PRODUCTOS PARA EL VERANO -
Fórmulas. Algas, sales marinas y oligoelementos ponen sus bondades al servicio de la belleza.
El inmenso océano guarda secretos que cautivan la mirada de los investigadores de todos los campos. De los tesoros que ofrece el mar se obtiene una riqueza de sustancias para el provecho de la ciencia. Así, la cosmética busca respuestas a la protección y belleza de la piel desarrollando fórmulas poderosas que prometen mantener la salud dérmica, retardar la aparición de arrugas y aumentar la tersura y lozanía de la piel.
“Las algas, los microorganismos y las bacterias acuáticas se nutren de la riqueza del mar y concentran las propiedades benéficas de su ambiente. Contienen una valiosa diversidad de minerales como zinc, cobre, selenio, hierro, silicio, vitaminas indispensables para la salud de la piel”, cuenta la Lic. en Química Paula Schaievitch.
Algas poderosas. Existen más de 25.000 especies de algas catalogadas, aunque sólo una treintena se utiliza en cosmética. Sus diferentes y vibrantes colores dependen del grado de profundidad en el que se las encuentra, en tanto los distintos pigmentos indican las propiedades terapéuticas que poseen.
“Todas ellas son ricas en sales minerales, vitaminas, aminoácidos y oligoelementos directamente asimilables por las células cutáneas que generan una alta hidratación y por ende mayor elasticidad y luminosidad en la piel. También tienen vitaminas reparadoras y de efecto antiage, además de aminoácidos de poder tonificante”, explica Mónica Luraschi, analista químico y especialista en desarrollo de productos cosméticos naturales.
Según la Lic. Schaievitch, algunas de las especies más demandadas por la industria dermocosmética son: Laminaria digitata: Es rica en oligoelementos, vitaminas, fucosterol, yodo orgánico y ácido algínico. Cuenta con propiedades adelgazantes, seboestáticas, normalizadoras y reequilibradoras de la epidermis. Se usa en fórmulas antiedad, modeladores corporales y fortalecedores para el cabello. Fucus: Es reconocido por la gran concentración de yodo orgánico. Su principal aplicación se hace en cremas, emulsiones y geles específicos para el control de la adiposidad, trastornos edematosos y la celulitis. Espirulina: cuenta con una gran cantidad de clorofila y provee una gama de proteínas, ácidos grasos esenciales, oligoelementos y vitaminas que actúan como aporte nutritivo, tanto en la alimentación como en la cosmética. Se utiliza para pieles seborreicas, fotoenvejecidas y para humectar. Macrocystis: Es una especie común en la Patagonia, rica en vitaminas A, B, C y E, yodo orgánico y minerales ( hierro y azufre). Se utiliza en productos antiseborreicos, antisépticos, antioxidantes y humectantes.
Además, Luraschi recomienda usar las algas, por ejemplo, en baños de inmersión. “En agua caliente va liberando un gel muy rico que actúa como un gran desintoxicante y genera una sensación de bienestar a nivel orgánico”, explica.
Entre los barros más conocidos de aplicación cosmética se destacan los fangos del Mar Muerto (ubicado entre Israel y Jordania), cuya salinidad es diez veces superior a la del resto de los mares. Según la especialista, por tratarse de un mar cerrado, es particularmente rico en sales minerales y sedimentos orgánicos con bondades purificantes y remineralizantes. “Se los utiliza fundamentalmente para el tratamiento de las pieles grasas, y para reafirmar y revitalizar tejidos”, especifica. Fango remineralizante. Joyas del fondo del mar.
Ciertos activos presentes en el mar evocan un universo de lujo y sofisticación, que las grandes firmas de cosmética internacional buscan para formular sus productos más exclusivos. Antarcticine: Retrasa el envejecimiento cutáneo, disminuye las arrugas y mejora el proceso de cicatrización. Polvo de perlas: La cosmética china utiliza este ingrediente desde hace más de 2 mil años. Con una riqueza en calcio superior al 30% y 20
aminoácidos en su composición, el polvo de perlas es muy apreciado en el tratamiento integral del envejecimiento cutáneo (arrugas, manchas, flaccidez), a la vez que mejora la regeneración celular y proporciona gran luminosidad y suavidad a la piel. El polvo micronizado de las conchas también se emplea para matificar y suavizar en fórmulas de maquillajes. Plancton: Su composición es rica en ácidos grasos omega 3 y lípidos, y está comprobado que estimula las células cutáneas, fortaleciendo la cohesión celular y renovando y regenerando la barrera protectora de la piel. Además, tiene la capacidad de estimular los genes de las principales células cutáneas inhibiendo desde el interior la formación de radicales libres, por lo que es un potente antioxidante celular. Extracto de Caviar: Por provenir de huevos de pescado, es muy rico en ácido graso esencial omega- 3, vitaminas A, B1, B2, B6, D y E, fosfolípidos y microelementos como cobalto, cobre, fósforo, selenio y cinc, además de aminoácidos como glicina, histidina, arginina y asparagina. Actúa como activador del metabolismo celular cutáneo y es un potente antioxidante.
Mar adentro. El agua de mar es el jugo de nutrientes más completo que la naturaleza pone a nuestro alcance gracias a su composición rica en 78 minerales y oligoelementos y a su pH alcalino. Es por ello que desde la Fundación Aqua Maris en Barcelona investigan y promueven a nivel mundial los valores terapéuticos y nutricionales del agua marina para diferentes usos.
De hecho, deportistas de elite como Rafael Nadal y el boxeador Kiko “La Sensación” Martínez, entre otros, se declaran consumidores de ampollas de agua de mar para optimizar su rendimiento.
Según indicaciones de la Fundación Aqua Maris, para beber agua de mar hay que tener en cuenta que es cuatro veces más salada que la que conforma nuestro organismo. Su alta salinidad ( una media de 35g sales/ litro) hace que la mayoría de los patógenos de origen terrestre no sobrevivan en un medio cuatro veces más salado que el suyo, por lo tanto no hay riesgo de contaminación.
Desde la Asociación española Aamar ( Amigos del Agua de Mar) para la “auto cosecha”, hay que buscar que el lugar donde se recoja sea apto para baño, así como también que no haya desagües cloacales cerca, ni desembocaduras de ríos, ni puertos con barcos o lanchas a motor. Tampoco hay que recolectar agua de mar si llovió tres días antes. Lo ideal es alejarse de zonas altamente pobladas y de los balnearios, sobre todo en temporada alta porque los protectores solares ensucian el agua.
¿Cómo hacerlo? Sumergir una botella de plástico cerrada, abrirla bajo el agua, llenarla y cerrarla abajo. Si está turbia por la arena u otros sedimentos, se debe dejar decantar uno o dos días, colar (con un filtro de tela, por ejemplo), traspasar a una botella de vidrio y guardar al menos tres días en un lugar oscuro a temperatura ambiente. Si bien en la Argentina aún no hay regulación legal vigente, algunas empresas ya comercializan el agua de mar filtrada y envasada, lista para el consumo.