a las que hemos asistido serán para siempre. Pero me gustaría. ¿Por qué? Creo en lo que apacigüe mi angustia existencia­l: religión, amor o lo que sea. ¿Cuál es tu angustia existencia­l? Miedo a la muerte. Tanto esfuerzo, ¿para qué? No tiene que ver con la edad sino con algo que llevo dentro desde los 16 años, cuando leía a Edgar Alan Poe y a H. P. Lovecraft. Me da tanto miedo la muerte que estoy siempre de fiesta. Es una forma de compensar. Hablando de miedos, me enteré de que no querías viajar en avión y que casi no venís a la Argentina por eso. Vine drogada con pastillas y con cerveza. A los miedos hay que enfrentarl­os. Es la única forma de vencerlos. Quien no tiene miedo aprende 10 veces más rápido. Siempre he querido montar a caballo pero me daba pánico. Y el año pasado hice un cursillo. Para acercarme al caballo necesité seis meses. Todo en mi vida es a base de fuerza de voluntad. Y estoy feliz de que el miedo no me paralice. ¿Los miedos son combustibl­e para escribir? Creo que sí. Escribir resulta terapéutic­o pero también agotador. Leer sana más que escribir. Al leer, alguien ya ha pensado las respuestas por ti. Cuando encuentro una frase bonita de un autor, la subrayo. Es algo placentero. En cambio, escribir representa una pelea continua entre el sentimient­o y el cómo lo digo, entre el pensamient­o y la palabra. Peleo todo el tiempo cuando escribo. Y cansa. Se parece al autoanális­is. Todo el tiempo estás sacando tus demonios afuera. Eso alivia pero el proceso es tenso y complicado. El novelista debe tener especial cuidado en los últimos meses del proceso de escritura. Es ahí cuando podés fundir el motor del propio cuerpo. Estás permanente­mente hablando contigo. Yo me vuelvo poseída. Endemoniad­a. Oigo voces. Me pongo obsesiva. Sólo como porque me llaman. He llegado al límite pero me ha encontrado en una edad que me sé frenar. A los 25 años no lo hubiera controlado. ¿Resulta incompatib­le la vida familiar con la del escritor? No es lo mismo tener hijos que no tener. Hay una dosis de realidad. Cuando al final de una novela leo “gracias a mi querido amigo por prestarme su casa para desaparece­r los últimos cuatro meses de redacción de la novela”, o escritores que se van a un claustro o a un convento durante tres o cuatro meses para terminarla, pienso ¡qué lujo! Eso yo no lo puedo hacer. Entonces suelto mis demonios en horario escolar. Y luego los vuelvo a guardar. O sea que escribo de 9 a 17. Por la noche sólo leo material de la novela. Duermo poco cuando escribo. Y me pongo más rara que lo habitual. Mi marido es un santo. El se encarga de la familia mientras estoy con un proyecto. Y ha tenido fe en mí desde el principio. ¿Cómo es la rutina del best seller? Lo mío es bastante cliché. Escribo en un tejado abuhardill­ado, pequeño, mi refugio. Tiene una mesa, una silla, un sofá, un cuarto de baño, un armario para los papeles desordenad­os y una televisión por si me quedo a la noche. Nadie puede entrar a este lugar. Es sólo mío. Si avanzan saben que están pasando a mi territorio. Por la ventana veo el cielo y las crestas de la montaña. Pero cuando trabajo no miro mucho hacia fuera. Estoy tan metida que me da igual lo que pase a mi alrededor. Podría escribir en una celda. ¿Sufrís cuando se escribís o es otro cliché? Claro que sufro, interiorme­nte. Pero de eso no se habla. Porque hay tantos problemas de trabajo y de dinero en el mundo, que no vas hablando de tu padecimien­to. Sólo converso la parte emocional e intelectua­l con mis editoras, Raquel Gisbert y Puri Plaza. Ellas me comprenden y mi marido me banca. Antes contabas que sos miedosa pero también sos lanzada. Soy una contradicc­ión. Es parte de mí. Lo decís y te reís. ¿Qué pensás? Ay, ay, ay…¡Me estás psicoanali­zando! Sabía que me iba a pasar en la Argentina... Me reía porque me vino a la mente mi hermana mayor. Ella asegura que me contradigo. ¿Hiciste terapia? Unos meses. Me bastó para entender el mecanismo. Todo lo que sirva para gestionar las emociones me parece genial: bioneuroem­oción, yoga, o lo que fuera. ¿ Qué otra actividad te gusta emprender aparte de escribir? Tocar el piano. Aprendí ahora. Llevo dos años estudiando. Había tomado clases a los 18. Y ahora retomé. Estoy desmelenad­a. Es como mi yoga. Me relaja. Lo ejercito todos los días después de almorzar. En lugar de mirar tele, practico de media hora a 40 minutos. en el living. Luego me pongo a trabajar. ¿El best seller tiene presión para seguir escribiend­o? No es presión pero sí responsabi­lidad de seguir contando alguna otra historia. Cada libro significa un reto. No piensas que tienes que ser best seller porque, si lo haces, nunca empiezas. Me obsesiona el armado de la historia. Tiene que ser buena porque eso me sanará y gustará a los lectores. ¿Cómo se lleva en el ego y en la diaria saber que tus libros venden un millón de ejemplares ? Me sorprende. Por qué yo, me pregunto. La sociedad se ha vuelto muy sofisticad­a. Entonces cuando alguien cuenta algo simple, con el corazón, y esa historia se comprende, algo aporta. ¿Tres requisitos para ser escritor? Sensibilid­ad especial. Una musicalida­d particular para oír las palabras. Y un poco de angustia vital. Con esos tres sale, ¿no? n mtagtachia­n@clarin.com

 ??  ??
 ??  ?? COMO FUEGO EN EL HIELO Las guerras carlistas y revolucion­es de mediados del siglo XIX son el marco de esta historia. Amor, pasión y desencuent­ros.
COMO FUEGO EN EL HIELO Las guerras carlistas y revolucion­es de mediados del siglo XIX son el marco de esta historia. Amor, pasión y desencuent­ros.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina