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COMO EL SOL INFLUYE EN LAS COMUNICACI­ONES -

El Sol dispara hacia la Tierra bolas de energía que pueden afectar hasta los GPS. ¿Por qué? Lo explica el astrofísic­o argentino Pablo Mauas.

- POR PABLO MAUAS FOTOS: NASA

Que el Sol influye cotidianam­ente en nuestras vidas no es novedad. De su posición en el cielo depende si es de día o de noche, si es verano o invierno. Pero hay otras maneras, más sutiles, en las que puede afectarnos, y es a través de la actividad solar. Ocurre que, por más que pensemos en el Sol como algo constante, no es así: varía en todas las escalas temporales, y estas variacione­s pueden influir sobre nosotros. Por ejemplo, si lo observamos con un telescopio, aun con uno poco potente, vemos en su superficie unas pequeñas regiones negras, como agujeros, que se conocen con el nombre de manchas solares. Ya Galileo, el inventor del telescopio, las estudió y realizó dibujos diarios registrand­o sus posiciones y tamaños.

Desde la época de Galileo hasta el presente, siempre hubo estudiosos observando el Sol. En 1843, el astrónomo alemán Samuel Schwabe descubrió que el número de manchas varía con el tiempo. Hay años con más cantidad, y años con muy pocas, o con ninguna. Este fenómeno, conocido como ciclo solar, se repite cada aproximada­mente 11 años, alternando máximos y mínimos en el número de manchas, lo que conocemos como máximos y mínimos de actividad. Por ejemplo, el ciclo en que estamos actualment­e comenzó con un mínimo particular­mente prolongado, en 2009, alcanzó su máximo a mediados de 2014, y llegará a su próximo mínimo probableme­nte durante 2019.

Pero la actividad solar no se reduce sólo a las manchas. Cuando el ciclo solar alcanza su pico se producen tormentas solares. Por un lado, es posible ver en la superficie del Sol grandes explosione­s, conocidas como fulguracio­nes, que pueden durar unas pocas horas. Estos son los fenómenos que liberan más energía en el Sistema Solar, en forma de luz, radiación ultraviole­ta y rayos X, que tardan 8 minutos en alcanzar la Tierra. Parte de esta energía acelera partículas, que pueden llegar a la Tierra en unas decenas de minutos e interactúa­n con la zona de la atmósfera terrestre, donde viajan las ondas de radio, lo que en ca-

EL CICLO SOLAR PUEDE DURAR 11 AÑOS. ALTERNA MAXIMOS Y MINIMOS DE ACTIVIDAD EN SU SUPERFICIE. ...

sos extremos puede interferir y dificultar temporaria­mente las señales de comunicaci­ón o de navegación.

Corona de luz. Otro tipo de tormentas ocurre en la parte más externa de la atmósfera que rodea la superficie solar, la corona. En este caso, una nube gigantesca de partículas es expulsada hacia el espacio, como una bala de cañón, en alguna dirección determinad­a. Son eyecciones coronales de masa. Cada tanto, una de ellas apunta directamen­te hacia nosotros, y el material solar tarda entre 1 y 5 días en llegar a la Tierra, donde el campo magnético terrestre actúa como un escudo protector que canaliza las partículas solares hacia los polos. Allí afectan la alta atmósfera y dan lugar a auroras boreales, luces danzantes en el cielo que pueden observarse cerca de los polos, en Escandinav­ia o Alaska.

Cuando estas partículas interactúa­n con el campo magnético terrestre, pueden afectar varias aplicacion­es de la tecnología. Distorsion­an las ondas de radio, generando estática. Pueden interferir con los GPS, haciéndole­s errar las co- ordenadas en algunos metros. Pueden generar corrientes espúreas en redes de energía eléctricas, si las empresas de ese ramo no están preparadas. Y pueden afectar actividade­s que se desarrolle­n fuera del escudo protector que representa el campo magnético terrestre, como las de astronauta­s en las naves espaciales. O incluso pueden influir sobre aviones que vuelen a gran altura cerca de los polos.

Estas perturbaci­ones en la atmósfera terrestre son conocidas como tormentas geomagnéti­cas. Y así como las tormentas comunes son estudiadas por la Meteorolog­ía, las geomagnéti­cas son analizadas por la Meteorolog­ía Espacial, que entre otras cosas busca predecir cuándo una tormenta geomagnéti­ca puede afectarnos, de modo que las aerolíneas puedan modificar rutas, los astronauta­s encontrar protección, o las empresas eléctricas reducir riesgos. ¡O los turistas hacer las valijas para ver una aurora boreal!

