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UN REPASO A LOS ESCANDALOS SEXUALES MAS RESONANTES DE HOLLYWOOD -

Los abusos sexuales en Hollywood vienen de la época de las películas mudas. Qué pasó en Último tango en París. Las acusacione­s contra Woody Allen, Roman Polanski y Bill Cosby. Y la denuncia que casi modifica el resultado de un Oscar.

- POR MIGUEL FRIAS FOTOS: AGENCIAS Y ARCHIVO CLARIN

Desde principios de octubre, cuando el escándalo sexual estalló sobre el poderoso Harvey Weinstein, productor de películas como Pulp Fiction, El paciente inglés, Shakespear­e enamorado o Pandillas de Nueva York, una onda expansiva avanza en Hollywood: acusacione­s de acoso, de abuso y de violación que alcanzan a estrellas en otros tiempos intocables, según explican las víctimas. Y sin embargo, aunque nunca se dieron en cadena como ahora, hubo denuncias –muchas veces diluidas en largos procesos judiciales– desde la época del cine mudo. Esta lista, que desde luego no agota los casos, recuerda diez escándalos sexuales en Hollywood.

Triste pionero. Roscoe “Fatty” Arbuckle. ¿Cuántos recuerdan quién fue? ¿Pocos? Podría ser tan famoso como Charles Chaplin o Buster Keaton. Fatty (que odiaba el apodo Gordito, y pesaba entre 120 y 130 kilos) fue una celebridad del cine mudo. Comediante, brilló hasta 1921, cuando firmó un contrato millonario con la Paramount. La celebració­n terminaría hundiéndol­o. El 3 de septiembre de ese año, viajó hasta San Francisco con amigos, alquiló las habitacion­es 1219, 1220 y 1221 del hotel St. Francis, llamó a mujeres y armó una fiesta sexual, regada con ginebra y whisky, en plena Ley Seca. El 5 de septiem- bre a la madrugada, una chica llamada Virginia Rappe se sumó al descontrol en continuado. Horas después, apareció desvanecid­a y ensangrent­ada en el cuarto de Fatty. Murió a los tres días: tenía la vejiga perforada. Maude Delmont, que estuvo en la fiesta, acusó a Arbuckle de haber violado a Rappe con una botella. Otros, como Buster Keaton, defendiero­n al comediante, que afrontó tres juicios. La prensa, con el magnate mediático William Randolph Hearst a la cabeza, se hizo un festín con el primer gran escándalo público de Hollywood. Fatty fue absuelto, pero su estrella artística se fue apagando. En 1933 firmó con la Warner, pero el 29 de junio de ese año murió infartado mientras dormía.

Robin Hood acusado de violación. Errol Flynn. “En todo el mundo se me identificó como el playboy de Occidente. Ese era yo; un símbolo fálico universal”, escribió Errol Flynn en su autobiogra­fía Aventuras de un vividor. ¿Un Isidoro Cañones viril? No, no. Sex symbol de los ‘30 y ‘40, Flynn vivió en un hedonismo descontrol­ado: fin de la comparació­n. Porque en 1942, Betty Hansen, una chica de 17 años, dijo que había tenido sexo con él en una fiesta en la casa del actor Bruce Cabot, y Flynn fue acusado de estupro. Todo se agravó cuando Peggy Satterlee, de 16, aseguró que Flynn había abusado de ella en una fiesta en su yate. El juicio estuvo rodeado de un circo faranduler­o. Un diario tituló: “Robin Hood acusado de violación”. Corrieron versiones de que el actor tenía un avión esperándol­o para escaparse a México. El abogado de estrellas Jerry Giesler les apuntó a las chicas. Finalmente, Flynn fue absuelto. Durante el juicio había conocido a Nora Eddington, de 18 años; se casaron en 1944. Rory, hija de ambos, contó que su madre le había marcado la cancha a su padre: “Hacé lo que quieras en los estudios, pero no podés traerlas a casa”.

Rubia obsesión. Alfred Hitchcock. Maestro del suspenso con fama de prepotente y misógino, Hitchcock daba una explicació­n artística de su inclinació­n por las rubias –naturales o no; las llamaba nórdicas– como protagonis­tas de sus películas. Ellas eran misteriosa­s, elegantes, frías e ideales para la fotografía en blanco y negro. Parece que había más. Para Los pájaros, película de 1963, eligió a Tippi Hedren, a la que había conocido en una publicidad. El año pasado, Hedren, madre de Melanie Griffith, reveló en un libro que los seis meses de rodaje fueron de pesadilla: el realizador la había sometido en más de un sentido. Según ella, hubo acoso, maltrato, celos e intimidaci­ones. “Fue brutal y desagradab­le. Era perverso. Cuanto más me oponía, más agresivo se volvía”. En algún momento, contó Hedren, Hitchcock se le tiró encima en una limusina; en otro, la encerró en un estudio y le pidió que lo tocara. “Me dijo que arruinaría mi carrera. Fue un momento terrible, pero no se lo dije a nadie porque en los ‘60 no existían el acoso sexual ni el

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