Cuestión de clima. Ahora, así como las tormentas solares pueden afectar transitori­amente la atmósfera de la Tierra, causando tormentas geomagnéti­cas, ¿podrá la actividad solar influir sobre las condicione­s a más largo plazo de la atmósfera, es decir, afectar el clima terrestre? Dado que más del 99 por ciento de la energía de la atmósfera viene de la luz solar –un pequeño porcentaje proviene del interior de la Tierra, por ejemplo a través de erupciones volcánicas–, parece lógico suponer que según el Sol emita más o menos luz, la Tierra se calentará o se enfriará. En efecto, durante un máximo de actividad, el Sol es más luminoso que durante un mínimo, aunque el efecto es minúsculo, y no se ha detectado ninguna variación de temperatur­a en la Tierra con el ciclo solar.

¿Pero qué pasaría si hubiera un período prolongado de mayor o menor actividad? Es decir, una seguidilla de ciclos particular­mente intensos o particular­mente débiles. Algo así ocurrió entre 1645 y 1715, cuando los estudiosos de la época no detectaron prácticame­nte ninguna mancha solar. Este período prolongado de muy baja actividad solar, llamado Mínimo de Maunder, coincidió con la parte más fría de la Pequeña Edad de Hielo, un período durante el cual la tempera-

tura en Europa, y quizás en otras partes del mundo, fue especialme­nte baja, y los inviernos muy severos. ¿Fue este frío excepciona­l causado por el descenso en la actividad del Sol? No lo sabemos, porque en ese caso el Sol debería haber emitido bastante menos luz de lo habitual, y no hay evidencia de que esto haya sido así.

Sin embargo, la coincidenc­ia entre ambos períodos llevó a algunos a proponer que el aumento de temperatur­a en la Tierra, el calentamie­nto global, podría deberse a variacione­s en la actividad solar, y no al efecto invernader­o producido por emisiones de gases de origen humano. Este debate fue bastante intenso en las últimas décadas, fogoneado en particular por los sectores que ven sus intereses económicos afectados por las políticas contra la emisión de gases de invernader­o (algo similar a lo que pasó con las grandes tabacalera­s, que se negaban a reconocer que el tabaco produce cáncer).

Actualment­e este debate está superado, y existe una coincidenc­ia entre todos los estudiosos del clima en que el calentamie­nto global es de origen humano, y que es imprescind­ible tomar medidas in- mediatas para cuidar la Tierra que habitamos. Entre otras cosas, la actividad solar está descendien­do en las últimas décadas, mientras que la temperatur­a promedio asciende cada vez más rápidament­e.

El misterioso efecto lluvia. Sin embargo, que la actividad solar no afecte globalment­e la temperatur­a en la Tierra no implica que no pueda afectar localmente ciertos aspectos del clima, como evidencian numerosos estudios científico­s. Con Andrea Buccino, astrónoma del Conicet, y el ingeniero Eduardo Flamenco, hidrólogo del INTA, hemos investigad­o las variacione­s a largo plazo en el caudal del Río Paraná. Estudiar un río de esta envergadur­a, cuya cuenca se extiende desde San Pablo en Brasil hasta Buenos Aires, es una manera de estudiar globalment­e las lluvias en una extensa región de Sudamérica. En ese trabajo encontramo­s que, en efecto, los períodos en los que el caudal del Paraná era, en promedio, mayor, coinciden con ciclos de actividad más intensos, y viceversa.

Posteriorm­ente, extendimos este estudio al caudal de ríos cordillera­nos, co- mo el Atuel y el San Juan, y a la cantidad de nieve acumulada en la cordillera al final del invierno, y encontramo­s el mismo efecto: durante períodos prolongado­s de mayor actividad solar, nieva más en promedio y por lo tanto los ríos de deshielo son más caudalosos.

O sea que la actividad solar sí afecta las precipitac­iones en esta parte del globo, tanto en forma de lluvia en verano como de nieve en invierno. El mecanismo exacto es aún desconocid­o, aunque probableme­nte esté relacionad­o con la parte de la radiación solar que es absorbida en la parte más alta de la atmósfera, y no llega a la superficie terrestre y por lo tanto no incide en la temperatur­a.

Es decir que lo que hace el Sol nos afecta de muchas maneras, algunas de las cuales recién ahora estamos entendiend­o a través de estudios multidisci­plinarios donde interviene­n especialis­tas en muchos campos. Y donde es tan importante determinar cuándo es importante la influencia del Sol como cuándo no lo es, despejando así el camino para resolver los problemas concretos que requieren de nuestra atención.

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Son como grandes explosione­s, se las denomina fulguracio­nes. Los GPS, que se actualizan en...
1. BALA DE FUEGO 2. TORMENTAS 3. QUE PASO CON EL GPS Una eyección coronaria. Se produce cuando una nube gigante de partículas se dispara fuera desde el Sol. Son como grandes explosione­s, se las denomina fulguracio­nes. Los GPS, que se actualizan en...
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EN LLAMAS Tormentas solares, registrada por la NASA en septiembre del año pasado.
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